A lo largo de la historia de la música han sido muchos los compositores que han concebido obras inspiradas en esta leyenda y específicamente en la vertiente literaria emanada del trabajo de Goethe.
En el campo de la música escénica figuran con mayor fuerza tres grandes óperas que con mayor o menor apego siguen la obra de Goethe: “Mefistófeles” de Arrigo Boito, “La condenación de Fausto” de Hector Berlioz y “Fausto” de Charles Gounod.
La producción operística de Gounod (1818–1893) acumula una docena de títulos, la cual con la excepción de “Romeo y Julieta” es bastante desconocida, ya que se ha visto opacada frente al gran éxito y difusión que ha alcanzado “Fausto”, su cuarta ópera en orden cronológico de composición.
A los veinte años de edad Gounod se trasladó a Italia, por haber ganado el codiciado Premio de Roma con su cantata “Fernand”. Allí estuvo tres años y fue en estos momentos cuando el joven compositor manifestó su interés por poner en música el drama de Goethe.
A partir de entonces y en el curso de las dos décadas siguientes fue escribiendo los temas de los diferentes episodios que el desarrollo de la obra iba sugiriéndole. Se señala que una de las primeras aproximaciones a la composición de lo que aún no se visualizaba ni como ópera ni como cantata fue la escena de la noche de Walpurgis, que luego ocuparía el comienzo del quinto acto de la ya planeada ópera “Fausto”.
El paso decisivo para encarar esta ópera vino cuando Charles Gounod presenció la obra teatral “Fausto y Margarita” de Michel Carré. Por entonces el compositor estaba en los preparativos para estrenar “Sapho”, su primera ópera, y fue a través del libretista de esta obra que Gounod conoció a Jules Barbier, quien ya tenía redactado un libreto sobre “Fausto” que Jacobo Meyerbeer había rechazado.
Fue este un momento que Gounod no quiso dejar pasar y pidió a Barbier que solicitara a Carré los derechos para poder fusionar ese libreto ya disponible con elementos de su “Fausto y Margarita”. La aprobación llegó y en 1857 Jules Barbier y Michel Carré aceptaron el encargo de Charles Gounod de confeccionar un libreto definitivo, en el cual éstos restaron importancia a los aspectos filosóficos del original literario y dieron un peso más gravitante a la relación amorosa entre Fausto y Margarita.
En esta labor de redacción del libreto, no obstante señalarse que fue un trabajo conjunto de Barbier y Carré, debe puntualizarse que fue Jules Barbier el que realizó una labor mucho más importante.
Una vez que el proceso de composición hubo terminado, “Fausto” fue ofrecida al Teatro de la Opera de París, pero su empresario no la aceptó. Así entonces, fue Leon Carvalho, director del Teatro Lírico de París, quien la acogió, pero postergando en un año su estreno debido a que otra ópera relacionada con el mismo tema de Goethe seria presentada en fecha cercana en la capital francesa.
A modo de reivindicación ante este atraso, Carvalho pidió a Gounod componer una ópera más liviana para presentarla en el intertanto, y así fue como surgió “El médico a palos”, basada en la obra de Voltaire. Esta tuvo un libreto de la misma dupla Barbier-Carré y fue estrenada en la Opera de París, en enero de 1858.
Pasada la forzada espera, “Fausto” tuvo definitivamente su estreno el 19 de marzo de 1859 en el Teatro Lírico de París, con éxito sólo moderado. Luego se agregaron los recitativos cantados, nuevos fragmentos, e incluso un ballet en el quinto acto, acercando cada vez más la obra a los cánones de la “Gran Opera” francesa.
Para “Fausto” pronto comenzaría una carrera de triunfo, que la convertirían, junto a “Carmen” de Georges Bizet, en la ópera más famosa del repertorio francés. La popularidad de “Fausto” en la segunda mitad del Siglo 19 fue enorme, con una altísima frecuencia de representaciones no sólo en París, sino también en muchas otros grandes ciudades. En Londres, por ejemplo, desde su estreno en 1863 fue representada todos los años por cinco décadas. “Fausto” fue también la ópera elegida para inaugurar el Metropolitan Opera House de Nueva York, en 1883.
En el plano anecdótico señálese que en Alemania la ópera adoptó el título de “Margarita”, la heroína de la obra. Y esto porque los germanos consideraron inapropiado cuando no indigno el título de “Fausto” para una ópera cuyo libreto no respetaba a Goethe.
ARGUMENTO
“Fausto” se desarrolla en cinco actos, que toman lugar en Alemania, en el Siglo 16.
Acto primero
En su estudio, el anciano Doctor Fausto decide poner fin a su vida bebiendo un veneno. Al oír desde el exterior los cantos del día de Pascua de Resurrección siente nostalgia de su juventud y llama al demonio a que venga en su ayuda.
