Anthony Queen



Nació el 21 de abril de 1915 en Chihuahua, México, de padre irlandés y madre mexicana, con el nombre de Antonio Rodolfo Reyna Oaxaca. Según el actor, sus padres fueron: Francisco Quinn, de origen medio irlandés y medio mexicano, y Manuela Oaxaca, mexicana descendiente de aztecas. Su padre había participado en la Revolución Mexicana y allí conoció a la soldadera que iba a ser su madre.

Algunas fuentes afirman que su verdadero apellido era Antonio Quiñones o Quintana [cita requerida]. A muy temprana edad, su familia se trasladó a Texas y sucesivamente a Los Ángeles, California; viviendo su primera infancia en Boyle Heights y en Echo Park en medio de una abismante pobreza de medios económicos. Su madre estuvo mucho tiempo tras los pasos de su marido, participante de las huestes de Pancho Villa, y con una gran abnegación y sacrificio realizó labores de lavandera para mantener a su retoño Antonio en haciendas de Texas y Juárez.

Por fin, en 1919, marido y mujer se reunieron y se trasladaron como inmigrantes a California. Antonio ya cumplido los cinco años comenzó a trabajar como recolector de frutas y jornalero.

En 1920, los Quinn se trasladaron a Los Ángeles para tentar mejor suerte; su padre hacía grandes esfuerzos para mantener a su familia sin poder despegar de la pobreza. Antonio realizó labores de lustrabotas y vendedor callejero de periódicos.

Estudió en establecimientos educativos de su barrio, sin alcanzar a terminar sus estudios, por el fallecimiento de su padre en 1926, lo que lo obligó a buscar trabajos informales para ayudar a su familia. La pérdida de su padre lo marcó profundamente, pues le admiraba por su tesón.

Acicateado por la pobreza y con un espíritu de superación desbordante, trabajó haciendo diversos oficios tales como peón de hacienda, friegaplatos o mensajero de correo. Para esa época era un mozalbete inteligente, rudo, belicoso y rudimentario en su modales, pero ya se había propuesto surgir al precio que fuese necesario.

Adolescencia [editar]

En su adolescencia, empezó a interesarse en el arte e intentó ser retratista de estrellas de Hollywood. Dibujaba a las estrellas de su elección desde fotos de periódicos y les enviaba sus trabajos por correo. Sólo Douglas Fairbanks le respondió, y a vuelta de correo recibió 10 dólares por su boceto.

Intentó ganarse la vida como imitador de estrellas tales como Bing Crosby y Louis Armstrong, entre otros, haciendo las veces de bufón en fiestecillas, pero no tuvo el éxito que esperaba, por lo que volvió a trabajar como obrero de construcción y carnicero.

A los 16 años, aprovechando su complexión y su altura (1,88 m), practicó el boxeo profesional con el mismo fin. Ganó 16 peleas, pero en la 17a. fue destrozado por un rival mejor, y se retiró del oficio.

A los 17 años de edad se casó con una chica llamada Silvia, una mujer 17 años mayor que lo introdujo en el estudio del arte y la filosofía. Para esa edad, aún era trabajador de la construcción, y Silvia le hizo tomar clases de dicción para mejorar su capacidad de expresión oral y mejorar sus rústicos modales.

Inicios en el cine [editar]

Más tarde, en 1935, cursó estudios de pintura y de interpretación en el Polytechnic High School y de arquitectura con Frank Lloyd Wright, y obtuvo el primer premio por un diseño arquitectónico que realizó. Sin embargo, se sintió atraído por la carrera cinematográfica gracias al apoyo de la estrella de ese momento, Mae West, quien lo avaló como extra, y, luego de incursionar en el ambiente teatral, realizó su debut, a los 21 años, como extra en la película The Milky Way (1936) y con un rol en el film Parole (1936).

Terminado el film, llevó a su abuela enferma de cáncer a ver el estreno, quien dijo, al terminar: «Ahora puedo morir en paz».

