A fines del siglo XIX, cuando Camilo Mori nacía, el 24 de Septiembre de 1896, la plástica en Europa estaba dando sus primeras luces de cambio con los pintores impresionistas. Acaso en ese intento de plasmar en una tela rápidamente un momento o unas determinadas luces, hubo un presentir, por parte de la sensibilidad de los artistas, de lo efímero que todo sería ante la crueldad y la destrucción que el drama de las dos grandes guerras mundiales traería consigo. No cabe duda, el siglo XX fue de cambios dramáticos en todas las artes y en todos los sentidos: sociales, políticos, geográficos, tecnológicos, científicos y por supuesto artísticos.
Lo que se anunciaba con tanto escándalo en la aurora de los impresionistas, - recordemos el mentado "Salón de refusées"("los rechazados") - no era más que un tímido asomo a la sacudida que sufriría toda la plástica, que destruida cual Europa, no ve otra salida que un renacer con otra faz, a veces genial, a veces loca, pero siempre un cambio radical y por sobre todo, creativo.
Al observar en Viña del Mar un conjunto de casi setenta de sus obras, pertenecientes a diferentes colecciones privadas y públicas, advertiremos los variadísimos estilos en los que el pintor probó sus capacidades. Significa que se enteró y analizó cada corriente plástica, en otras palabras, que absorbió su época por completo en lo que a la plástica se refiere, dejando huella de una amplia visión de mundo en su pintura. El pintor regional, que vio la luz en el porteño Cerro Bellavista, frente al edificio de los padres carmelitas, es motivo de orgullo para los chilenos. Logró, muy merecidamente, el Premio Nacional de Arte en 1950, a los cincuenta y tres años.
ADIÓS AL COLEGIO, INICIO DE LA ACADEMIA.
Algunas copias al afamado pintor Ramos Catalán marcan el muy temprano despertar a la pintura de Camilo Mori. En el Liceo de Valparaíso, sorprende al profesor del ramo con paisajes del natural y copias de conocidos autores, que presenta en una muestra con motivo del cincuentenario del colegio. Su interés se incrementa desde allí, de tal forma, que abandona el colegio para dedicarse de lleno a la pintura, con la venia de su padre.
El palacio del Parque Forestal, recientemente inaugurado, le permite ingresar a la estricta Academia de Bellas Artes de Santiago dirigida por Francisco Alvarez de Sotomayor, - más tarde director del Museo del Prado - con apenas 17 abriles. Durante seis períodos estudió a fondo las materias obligatorias de la época: "Croquis" con Juan Francisco González, "Dibujo de Busto" con Agustín Undurraga, "Dibujo de Estatua" con Ricardo Richon Brunet - Crítico de Arte por esos años - , y "Paisaje" con Alberto Valenzuela Llanos, el exitoso paisajista colchaguino. De cada uno recibió alguna influencia y una dosis de oficio, que le fueron útiles en sus viajes, pintando por el mundo, cuando llegó la hora de solucionar solo y acertadamente una composición.
El primero de sus viajes a París lo realiza en 1920. Pensemos en Camilo Mori saliendo de una estricta y españolizante academia y llegando de pleno a la modernidad de la capital mundial del arte, donde ya se habían visto retrospectivas del trabajo de Cézanne, la primera en 1909, y se habían inaugurado pinturas tan diferentes a las nuestras, como Les Demoiselles D'Avignon -1907-, el cubismo sintético de Picasso y Gris, el collage, además del expresionismo y la pintura abstracta de Kandinsky, cuya primera acuarela abstracta se estrenó en 1910.
La pintura del artista cambió. Maduró e hizo suyos los nuevos principios y ello se reflejará para siempre en sus obras. Adquiere el gusto por la simplificación de las formas, notable en comparación a las exigencias académicas anteriores, el color abandona la tendencia oscura, obvia influencia de la "Generación del Trece", llamada también la "Generación Trágica" y aparece cercano a los impresionistas tardíos y expresionistas. Incursiona por el cubismo y el fauve. Lo más importante: ha abierto su mente al cambio con la más entera libertad. Este nuevo conocimiento volvería a Chile con él.
Viaja por Europa y expone durante un par de años en los Salones Oficiales de París y de Madrid. Su situación económica y de salud es precaria. Tanto, que le debe ser extirpado un riñón, pagándole al médico con sus pinturas.
De vuelta al país, funda el Grupo Montparnasse en 1923, junto a Julio Ortiz de Zárate, Luis Vargas Rosas, Enriqueta Petit y José Perotti. Plantearon los postulados de Cézanne y de los artistas europeos de post guerra (Primera Guerra Mundial), y la libertad plástica por supuesto, marcando un hito en la reposada tradición pictórica nacional.
Desnudos a gran formato, bodegones estructurados orientados hacia la recuperación de las formas cezanneana y los rostros algo deformados de modelos de vida ligera, causaron escándalo en la exposición organizada por el grupo para la primavera de 1923 en la Casa de Remates Rivas y Calvo. Pero la nueva concepción del arte prendió rápido y en el "Salón de Junio" de 1925, el grupo aparecía con nuevos adeptos: Bianchi, Vila, Caballero, Dominicis, Eguiluz, Gazmuri,González, Huidobro, Isaías, Malvar, Vidor, Yáñez, además de Vicente Huidobro en la poética, ¡exhibiendo junto a Juan Gris, Picasso, Léger, Marcoussis, Lipchitz y Valadon!. Todo un suceso que marcaría a la plástica nacional
Tras esta exposición, ya casado con Maruja Vargas, regresa a Europa, donde alternó con los grandes pintores de su tiempo y con músicos, literatos y plásticos chilenos que vivían en la capital francesa. Vuelve a Chile para ser Comisario del Salón Oficial de 1928.
