Cueva de Lascaux
Lascaux es un complejo de cuevas en el sudoeste de Francia, famoso por las pinturas rupestres que contiene. Las cuevas originales están situadas cerca de la aldea de Montignac, en el departamento de Dordoña (no están pues en la población del mismo nombre, situada a 60 km). Estas contienen parte del arte más antiguo conocido, datado entre 13.000 y 15.000 años a.C. o tan antiguo como 25.000 años a.C.
Lascaux ha sido incluido por la UNESCO entre los bienes declarados Patrimonio de la Humanidad en 1979 con el nombre de sitios prehistóricos y grutas decoradas del valle del Vézère.
Cueva de Altamira
La cueva de Altamira está situada en las proximidades de Santillana del Mar, Cantabria (España). En ella se conserva uno de los ciclos pictóricos más importantes de la Prehistoria. Pertenece a los períodos Magdaleniense y Solutrense, dentro del Paleolítico Superior. Su estilo artístico constituye la denominada escuela franco-cantábrica, caracterizada por el realismo de las figuras representadas.
Cueva Chauvet
La cueva de Chauvet está situada en el departemento de Ardèche, Francia meridional. Llegó a ser famosa en 1994 al descubrir que sus paredes fueron adornadas con ilustraciones paleolíticas, La cueva de Chauvet pronto fue mirada como uno de los sitios más significativos del arte prehistórico del mundo.
Cueva de Magura
Bulgaria, existen 2.000 cuevas exploradas y inexploradas en Bulgaria. En una de ellas, la cueva Magura se pueden ver pinturas en la roca realizadas por habitantes en la prehistoria.
Cueva Cosquer
Francia
Los restos encontrados en la gruta y las pinturas han sido datados en unos 18.500 años de antigüedad, es decir, más antigua que Altamira y Lascaux. Además de una la inundación, en la cueva ha seguido el proceso de la formación de estalactitas en la cámara de aire, pues sigue llegando agua de lluvia de la superficie filtrada por la roca. Algunas de estas estalactitas han borrado parte de las pinturas también. Pero, a pesar de todo esto, se han conservado muchísimas pinturas y grabados, además de dos pequeños hogares (cuyo carbón vegetal sirvió para datarla). En la cueva no vivió nadie que se sepa, solo iban a ella a pintar.
Font de Gaume
La gruta de Font-de-Gaume se sitúa en el centro de Les Eyzies, a orillas del río Vézére, en la provincia francesa de Dordoña. Esta magnífica cueva se localiza a escasa distancia de las cavernas de Les Combarelles, La Mouthe, Cap-Blanc y Lascaux, todas situadas en Dordoña.
Sus pinturas datan del Estilo IV (13500 a.C - 8500 a.C.)según la cronología establecida por Leroi Gourhan en cuanto a estilos artísticos dentro del arte paleolítico. En las zonas de la entrada de la cueva nos encontramos con las pinturas del período más reciente. En ellas se utiliza el color de manera cuidada, casi preciosista, es por esto que algunos lo llaman el "período manierista" de la época, lo que aporta un claro humanismo a las pinturas. También es importante destacar la gran elaboración de detalles en las figuras.
Hace 15.000 años. Zona norte de la Península Ibérica. En el interior de una caverna un artista anónimo pinta un bisonte en el techo de una zona recóndita. A la entrada de la cueva, el clan hace las tareas diarias al amor de una hoguera. Fuera, el frío es intenso, todo está cubierto de hielo, estamos en la última glaciación.
Hace 13.000 años aproximadamente. Un desprendimiento de rocas cierra la entrada de la cueva y la aísla totalmente del exterior. Las pinturas quedan sumidas en el silencio y la oscuridad por siglos.
1.879. Marcelino Sanz de Sautuola, estudioso cántabro aficionado a la arqueología y descubridor de otras cuevas, visita la cueva de Altamira con su hija María de 10 años. Mientras el padre excava el suelo en busca de evidencias arqueológicas, la niña exclama: “¡¡ Mira papá, bueyes !!”. Marcelino le responde: “no son bueyes, ¡son bisontes!”. Inmediatamente los relaciona con la prehistoria y el hombre del cuaternario.
