"…mi vida ha estado compuesta de episodios azarosos, tangenciales, disparatados... Cinco esposas, muchas relaciones, algunas más memorables que unos matrimonios, la cacería, las apuestas, los 'purasangre', pintar, coleccionar, boxear, escribir, dirigir, actuar... Mi vida ha estado muy bien, pero no tengo la menor idea de cómo llegué a este momento de mi vida, en el que he perdido la huella de mis años. He vivido muchas vidas y me inclino a tener envidia al hombre que vive una sola, con una mujer, un trabajo, un país... bajo un solo Dios. Quizá esa no sea una existencia emocionante, pero al menos cuando llega a mi edad sabe cómo ha llegado. Yo no lo sé. Sólo cuento los nombres de aquellos que se han ido y de aquellos que aún están: los cuento como un pirata cuenta su botín al final de un largo viaje".
John Huston
Entrevista de Waldemar Verdugo Fuentes al director de cine John Huston, publicada en Papel en revista VOGUE.
Primer encuentro:
El botín al final de un largo viaje
John Huston viste todo de blanco, es alto y fuerte: tiene 74 años, y él mismo maniobra con precisión el timón de la pequeña embarcación: vamos por aguas del Pacífico mexicano desde Puerto Vallarta hacia su hogar, que está en una especie de isla, unos treinta minutos mar adentro. Huston ha venido por nosotros muy temprano al hotel en Vallarta, para trasladarnos en su jeep unas quince millas hacia el sur, hasta la aldea de pescadores de Boca Tomatlán, donde la carretera se aleja del mar y entra en las montañas, aquí hemos embarcado en su lanchón. Junto a un amigo que le acompaña y Patricia Alizau, fotógrafo del staff de VOGUE, formamos todo el grupo. Ahora debo decir, para ubicar al lector, que el sistema para hacer las entrevistas cada mes, específicamente en la revista VOGUE, donde he trabajado normalmente, en verdad, se adecúa a la disponibilidad de tiempo del entrevistado, primero, y segundo, al reportero que se designe. Lo más común, cuando no es uno mismo quien propone la entrevista, es que se nos avise poco tiempo antes que debemos hacer tal o cuál trabajo, sin embargo, para esta entrevista con Huston, fuí designado con mucha anticipación, lo que me dio realmente tiempo para prepararme: he visto casi todo su cine, muchas de las películas en que intervino como actor o director o porque el guión le pertenecía; antes pude leer noticias de su vida de toda índole; pedí opiniones a gentes que le conocían; entonces, algo sabía de su generación y de la leyenda que él mismo encarna en la historia del séptimo arte... sin embargo, me plantié que conversaría con él como lo haría un simple espectador de cine, que no ha buscado en la pantalla grande más que entretención, sin el menor deseo de cuestionarlo en ningún aspecto; esta sola intención me preparó para enfrentarlo, no sin alguna aprehensión, que acaba cuando le soy presentado: desde el primer instante Huston trata a los demás como si uno fuera amigo de toda su vida, se comporta conmigo con la misma naturalidad que si nos conociéramos de siempre; es magnánimo, de lo más amable, es como un viejo león que no necesita probarle nada a nadie, ya en paz consigo mismo. Siento que mi intención fue la precisa, porque, en verdad, debo decirlo, ha sido mi encuentro con Huston de lo más fácil que se pueda imaginar: es la clase de personas con la que uno podría hablar siempre más de lo que se habló. El mismo comienza narrando por qué elijió este sitio para vivir, aparentemente, tan alejado del mundo:
- El mundo siempre me ha encantado, pero después de llegar a cierta edad, decidí seguir un viejo consejo irlandés sobre intentar vivir cerca del mar, porque hace que las viejas heridas dejen de doler. El mar reanima el espíritu, hace más rápidas las pasiones de la mente y el cuerpo y, pese a lo fugaz de todo, uno aquí vive empapado de cierta tranquilidad en el alma. Vivo en las Caletas gozando de la grandiosidad de lo creado.
- ¿Es posible llegar aquí por tierra?
- No hay camino, y por los senderos que hay en la selva, es necesario atravesar media hora de obstáculos para llegar al sitio poblado más cercano; éste es un lugar frente al mar y de espaldas a la selva, por esta razón se le ve como una isla. Está dentro de las fronteras de Bahía de Banderas. La golpean los huracanes hacia el norte y el sur. Han causado enormes destrucciones los huracanes en Mazatlán y Manzanillo, pero las montañas de alrededor desvían las fuertes tormentas de las Caletas. Sí llegan las olas enormes pero nunca los grandes vientos. Aquí he rentado uno y medio acres a la comunidad de los indios chacalas. Mi hogar es un refugio más que casa formal, ya que, a excepción de los almacenes, a nada rodea un muro; el paredón ocasional no tiene más función que la privacía. Contra el viento y las inclemencias estamos protegidos por tela de vela, como puedes ver.