En ese tiempo conoció y quedó prendado de la hija del director Cecil B. De Mille, Katherine, y decidió terminar su unión de 4 años con Silvia. En 1937 se casó con ella; sin embargo, su suegro no lo ayudó mayormente en su carrera, y su aceptación como yerno fue muy condicionada debido a su precariedad económica. De hecho, Quinn no pudo invitar a ningún familiar o amigo a su fiesta de bodas, para evitar a De Mille el bochorno de tener que alternar con personas que no pertenecían a su encumbrado círculo social.

En 1939 nació su hijo Cristopher, quien sin embargo falleció a los 4 años de edad en una piscina, lo que golpeó duramente al naciente actor. Sus otros hijos con Katherine De Mille fueron: Christina Quinn, Kathleen Quinn, Valentina Quinn y Duncan Quinn.

Por su apariencia "multiétnica" y su paso por el boxeo en sus facciones, siguió interpretando roles secundarios como nativo de los Estados Unidos, mafioso italiano, gángster, chino, árabe, filipino o hispano durante la década de 1940. Rodó alrededor de 15 filmes, encasillándose en papeles de hampón, villano y personajes de dudosa reputación. Esto trascendió en la vida real, y la alta sociedad del Hollywood de la época no lo admitía en sus círculos, discriminándolo.

Consiguió su nacionalización estadounidense en 1947, por lo que no participó en la Segunda Guerra Mundial.

A fines de la década volvió al teatro, obteniendo éxito en Broadway en la obra Un tranvía llamado deseo, de Tennessee Williams.

En 1947 consiguió su primer papel estelar en el film Black Gold, donde personifica a un nativo americano que se convierte en millonario petrolero, contando además con la participación de su esposa Katherine en el film.

Continuó su carrera en algunas series de televisión entre 1949 y 1951, volviendo al cine en la película ¡Viva Zapata! (1952), del director Elia Kazan, donde recibió su primer Óscar al mejor actor de reparto, por su excelente interpretación como Eufemio Zapata, y fue ésta la primera ocasión en la que un actor de origen hispano recibía el premio. Sin embargo, su apariencia lo siguió encasillando en papeles de macho o duro, y siguió interpretando a piratas y aventureros en sus siguientes filmes.

Una de sus principales características era el "robar" el protagonismo al actor principal, al destacar desde papeles secundarios. Su talento innato era tan evidente en consistencia, simpleza y credibilidad que ninguno de estos filmes tuvo mala taquilla. Para esa fecha trabó amistad con el famoso muralista mexicano David Alfaro Siqueiros, quien intentó aconsejarlo de abandonar el cine, pero acicateado por su pasado de pobreza, Quinn se obstinó en permanecer en los platós.

Estrellato [editar]

En 1953 viajó a Italia donde, después de participar en algunas películas, logró el papel principal en la película La Strada (1954) de Federico Fellini, que ganó numerosos premios internacionales. Con esta película inició una nueva faceta interpretativa, marcada por el dramatismo y la intensidad en los papeles que interpretó en sus siguientes películas, bajo la dirección de importantes directores como George Cukor, Martin Ritt, Edward Dmytryk, John Sturges y Nicholas Ray, entre otros. También el paso a la madurez (cumplió 40 años en 1955) cambió su aspecto físico, lo que lo ayudó a conseguir roles de carácter.

Recibió en 1957 su segundo Óscar al mejor actor de reparto, por su rol del pintor Paul Gauguin en la película El loco del pelo rojo, del director Vincente Minnelli, sobre la vida de Vincent Van Gogh. Es destacable mencionar que él solo aparece 8 minutos en la película. El papel principal lo interpretó Kirk Douglas, con quien había colaborado en el film Ulises en 1955, y con quien también lo haría en 1959, en el film El último tren de Gun Hill.

En 1956 hizo una notable interpretación de Cuasimodo en el film El jorobado de Notre Dame, junto a Gina Lollobrigida. En 1958 dirigió él mismo una nueva versión de la película El bucanero (The Buccaneer), en la cual había participado en un papel secundario en 1938. Esta segunda versión sería su única participación como director de cine.