Éste fue uno de los mayores descubrimientos arqueológicos de la historia. Sautuola dató las pinturas en el Paleolítico Superior, periodo magdaleniense. La élite de prehistoriadores franceses se le echó encima acusándole de falsario por decir que eran tan antiguas y le llegaron a acusar de haberlas pintado recientemente . Emìle Cartailhac fue uno de estos prehistoriadores que criticó y atacó con saña a Marcelino asegurando que el hombre prehistórico no tenía la técnica suficiente para realizar unas pinturas tan perfectas como las de Altamira, además, el colorido no podía ser tan nítido después de tantos años. Sólo un científico defendió la tesis de Marcelino sobre la antigüedad de las pinturas, fue el geólogo español Juan Vilanova. Ambos sufrieron enormemente las burlas y ataques de los científicos franceses y algunos españoles.
Veinte años después del descubrimiento de Altamira comienzan a sucederse los descubrimientos de cuevas con pinturas rupestres similares en el sur de Francia. Ya no es posible seguir negando lo evidente: los bisontes de Altamira son auténticos y fueron realizados por el hombre prehistórico en el Paleolítico Superior. Pero para Marcelino ya era demasiado tarde, había muerto hacía algún tiempo y el reconocimiento llegaba con retraso. Cartailhac publica “Mea culpa de un escéptico” donde, de forma elegante y caballerosa, reconoce su error y honra la figura de Marcelino Sanz de Sautuola.
La técnica
El artista de Altamira graba primero sobre la pared de la cueva la figura deseada con una piedra afilada. Posteriormente pinta sobre lo grabado, marcando el contorno en negro con carbón vegetal. El relleno va en ocre logrado a partir de óxido de hierro en polvo. Utiliza agua para diluir los pigmentos y los aplica o con la mano o con un tampón de materia vegetal o bien por soplado (aerografía) con un hueso hueco de ave y proyectándolos como si de una cerbatana se tratara. El pintor se ilumina con lámparas de tuétano, que dan una luz intensa y limpia y no ennegrecen las paredes. La humedad natural de la cueva fija y mantiene la frescura de los colores.
Los animales representados son bisontes, renos, mamuts, caballos, ciervos, cabras, etc. Algunos ya están extinguidos de Europa pues eran propios de clima frío. En Altamira concretamente, los bisontes son el animal más numeroso y aparecen de pie, mugiendo, echados, con la cabeza vuelta, etc. Casi todos están concentrados en el espectacular techo de 18 x 9 metros. El artista los pinta muy realistas, con muchos detalles (hocico, ojos, cuernos, pelaje, sexo, pezuñas, rabo, etc.), los conoce muy bien en su anatomía y comportamiento ya que los caza para comérselos. En un alarde de perfeccionismo, el pintor aprovecha los salientes naturales de la roca para pintar encima los bisontes y obtener un realismo absoluto con la sensación de relieve que se produce. Además de los bisontes, Altamira cuenta con caballos, jabalíes, cabras y una monumental cierva de 2,25 mts.
El Misterio
Desde siempre nos ha intrigado el sentido y el propósito de las pinturas rupestres paleolíticas. Primero se pensó en el “arte por el arte”, las figuras decorarían las cuevas dónde vivían. No obstante, las zonas pintadas son recónditas, de difícil acceso y contemplación. Más creíble parece la hipótesis de la “Magia de Caza”, es decir, el artista pintaría los animales que después cazaría el clan. Muchos bichos tienen armas clavadas o les faltan partes de sus cuerpos (en Altamira hay bisontes sin cabeza); sería tal vez una especie de vudú para propiciar la caza, de cuyo éxito dependía la supervivencia del clan.