El lugar hechiza: es un pequeño pedazo de tierra verde y exótica en medio de las aguas. El entorno está cubierto con un sutil velo de reminiscencias mexicanas, aquí y allá veo enormes cántaros que recolectan agua de lluvia, máscaras, alfarería, telares multicolores. Nos recibe Maricela, la joven esposa mexicana de Huston, y su pequeña hijita que, de inmediato corre junto a él. Con algunos empleados conforman todos los habitantes de la isla. Le pregunto cómo transcurre aquí su tiempo:
- Maricela es quien dirije todo, incluyéndome a mi. No existiría Las Caletas sin ella. La vida aquí se vive al aire libre. En la noche, criaturas salvajes bajan a inspeccionar los cambios que hemos hecho en sus dominios: coatís, zarigüeyas, ciervos, jabalíes, ocelotes, boas, aún hay algunos jaguares porque nos hemos encontrado sus huellas en las mañanas y hemos topado alguno ocasionalmente. Bandadas de pericos frenéticos llegan volando con la primera luz del día y llenan de voces los amaneceres. Ya con el sol la jungla se tranquiliza y comienza a hablar el mar: los pelícanos por encima de las olas, las gaviotas y otros pájaros marinos se lanzan a la bahía que está llena de sardinas y muchos otros peces. Hay una manta-raya que regularmente nos da un espectáculo a unas cincuenta yardas de la costa, siempre salta dos veces, la primera para llamar nuestra atención, después se lanza a tal altura del agua que es posible ver las pecas en su panza blanca...
- ¿Ha encontrado su Moby Dick?
- ¡Oh, sí! -responde de inmediato, y sonríe-. Ballenas grises jorobadas plagan las aguas frente a la costa, éste es el punto más al sur en que han estado por lo que llevamos un registro de sus apariciones. Aquí los inviernos son sumamente claros, casi no llueve durante nueve meses. En primavera los verdes de la selva se han convertido en tonos olivo; a fines de julio comienzan a reunirse las nubes, se hacen espesas y bajan hasta llegar a la mitad de las montañas; entonces la atmósfera se hace más y más pesada y en un instante se abren los cielos y caen lluvias torrenciales. Inmediatamente hay explosiones de color en toda la selva. En la noche vas a ver una exhibición eléctrica en el mar, vas a ver iluminado el horizonte como si hubiera un gran duelo de artillería entre dos mundos.
El día se ha ido en un instante, hemos estado horas conversando sentados por allí en una roca, en la playa, siguiendo la ruta de un animalito hasta la entrada a la selva; la presencia de Huston se impone de inmediato, aún con sólo sus ojos avizores, también suele ser imprevisto: al atardecer, Patricia había montado su set en un rincón de la enorme sala, cuando se apareció Huston trayendo al cuello una enorme boa que tenía domesticada y vivía libre: así pidió ser fotografiado. Luego de mucho tiempo el reptil enorme se deslizó de su cuello y se perdió por el patio, hacia la selva, su reino natural; ya de noche, en verdad, estalló el cielo: son colores de los más vivos que existen en constante transmutación, rayando nuestro espacio inmediato las luciérnagas que no dejan jamás de jugar. Huston es aquí feliz:
- No tengo la menor idea de cómo llegué a este momento de mi vida -nos dice-, pero me hace feliz haber llegado precisamente aquí. He perdido la huella de mis años. He vivido muchas vidas y me inclino a tener envidia al hombre que vive una sola vida, con una mujer, un trabajo, un país...bajo un solo Dios; quizás esa no sea una existencia emocionante, pero al menos cuando llega a mi edad sabe cómo ha llegado. Yo no sé. Solo cuento los nombres de aquellos que se han ido y de aquellos que aún están: los cuento como un pirata cuenta su botín al final de un largo viaje.
- En todo caso, usted irradia gran fortaleza.
- ¿Te parece?. Creo que sí soy fuerte aún. Mi vida ha estado muy bien; ha estado compuesta de episodios azarosos, tangenciales, disparatados...cinco esposas, muchas relaciones, algunas más memorables que unos matrimonios, la cacería, las apuestas, los "purasangre", pintar, coleccionar, boxear, escribir, dirijir, actuar.
- ¿Existe alguna continuidad en su trabajo?
- No veo ninguna, no hay relación entre un film y el siguiente.
- Precisamente se ha dicho que la notabilidad de su cine es la diferencia entre una y otra cinta.