A comienzos de la década de 1960, y dentro de la moda “histórica” de Hollywood, interpretó destacados roles en las películas Los cañones de Navarone, Barrabás y Lawrence de Arabia.

En 1962, su matrimonio con Katherine De Mille estaba muy deteriorado y se enamoró de Iolanda Addolari, una ayudante de vestuario, mientras rodaba Barrabás. Se divorció de Katherine y se casó en 1965 con Iolanda.

En 1964 realizaría el papel que lo marcaría el resto de su vida, en la interpretación del viejo Alexis Zorba en Zorba, el griego (1964), del director chipriota Michael Cacoyannis, por el que fue nominado al Óscar al mejor actor principal. La música del film fue creada por el compositor griego Mikis Theodorakis. Anthony Quinn participó además como coproductor de la película.

En los últimos años de la década de 1960 interpretó memorables roles en las películas La hora 25, La batalla de San Sebastián, Las sandalias del pescador y El secreto de Santa Vittoria, en el cual lució sus mejores dotes histriónicas. La década de 1960 fue sin duda la mejor etapa de su carrera.

En las siguientes décadas volvió a ser encasillado en roles, esta vez basados en sus anteriores filmes. Sin embargo, en la película Los amigos o en El Sordo Smith y su amigo Orejas (1973), del género Spaghetti western, junto al actor italiano Franco Nero, logró un muy convincente rol como sordomudo.

Del matrimonio con Addolari nacieron tres hijos: Francesco, Lorenzo y Daniele.

Últimos años [editar]

En la década de 1980 participó en una decena de películas, sin mayor notoriedad, salvo aquella llamada El León del Desierto, en la que interpreta magistralmente al líder libio Omar Mukhtar. En esta época se dedica principalmente a su gran pasión: la pintura y la escultura en bronce y mármol, donde gana dinero en sus exposiciones.

En la década de 1990 actuó en la serie de televisión Hércules, y comenzó a aparecer haciendo “cameos” en varios filmes, es decir, breves apariciones para reforzar el gancho comercial de dichas producciones; éste es el caso de Ghosts Can't Do It (Los fantasmas no pueden hacerlo), comedia picante protagonizada por Bo Derek.

Actuó también en una nueva versión para TV de El viejo y el mar (1990), junto a su hijo Francesco. Ese mismo año aparece junto a los actores Kevin Costner y Madeleine Stowe en el film Revenge, donde interpreta magistralmente a un marido engañado, luego en Jungle Fever (Fiebre salvaje) de Spike Lee y en 1995 en Un paseo por las nubes, con Keanu Reeves y Aitana Sánchez-Gijón.

En 1997, su matrimonio con Addolari termina debido a su propia infidelidad: se casa poco después con su secretaria, Kathy Benvin.

En 1999 actuó en el filme brasileño Oriundi, junto a su hijo Lorenzo, participando además como coproductor. Posteriormente intervino en Tierra de cañones, de Antoni Ribas. Su último rol fue el de un jefe mafioso en la película Vengando a Angelo (2002), junto a Sylvester Stallone.

Vida privada [editar]

Quinn en 1988.

Otras de sus facetas artísticas fueron la escultura, la pintura y el diseño de joyería, sus obras son apreciadas y valoradas por su calidad.

También puede mencionarse su participación como cantante en las versiones registradas de las presentaciones teatrales de Zorba, el Griego, conjuntamente con Lila Kedrova, y un registro titulado Life Itself Will Let You Know, un diálogo con un niño y el fondo musical de armónica de Jean "Toots" Thielemans. Viajó muchas veces a Barcelona, ciudad que le gustaba mucho.

Vida final y descendencia [editar]

A los nueve hijos de sus tres matrimonios hay que sumar otros cuatro hijos más que el actor tuvo con otras tres compañeras. En total suman trece sus hijos. Su hijo Lorenzo Quinn heredó su talento como escultor y vive en Barcelona, España.