Existen también signos misteriosos en las paredes de las cuevas cuyo significado desconocemos, podrían ser trampas, laberintos o alusiones sexuales a la fertilidad y fecundidad. Otro motivo pictórico son las manos en positivo o en negativo (poner la mano sobre la pared y pintar encima, al quitarla queda el negativo). El techo de polícromos de la cueva de Altamira tenía originalmente una altura de 1 metro sobre el suelo, el artista trabajaría por tanto en incómodas posturas.
Características
En el arte rupestre franco-cantábrico (sur de Francia y Cornisa Cantábrica española) las pinturas son polícromas, no forman escenas sino que son animales independientes y a veces superpuestos. Casi no aparece la figura humana. No se representa movimiento, las figuras son muy realistas y cada cueva muestra cierta especialización en una determinada especie (Altamira bisontes). Las figuras están en lugares apartados y recónditos. Todo indica que las cuevas eran como santuarios dedicados a ritos mágicos para propiciar la caza. Probablemente el brujo era el propio pintor. Ante estos prodigiosos bisontes, llenos de elegancia y de fuerza, fruto de una enorme maestría e imaginación, cabe preguntarse si los hombres del paleolítico eran, como algunos piensan, brutos, toscos y salvajes.
La cueva hoy
La visita de miles de personas altera el microclima de la cueva (humedad y temperatura) y estropea las pinturas. Ha sido necesario limitar drásticamente las visitas para garantizar su conservación. Se ha inaugurado recientemente la “neocueva”, réplica exacta de la original que permite sumergirse en el Paleolítico sin comprometer la obra original. La “Capilla Sixtina del arte cuaternario” queda así preservada. Picasso dijo: “después de Altamira todo es decadencia” refiriéndose a la perfección técnica alcanzada en la cueva; Rafael Alberti, impresionado a su vez al visitarla, le dedicó unos hermosos y sentidos versos. Otras cuevas con pinturas rupestres paleolíticas son Tito Bustillo (Asturias), El Castillo (Cantabria), Santimamiñe (Vizcaya), Niaux, Lascaux y Rouffignac (Francia).
Paula 09 Sept 2.008
Lascaux es un complejo de cuevas en el sudoeste de Francia, famoso por las pinturas rupestres que contiene. Las cuevas originales están situadas cerca de la aldea de Montignac, en el departamento de Dordoña (no están pues en la población del mismo nombre, situada a 60 km). Estas contienen parte del arte más antiguo conocido, datado entre 13.000 y 15.000 años a.C. o tan antiguo como 25.000 años a.C.
Lascaux ha sido incluido por la UNESCO entre los bienes declarados Patrimonio de la Humanidad en 1979 con el nombre de sitios prehistóricos y grutas decoradas del valle del Vézère.
Cueva de Altamira
La cueva de Altamira está situada en las proximidades de Santillana del Mar, Cantabria (España). En ella se conserva uno de los ciclos pictóricos más importantes de la Prehistoria. Pertenece a los períodos Magdaleniense y Solutrense, dentro del Paleolítico Superior. Su estilo artístico constituye la denominada escuela franco-cantábrica, caracterizada por el realismo de las figuras representadas.
Cueva Chauvet
La cueva de Chauvet está situada en el departemento de Ardèche, Francia meridional. Llegó a ser famosa en 1994 al descubrir que sus paredes fueron adornadas con ilustraciones paleolíticas, La cueva de Chauvet pronto fue mirada como uno de los sitios más significativos del arte prehistórico del mundo.
Cueva de Magura
Bulgaria, existen 2.000 cuevas exploradas y inexploradas en Bulgaria. En una de ellas, la cueva Magura se pueden ver pinturas en la roca realizadas por habitantes en la prehistoria.
Cueva Cosquer
Francia
Los restos encontrados en la gruta y las pinturas han sido datados en unos 18.500 años de antigüedad, es decir, más antigua que Altamira y Lascaux. Además de una la inundación, en la cueva ha seguido el proceso de la formación de estalactitas en la cámara de aire, pues sigue llegando agua de lluvia de la superficie filtrada por la roca. Algunas de estas estalactitas han borrado parte de las pinturas también. Pero, a pesar de todo esto, se han conservado muchísimas pinturas y grabados, además de dos pequeños hogares (cuyo carbón vegetal sirvió para datarla). En la cueva no vivió nadie que se sepa, solo iban a ella a pintar.