LA GENERACION DEL 28.
La renovación plástica, ya se había instalado en Chile. Y Camilo Mori era el conductor espiritual de una nueva y abundante camada de artistas que adherían a las corrientes modernas y exigían cambios en las enseñanzas del arte.
Los conflictos estudiantiles dan pie a que el Ministro de Instrucción Pública cierre la Escuela de Bellas Artes y mande a Europa a los más destacados jóvenes - 26 en total, entre los que se cuenta Camilo Mori - a estudiar las corrientes nuevas y a hacer copias de las famosas obras de arte para mandarlas al país. Esta nueva generación regresa en1931, en su mayoría a realizar la docencia. La enseñanza del arte ha pasado a manos de la U. de Chile y se ha creado en ella, la Facultad de Bellas Artes. Nuestro artista fue profesor de la Escuela de Arquitectura desde 1933, por casi treinta años.
EL RETRATISTA.
El retrato es una de las grandes vertientes del trabajo de Camilo Mori, que practicó en diversos estilos, inicialmente apegados al academicismo clasicista, de perfectas degradaciones y tonos al natural. Poco a poco los rostros se simplifican y son más estructurados. Podemos comparar en la muestra por ejemplo, el delicado "Retrato de Maruja", con los detalles del pelo y de la blusa blanca de encaje, con la sólida estructura de "Pablo Garrido y su guitarra", fechado 1925 o con el trazo negro y formalmente delimitante en "Retrato de Nora", de grandes y sueltas pinceladas, crudo realismo respecto al deterioro humano, fauve y con acentos dramáticos aumentados por el rojo del fondo.
Sus modelos preferidos fueron sin embargo, su esposa Maruja y su único hijo; "Pincoy", al que dedica desde la infancia hasta la adolescencia, múltiples versiones. Siempre parece endulzarse el pintor al trabajar los ojos oscuros del niño. En una de sus destacadas composiciones aparecen juntos, madre e hijo: "Navidad". Aunque el tiempo ha hecho estragos en el colorido original, se alcanza a distinguir en el plano posterior, el árbol de Pascua y sus luces y algunas simples formas de los animales de un pesebre. El plano cercano muestra a la madre de perfil, un tanto difusa, centrada la atención en la expresión de los ojos del niño que lleva en brazos. Ese "difuso" aparece en muchas obras, como si no quisiera el autor separar los contornos del fondo y contrasta con la gruesa línea oscura que define la forma en otras de sus telas.
VARIADA TEMATICA.
Camilo Mori pintó muchos paisajes. Algunos con intención de expresividad en la materia, como "Bajada de carretas", que soluciona el primer plano con la cromática de la sombra de la empinada callejuela porteña. Otros, de corte impresionista, recuerdan la pintura de Pizarro: "París nevado", por ejemplo. También pintó con una síntesis formal envidiable para cualquier pintor moderno, en "Vista de Florencia", o "A la misa del alba". Su ciudad, Valparaíso, fue motivo constante de obras y la preciosa visión del puerto de noche quedó registrada en "Nocturno en Valparaíso" y varios otros títulos.
Influencia de Goya y de Velázquez pueden pensarse en el enano que recrea en "La tierra era mi luna", en la que parece mezclar el óleo con la tinta, ocupando ésta para una marcada grafía, lo que significaría haberse adelantado a su tiempo en otras áreas, como las técnicas mixtas. En "Músicos ambulantes", si bien ha perdido color y definición con el tiempo, la intención no ha sido expresamente cubista, como se dice. Se producen formas geométricas entre el organillo y el tambor, pero los músicos están simplificados como en muchos de sus lienzos, más conservando siempre las proporciones.
Una pintura increíble, pues recuerda la de Bacon, es la figura roja de un hombre colgado de ninguna parte, que se titula "Ecce Homo". Por los derroteros de los sueños, haciendo coexistir realidades imposibles, están "Recuerdos de Venecia", "Evocación de New York" o "Mi ventana porteña". La muestra cuenta, además, con bodegones al collage y partición en planos, obras abstractas como "Reflejos", trabajos en el campo del afiche y en acrílicos, como "La familia", dibujos a la tinta y serigrafías. Puede con toda razón nombrársele un artista fecundo y versátil.
OTRAS ACTIVIDADES Y VIAJES.
Participó en lo gremial en la Asociación de Pintores y Escultores, hizo aportes a la ley que exige que los edificios fiscales cuenten con obras de arte. También aportó a las bases del Premio Nacional de Arte. Fue muchas veces jurado de los Salones Oficiales. En 1938 es enviado a decorar el pabellón de Chile en la Feria Mundial de Nueva York, donde vive hasta 1940. Su obra se encamina en ese entonces por la pintura metafísica.
El último viaje a Europa lo realiza en 1957, acercándose en esta oportunidad al expresionismo abstracto. Investiga sobre el valor del color por sí, la mancha, la fuerza de la oposición cromática, la improvisación con el pincel y la subdivisión del formato. En sus últimos años, incursiona por el realismo del cartel, influencia venida de Norteamérica.
Recibió gran cantidad de premios durante su vida, que culminan en el Premio de Honor del Salón Oficial de 1942 y más tarde en el Premio Nacional de Arte en 1950.
Maria Mansilla sacado de www.scaner.cl 24 oct.2008
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