En enero de 1982, la casa donde vivió su niñez fue transformada en la Biblioteca "Anthony Quinn". El actor donó cerca de 3.000 objetos: fotografías, guiones, esbozos y borradores relacionados con su vida.

Fue entrevistado por la ex-Miss mundo chilena Cecilia Bolocco, casi la última de sus entrevistas en el 2000.

Falleció en Boston en 2001, a los 86 años, como consecuencia de una grave neumonía. Sus cenizas fueron arrojadas en el Cañón del Cobre en Chihuahua, de donde era originario.

Referencias externas [editar]



"Soy mexicano nacido en Chihuahua y siempre he esperado guiones de México, de directores latinoamericanos, pero no llegan. Supongo que mi tipo es muy común en Latinoamérica, entonces no soy cotizable. En Estados Unidos tuve que salvar muchos obstáculos para convencer que podía interpretar roles que no necesariamente fueran de latinos... En mis inicios como actor estaba aterrorizado. Pero necesitaba comer".

Por Waldemar Verdugo.
Publicado en revista CARAS-Chile, en 1994.

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ANTHONY QUINN, una entrevista.
Quienes lo conocen, dicen que siempre está de buen humor; que su fama de hombre hosco y solitario es culpa de lo que proyectan algunos de los personajes que le ha tocado encarnar en la ficción del cine. Anthony Quinn ha interpretado, entre otros, a Tolstoi, Lawrence de Arabia, Barrabás, Atila, Emiliano Zapata, el papa Juan XXIII; ha sido el Jorobado de Notre Dame y el líder rebelde beduino Omar Mukhtar... sin embargo, su actuación como "Zorba el griego" ha sido la más exitosa de cuantas ha realizado, y al conocerlo se diría que hay cierto mimetismo de este personaje con el Quinn real, porque éste se muestra vital e ingenioso. He conversado una primera vez con el actor en la ciudad de San Diego, donde iniciaba una gira teatral por todo Estados Unidos con, justamente, la obra de Nikos Kazantzakis partiendo sus actuaciones en el Civic Theatre: actuó dos fines de semana, ofreciendo ocho funciones, lo que se multiplicaría por unas cuarenta ciudades que iba a visitar. Se ve mucho más joven que la edad que tiene (nació en 1915) y habla todo el tiempo en un perfecto español, con una leve acentuación inglesa. Ahora, me vuelve a recibir en la Ciudad de México, donde presenta una exposición de su obra plástica, una actividad que muestra otra faceta de su vida y que, dice: “me permite venir a México con una excusa, porque siempre quiero venir”.