Font de Gaume
La gruta de Font-de-Gaume se sitúa en el centro de Les Eyzies, a orillas del río Vézére, en la provincia francesa de Dordoña. Esta magnífica cueva se localiza a escasa distancia de las cavernas de Les Combarelles, La Mouthe, Cap-Blanc y Lascaux, todas situadas en Dordoña.
Sus pinturas datan del Estilo IV (13500 a.C - 8500 a.C.)según la cronología establecida por Leroi Gourhan en cuanto a estilos artísticos dentro del arte paleolítico. En las zonas de la entrada de la cueva nos encontramos con las pinturas del período más reciente. En ellas se utiliza el color de manera cuidada, casi preciosista, es por esto que algunos lo llaman el "período manierista" de la época, lo que aporta un claro humanismo a las pinturas. También es importante destacar la gran elaboración de detalles en las figuras.
Hace 15.000 años. Zona norte de la Península Ibérica. En el interior de una caverna un artista anónimo pinta un bisonte en el techo de una zona recóndita. A la entrada de la cueva, el clan hace las tareas diarias al amor de una hoguera. Fuera, el frío es intenso, todo está cubierto de hielo, estamos en la última glaciación.
Hace 13.000 años aproximadamente. Un desprendimiento de rocas cierra la entrada de la cueva y la aísla totalmente del exterior. Las pinturas quedan sumidas en el silencio y la oscuridad por siglos.
1.879. Marcelino Sanz de Sautuola, estudioso cántabro aficionado a la arqueología y descubridor de otras cuevas, visita la cueva de Altamira con su hija María de 10 años. Mientras el padre excava el suelo en busca de evidencias arqueológicas, la niña exclama: “¡¡ Mira papá, bueyes !!”. Marcelino le responde: “no son bueyes, ¡son bisontes!”. Inmediatamente los relaciona con la prehistoria y el hombre del cuaternario.
Éste fue uno de los mayores descubrimientos arqueológicos de la historia. Sautuola dató las pinturas en el Paleolítico Superior, periodo magdaleniense. La élite de prehistoriadores franceses se le echó encima acusándole de falsario por decir que eran tan antiguas y le llegaron a acusar de haberlas pintado recientemente . Emìle Cartailhac fue uno de estos prehistoriadores que criticó y atacó con saña a Marcelino asegurando que el hombre prehistórico no tenía la técnica suficiente para realizar unas pinturas tan perfectas como las de Altamira, además, el colorido no podía ser tan nítido después de tantos años. Sólo un científico defendió la tesis de Marcelino sobre la antigüedad de las pinturas, fue el geólogo español Juan Vilanova. Ambos sufrieron enormemente las burlas y ataques de los científicos franceses y algunos españoles.
Veinte años después del descubrimiento de Altamira comienzan a sucederse los descubrimientos de cuevas con pinturas rupestres similares en el sur de Francia. Ya no es posible seguir negando lo evidente: los bisontes de Altamira son auténticos y fueron realizados por el hombre prehistórico en el Paleolítico Superior. Pero para Marcelino ya era demasiado tarde, había muerto hacía algún tiempo y el reconocimiento llegaba con retraso. Cartailhac publica “Mea culpa de un escéptico” donde, de forma elegante y caballerosa, reconoce su error y honra la figura de Marcelino Sanz de Sautuola.
La técnica
El artista de Altamira graba primero sobre la pared de la cueva la figura deseada con una piedra afilada. Posteriormente pinta sobre lo grabado, marcando el contorno en negro con carbón vegetal. El relleno va en ocre logrado a partir de óxido de hierro en polvo. Utiliza agua para diluir los pigmentos y los aplica o con la mano o con un tampón de materia vegetal o bien por soplado (aerografía) con un hueso hueco de ave y proyectándolos como si de una cerbatana se tratara. El pintor se ilumina con lámparas de tuétano, que dan una luz intensa y limpia y no ennegrecen las paredes. La humedad natural de la cueva fija y mantiene la frescura de los colores.