Al momento aparece Mefistófeles, quien le ofrece fortuna, gloria y poder, pero a Fausto sólo le interesa la juventud. Mefistófeles esta dispuesto a darle la eternidad, pero a cambio de su alma. Como Fausto duda, el Demonio hace aparecer la imagen de la bella Margarita, una joven del pueblo, lo que convence al Doctor, quien firma el pacto.
Entonces el viejo se transforma en un joven ricamente vestido, listo para emprender una serie de aventuras guiado por Mefistófeles.
Acto segundo
La acción transcurre en una animada taberna, durante la kermesse de Pascua de Resurrección.
Un grupo de soldados se va a la guerra. Entre ellos está Valentín, llevando al cuello una medalla de su hermana Margarita, como signo de protección. Valentín encarga a Siebel, un adolescente, que cuide de su hermana.
Aparece Mefístófeles e interrumpe los cantos con una canción propia y predice a Valentín su próxima muerte. Cuando Mefistófeles interviene sobre el vino de la taberna todos se dan cuenta que es el mismo diablo y lo hacen huir mostrándole sus espadas en cruz.
Mefistófeles aparta a Fausto hacia otro lugar, por donde pasa la modesta y sencilla Margarita a quien Fausto aborda sin éxito aparente.
Acto tercero
El joven Siebel coloca flores en la puerta de la casa de Margarita, pero el Demonio hace que se marchiten.
Siebel toma agua bendita y rocía sus nuevas flores con el líquido. Ahora el diablo no puede marchitarlas.
Mefistófeles lleva a Fuasto ante la casa de Margarita, donde el ahora joven galán admira la sencillez de su vida. El diablo coloca un pequeño cofre con joyas y un espejo sobre un asiento; cuando viene Margarita, impresionada por su encuentro con Fausto, aparta las flores y toma las joyas, con las que se adorna coquetamente.
Mientras Mefistófeles entretiene a Marta, la vecina de Margarita, ésta se deja seducir por Fausto, a quien el demonio empuja para que entre en la casa con ella.
Acto cuarto
Cuadro Primero
Habitación de Margarita. La muchacha espera un hijo de Fausto, al que no ha vuelto a ver. Margarita lamenta su destino, mientras recibe las burlas de los antiguos amigos que pasan bajo su ventana.
Sólo Siebel se mantiene fiel a ella y viene a consolarla, ofreciéndose luego a vengarla, pero ella sólo espera la ayuda de Dios y va a una iglesia.
Cuadro Segundo
En el Interior de una iglesia, Margarita suplica a Dios que escuche su plegaria, pero se interponen las voces del Infierno, en especial la de Mefistófeles, que le anuncia que su alma está perdida.
Los cánticos religiosos son sobrepasados por las voces de los demonios que maldicen a Margarita, quien se desmaya ante tanto tormento.
Cuadro Tercero
Plaza cercana a la casa de Margarita. Desfila una tropa de soldados victoriosos, donde viene Valentin. Al ver a Siebel, le pregunta por Margarita y se entera que ella ha ido a la iglesia. Al partir los soldados, Valentin entra a su casa, pese a las advertencias de Siebel.
Llegan Fausto y Mefistófeles, quien canta una serenata sarcástica que Fausto prefiere no escuchar.
La puerta se abre, pero quien aparece es Valentin, reclamando una explicación. Fausto y Valentín se baten a duelo, resultando victorioso el primero, quien huye junto a Mefistófeles. Llegan unos vecinos, Marta y luego Siebel y Marguerite.
Valentin, moribundo, maldice a su hermana.
Acto quinto
Cuadro Primero
Montañas del Hartz, donde tiene lugar la “Noche de Walpurgis”. Mefistófeles guía al horrorizado Fausto. Buscando hacerlo olvidar a Margarita, el demonio transforma el siniestro paisaje en un sitio encantado al que acuden las almas de los muertos, brujas y duendes, y también las bellezas de la antigüedad: Cleopatra, Aspasia, Taïs y Helena de Troya.
Fausto se une al grupo en un brindis, pero súbitamente aparece ante él la visión de Margarita, pálida y silenciosa, con la seña de una herida. Fausto pide entonces a Mefistófeles que lo lleve de inmediato hacia ella.
Cuadro Segundo
Margarita está en la cárcel por haber matado a su hijo, y será ejecutada al amanecer. Gracias a las llaves que Mefistófeles le ha robado al carcelero, él y Fausto entran en la celda mientras ella duerme.
Fausto echa a Mefistófeles y despierta a Margarita, quien lo reconoce con alegría. El demonio regresa, apresurando el escape, pero Margarita retrocede aterrada al escuchar esa voz.
Los apremios son en vano: la muchacha encomienda su alma a Dios y cae muerta; “condenada” según Mefistófeles “salvada” según las voces celestiales. El techo de la celda se abre para dejar subir al cielo el alma de Margarita.
Fausto cae de rodillas y Mefistófeles se hunda hacia las entrañas de la tierra bajo la luminosa espada de un ángel.
La ópera concluye con el Himno Pascual de la Resurrección entonado por un triunfante coro.
Música 28 oct 2008 sacado de www.beethovenfm.cl