Anthony Quinn hizo su primera exposición de esculturas y pintura en diciembre de 1982, en el Center Art Galleries de Honolulu, donde presentó 46 piezas (un oficio creador que ha transmitido como legado a au hijo Lorenzo, también escultor y afincado en españa). Quinn ahora expone regularmente en otros lugares de Estados Unidos, México y algunos países de Europa. En general su obra plástica ha sido bien recibida por los críticos, aún cuando él considera la plástica como su "hobby preferido". Le pregunto qué le indujo a exponer su hobby:
-Fueron los comentarios de Yolanda, mi esposa -nos dice-. Ella siempre ha incentivado mi trabajo de escultor, le gustan mis pinturas porque sabe que son una parte importante de mi vida. Dijo que mi trabajo era tan bueno como el de los artistas modernos, y me decidí a exponerlo.
-¿Cómo lo ha recibido la crítica?
-Creo que he salido elogiado de la prueba.Le pregunto cómo le fue en su gira con "Zorba el griego", y responde que es una experiencia fascinante trabajar en teatro, "que siempre ha formado parte de mi vida. Mi trabajo de escultor no es nuevo, pero hace poco que lo encaré profesionalmente; en cambio, el teatro ha sido una de mis formas de subsistir, y de crecer como actor. Como actor de teatro en Estados Unidos realizo al menos una gira teatral anual, sin embargo nunca en otros países de América. Me han dicho que hay muy buen teatro en Chile y Argentina".
En cine a los 20 años logró aparecer en su primer papel de figurante en Hollywood en la película "Parole" (1936); ese mismo año también intervendría en un film del bufo Harold Lloyd titulado "La vía láctea" (1936). En el teatro Quinn se inició como anunciador en una sala de Los Angeles, en un espectáculo que se llamaba "Clean Beds", en el cual la estrella era la legendaria Mae West. En Broadway debutó en 1947, con "The Gentleman From Athens"; pronto hace equipo con Stanley Kowalsky y solidifica su lugar con "Streetcar Named Desire" y "Tchin-Tchin". Su primer "national tour" es en la década de los cincuenta con "Born Yesterday". En 1960 es aclamado en la producción de Jean Anouilh "Becket", de Shakespeare, donde comparte con Laurence Olivier. Luego viene "Zorba" y su internacionalización. Le pregunto si hay un personaje que le gustaría interpretar, y responde de inmediato que siempre ha querido hacer el Quijote de la Mancha, pero nunca se lo han ofrecido (aclara que le gustaría hacerlo en teatro o cine):
-Creo que aún puedo hacer muchos papeles -nos dice-. Siempre mi actual edad me permite interpretar roles que cuando más joven no podía hacer.
-Usted se ha desempeñado con éxito en cine y teatro, ¿en cuál escenario se siente mejor?
-En el teatro hay una relación más directa con el público, pero el excesivo trabajo que tengo en cine y el poco dinero que se gana en el teatro, en relación a las energías que inviertes, me frenan casi siempre para pisar Broadway y estar varios meses anclado; en mis giras todo es más rápido y más de acuerdo a mi temperamento latino: me gusta ir por los lugares.
-Cuando trabaja en un estudio cinematográfico, ¿nota alguna diferencia a su trabajo en una sala teatral?
-No, el hecho estético es similar. Es la misma sensación la que se siente, porque uno pasa a ser el personaje; porque el actor deja de ser uno mismo para que la interpretación sea convincente. Yo sé que se me conoce especialmente como actor de cine porque yo he trabajado mucho más en cine; fuera de Estados Unidos casi no conocen mi trabajo teatral porque no tengo tiempo suficiente para hacer giras. Es decir soy actor de cine y de teatro, entonces puedo afirmar con conocimientos que el hecho estético es igual, porque el arte siempre es efímero.
-Usted ha actuado en más de doscientas películas, ¿podríamos citar algunos directores con los cuales se haya sentido mejor intérprete?
-Fue muy alentador trabajar con Elia Kazán; me dirigió en "Viva Zapata" y me dio mi primer "Oscar". Obtuve otro reconocimiento de la Academia de Hollywood dirigido por Vicente Minelli en "Sed de vivir". También fue buen aprendizaje ser dirigido por Federico Fellini, con el que hicimos "La Strada": es una tristeza no haber trabajado nuevamente con él.
-De las actrices con las que ha trabajado, ¿cuál de ellas le ha impresionado en especial?