Los animales representados son bisontes, renos, mamuts, caballos, ciervos, cabras, etc. Algunos ya están extinguidos de Europa pues eran propios de clima frío. En Altamira concretamente, los bisontes son el animal más numeroso y aparecen de pie, mugiendo, echados, con la cabeza vuelta, etc. Casi todos están concentrados en el espectacular techo de 18 x 9 metros. El artista los pinta muy realistas, con muchos detalles (hocico, ojos, cuernos, pelaje, sexo, pezuñas, rabo, etc.), los conoce muy bien en su anatomía y comportamiento ya que los caza para comérselos. En un alarde de perfeccionismo, el pintor aprovecha los salientes naturales de la roca para pintar encima los bisontes y obtener un realismo absoluto con la sensación de relieve que se produce. Además de los bisontes, Altamira cuenta con caballos, jabalíes, cabras y una monumental cierva de 2,25 mts.
El Misterio
Desde siempre nos ha intrigado el sentido y el propósito de las pinturas rupestres paleolíticas. Primero se pensó en el “arte por el arte”, las figuras decorarían las cuevas dónde vivían. No obstante, las zonas pintadas son recónditas, de difícil acceso y contemplación. Más creíble parece la hipótesis de la “Magia de Caza”, es decir, el artista pintaría los animales que después cazaría el clan. Muchos bichos tienen armas clavadas o les faltan partes de sus cuerpos (en Altamira hay bisontes sin cabeza); sería tal vez una especie de vudú para propiciar la caza, de cuyo éxito dependía la supervivencia del clan.
Existen también signos misteriosos en las paredes de las cuevas cuyo significado desconocemos, podrían ser trampas, laberintos o alusiones sexuales a la fertilidad y fecundidad. Otro motivo pictórico son las manos en positivo o en negativo (poner la mano sobre la pared y pintar encima, al quitarla queda el negativo). El techo de polícromos de la cueva de Altamira tenía originalmente una altura de 1 metro sobre el suelo, el artista trabajaría por tanto en incómodas posturas.
Características
En el arte rupestre franco-cantábrico (sur de Francia y Cornisa Cantábrica española) las pinturas son polícromas, no forman escenas sino que son animales independientes y a veces superpuestos. Casi no aparece la figura humana. No se representa movimiento, las figuras son muy realistas y cada cueva muestra cierta especialización en una determinada especie (Altamira bisontes). Las figuras están en lugares apartados y recónditos. Todo indica que las cuevas eran como santuarios dedicados a ritos mágicos para propiciar la caza. Probablemente el brujo era el propio pintor. Ante estos prodigiosos bisontes, llenos de elegancia y de fuerza, fruto de una enorme maestría e imaginación, cabe preguntarse si los hombres del paleolítico eran, como algunos piensan, brutos, toscos y salvajes.
La cueva hoy
La visita de miles de personas altera el microclima de la cueva (humedad y temperatura) y estropea las pinturas. Ha sido necesario limitar drásticamente las visitas para garantizar su conservación. Se ha inaugurado recientemente la “neocueva”, réplica exacta de la original que permite sumergirse en el Paleolítico sin comprometer la obra original. La “Capilla Sixtina del arte cuaternario” queda así preservada. Picasso dijo: “después de Altamira todo es decadencia” refiriéndose a la perfección técnica alcanzada en la cueva; Rafael Alberti, impresionado a su vez al visitarla, le dedicó unos hermosos y sentidos versos. Otras cuevas con pinturas rupestres paleolíticas son Tito Bustillo (Asturias), El Castillo (Cantabria), Santimamiñe (Vizcaya), Niaux, Lascaux y Rouffignac (Francia).
Paula 09 Sept 2.008
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