-Con la que siempre volvería a trabajar sería con Irene Papas; hemos hecho juntos ocho películas. Yo creo que Irene se ubica como una de las mejores actrices del mundo, y, por mí, hubiera trabajado más con ella, pero no ha querido filmar mucho en el extranjero. Lo que es una lástima. Yo nunca pierdo la esperanza de volver a trabajar con ella. También me siento muy a gusto con Lyla Kedrova, que me ha acompañado en las giras teatrales que realizo en Estados Unidos con "Zorba", como nos viste en San Diego. Son muchas las grandes actrices que han inspirado mi trabajo.
Derecha: Anthony Quinn y Lyla Kedrova en "Zorba".
-Usted nunca se ha declarado satisfecho de su trabajo en televisión, luego de comentar sus incursiones para la pantalla chica ¿a qué se debe?
-A que mis participaciones como actor de televisión han sido atroces, los guiones han sido muy débiles, ninguno me ha dejado satisfecho. No conozco a ningún actor que esté satisfecho con su participación en televisión. Yo quiero que lo que he hecho para televisión sea olvidado, borrado de una vez.
-¿Usted diría, entonces, que no hay demasiadas posibilidades para un buen actor en la televisión?
-Actualmente hay una carencia de buenos escritores que se dediquen a la televisión. Yo desde hace algunos años he decidido no hacer televisión si no tengo un buen guión, alguna historia que me parezca buena, y como casi nada de lo que me envían me parece así, entonces no trabajo para la televisión. Aunque mis películas las emiten de vez en cuando, entonces de todas maneras estoy en televisión. En verdad, siempre prefiero el cine.
-¿Ve usted cine latinoamericano?
-¡Oh sí! Y me interesa mucho. No olvides que soy mexicano, nacido en el estado de Chihuahua y en plena revolución mexicana.
-¿A qué cree usted que se deba que el cine latinoamericano no tenga una suficiente penetración internacional?
-Pienso que existe muy poca autocrítica en el cine de nuestro continente. Uno de los aciertos que ha tenido el cine que se hace en Hollywood, es que ha existido un constante análisis de sus aciertos y errores; se ha ubicado en su lugar gracias a una constante autocrítica. Desde su repercusión como fenómeno social hasta la técnica misma que utiliza. Por ejemplo, te puedo citar a Robert Redford, que luego de desenvolverse en forma más bien comercial, se ubica hoy como realizador de películas como "Gente como uno", en que hace una seria crítica de la política norteamericana. Alrededor de Redford se ha creado un fuerte movimiento de apoyo al cine latino, lo que me parece es positivo para el cine en general.
-¿A qué se debe que usted ha filmado tan poco en Latinoamérica?
-Es una pregunta para la cual quisiera tener una respuesta precisa. No ha sido por falta de deseo, pues siempre he querido trabajar más con los míos, pero no recibo propuestas; es muy raro que me ofrezcan algo. Extrañamente, en mi carrera de actor han sido muy pocos los guiones que me han enviado compañías latinoamericanas, y no sé a qué atribuirlo.-
¿Será debido a que sus honorarios son muy altos?
-¡Oh no! No es esa una razón, porque si algo me gusta de verdad, incluso puedo producir la película o buscar quien lo haga.
-¿Cuál puede ser la causa?
-Siendo mexicano siempre he esperado guiones de México, de directores latinoamericanos, pero no llegan. Supongo que mi tipo es muy común en nuestros países, entonces no soy cotizable. En Estados Unidos tuve que salvar muchos obstáculos para convencer que podía interpretar roles que no necesariamente fueran de latinos. Al comienzo decían los directores que mi cara no calzaba, que tenían que cambiarle el nombre y la nacionalidad al personaje porque no estaba nunca de acuerdo con mi cara. Tuve que trabajar en Europa, hacer de griego, de turco, de italiano, de francés, de estadunidense, mexicano, árabe, polaco, filipino, español, indio, chino, árabe... en fin, tuve que demostrar que un actor es mucho más que su cara. Aún así, de Latinoamérica no me ofrecen normalmente guiones. Los productores latinoamericanos no recuerdan que existo. Nací en México y como tal formo parte de la comunidad latina, aunque lo olviden. Ciertamente es algo que no entiendo.
-¿Lo último que hizo para el cine latino fue "Los hijos de Sánchez"?
-Así es, y fue una co-producción. El guión estaba basado en un libro de Oscar Lewis que me pareció muy interesante; era un verdadero estudio antropológico. Acepté hacer la película aunque al final se me pagó sólo el veinte por ciento de mi sueldo, y no me importó porque no trabajé por el dinero, lo hice porque me pareció un guión importante.
-¿Quedó satisfecho con el resultado?
-No, de ninguna manera. Desgraciadamente la mutilaron tanto que no resultó nada de lo que yo esperaba. Pienso que la versión que se exhibió en Europa, no tan mutilada, es muy superior a la que se conoció en otras partes. Aún así, te debo decir que mi interés por el cine latinoamericano permanece intacto”. Insiste en que, antes que nada, él es mexicano, "y como tal, formo parte del espíritu que mueve a los latinos, algo que siempre preciso en forma terminante donde sea que estoy. ¿Cómo podría ser de otra manera? El nacer en uno de los lugares más castigados y deseados por los intereses revolucionarios de aquellos tiempos, a mi familia y a mí, al igual que a muchas otra familias, la Revolución nos arrojó a Estados Unidos, a emprender otra lucha, en otro ambiente y entre otras gentes, pero soy mexicano, formo parte de la comunidad latinoamericana y siempre lo he expresado así". Le pregunto qué saldo positivo le ha dejado vivir en un país en que no nació, y responde:
-Me dejó un gran arrojo, un gran espíritu de lucha, una fuerte entereza. Mi adolescencia en los Estados Unidos no fue fácil; piensa que a los 16 años trabajaba de "sparring partner" de Primo Carnera, un boxeador de esos tiempos; o sea, que también debí dejarme pegar...
-¿Fueron difíciles sus inicios como actor?
-Creo que estaba aterrorizado, pero necesitaba comer; el hambre hizo que me nacieran grandes inquietudes para alcanzar el triunfo. Poco a poco hice mis primeras incursiones fílmicas, hasta contar con el apoyo de algunos productores que creyeron en mí, como Cecil B. de Mille. Claro que una vez que me decidí, nunca he dejado de trabajar hasta ahora”.
Durante la charla, Quinn se muestra amable y bromista. Cuando le pregunto si pensó alguna vez en retirarse, responde riendo: "Oh sí. Siempre, pero mi familia no me deja. Dicen que aún no tengo suficiente dinero en el banco". Asegura que no es millonario porque en Estados Unidos debe pagar en impuestos el 60 o 70 por ciento de lo que gana: "Además pago impuestos en Italia, porque como mi mujer es italiana, mantengo en Roma otro hogar". Sin embargo, dice que no le importa perder tanto dinero en impuestos: “Lo único que me importa es no perder la fuerza para trabajar”. Le pregunto qué proyecto de filmación tiene actualmente:
-Tengo algunas proposiciones, siempre las tengo, pero aún no he decidido qué aceptaré. Hay un proyecto para hacer una película inspirada en la vida del escritor Honoré de Balzac. Y me han propuesto actuar y dirijir otra sobre la vida de Ernest Hemingway. En ambos casos estoy estudiando el guión. Aunque entre proyecto y proyecto me doy tiempo para hacer otras cosas que me gustan, como mi trabajo plástico, que es algo que me tiene muy entusiasmado.
-Se ha dicho un tiempo que pensaba dedicarse a la política...
-No me interesa realmente la política como ejercicio de vida. Cuando fue presidente John F. Kennedy me ofreció ser embajador de Estados Unidos en Cuba. Le pregunté si podría declarar todas las cosas que quisiera... y todo quedó en el proyecto.
-Usted se ha declarado contrario a los gobiernos totalitarios.
-Eso sí. Y explicarlo es innecesario, basta mirar los noticieros. Hubo una época, hacia 1936, cuando estuve decidido a irme a combatir contra las fuerzas de Francisco Franco, pero por problemas de pasaporte no hice el viaje. Pienso que la Segunda Guerra Mundial se fraguó en España, y es un tema con el cual se podría hacer una buena película.
-¿Qué le parece la situación política actual de Latinoamérica?
-Me parece que es un caos. Pero también creo que del desorden viene el orden, porque es frecuente en la vida que luego del caos venga la calma. Ahora, ven y sígueme, ¡están listos los sopes que vamos a probar! Y mejor no hablemos de política porque estas gentes son las menos confiables que existen, yo creo que los políticos son todos unos mentirosos. ¿Te gusta el queso blanco? Aquí en México es exquisito, y combinado con lechuga fresca es padrísimo, te gustará.
-Gracias señor.

Fuente: anthonyquinn-entrevista.blogspot.com



Filmografía [editar]