- Es posible, entonces, que así sea. Por lo demás tampoco puedo encontrar un hilo conductor entre mis matrimonios: ninguna de mis esposas ha sido ni remotamente parecida a alguna de las otras, y seguramente ninguna fue como mi madre; fueron una bella mezcla que para mi se resume en Maricela. Mi vida ha sido una bella conjunción que finalmente me trajo junto al mar".
John Huston y Waldemar Verdugo Fuentes, autor de esta entrevista, en Las Caletas, Puerto Vallarta, México.
- Puerto Vallarta, especialmente, está, además, unida a su quehacer fílmico...
- Esta zona está unida a mi vida entera. La primera vez que vine, hace treinta años, era una aldea de pescadores con unos dos mil habitantes. No había más que una carretera por la que no se podía pasar de ninguna manera en tiempo de lluvias. Venía en mi avión pequeño y teníamos que espantar a las vacas del lugar de aterrizaje. Había un solo taxi y un hotel: "El Paraíso", que atendía a marinos y gentes de paso. Nunca dejé de volver.
- De hecho la primera vez que se escucha hablar del lugar fue cuando usted filma en la playa de Mismaloya "La noche de la iguana"...
- Así es. A partir de ese film hay más turistas que iguanas. "La noche de la iguana" es la historia del reverendo Lawrence Shannon, un clérigo episcopal recluido en su iglesia debido a un escándalo en que estaba involucrada una jovencita, que al fin le obliga a dejar su trabajo religioso, y lo reduce a servir de guía a un grupo de maestros de escuela en un viaje barato a México.
- ¿Por qué se incluye esta cinta en el cine-negro?
- Quizás se ha dicho que pertenece al cine-negro porque se trata de la historia de un hombre deshecho que está al borde de la desesperación. Aunque uno nunca hace un film pensando en que pueda ser clasificado de alguna manera específica.
- ¿Cómo nació la idea de filmarla en Vallarta?
- Cuando mi amigo Ray Stark me dijo que quería que hiciéramos una cinta basada en un texto de Tennessee Williams acepté con mucho gusto, primero por la amistad que nos une, y luego porque Ray tenía esa clase de intelecto que siempre está alerta y que me da plena confianza venga de quien sea.
- El reparto de “La Noche de la Iguana” fue excepcional.
- De lo mejor en esa época -nos dice Huston-, en su estilo de acuerdo a lo que necesitábamos. Estuvimos de acuerdo en que Richard Burton podría desempeñar idealmente el papel del reverendo Shannon, y que Deborah Kerr sería Hannah Jelkes, la pintora viajera del grupo. Ava Gardner representaría a Maxine, la encargada del hotel. En Suiza conversamos con Burton, y a Deborah la ubicamos en Londres, ambos aceptaron el papel sin inconvenientes. Luego volamos a Madrid, donde se encontraba Ava Gardner. Yo la conocía desde antes y alguna vez intenté conquistarla sin éxito, por lo que dejé la misión a Ray. Luego de cuatro días acompañándola por la vida nocturna española, logramos convencerla. El elenco lo compondrían además Sue Lyon y Cyril Delevantí, un viejo actor de Hollywood que haría el abuelo de Deborah, un anciano poeta que interpretó maravillosamente.
- ¿Vio a Tennessee Williams?
- ¡Oh, sí! Vino una vez y luego fuimos a Key West a visitarlo en su cabaña, pero nos quedamos en un hotel porque sólo se trataba de hablar con él acerca de unos cambios en la adaptación de su obra para el cine. Además porque en esa época Tennessee mantenía un mènage con un hombre ya mayor con el que había estado viviendo durante muchos años, y que ahora estaba enfermo, y con un joven que se llamaba Freddy, de quien él estaba muy enamorado; además tenía cinco poodles negros...así es que decidimos quedarnos francamente en un hotel. Tennessee se preocupó de ser un anfitrión amable, y aunque de ninguna manera era una actividad regular para él, nos llevó de pesca. Su joven amigo Freddy, entonces, trató de nadar alrededor de la lancha pero entró en pánico y comenzó a gritar para que lo sacáramos. Cuando lo subieron a bordo, Tennessee le dio respiración artificial largo tiempo, mientras el capitán miraba la escena incrédulo; nos divirtió mucho estar con Tennessee. Sus textos son excepcionales; "La noche de la iguana" me pareció así al menos: excepcional, y acepté hacerla de inmediato.
- ¿Cómo se enteró usted de Puerto Vallarta?
- En Los Angeles había conocido a un arquitecto y empresario mexicano, Guillermo Wulff, a quien le comenté que andaba buscando locaciones para el film y él me convenció de ver Mismaloya, que estaba a unos cuantos kilómetros en lancha desde el único puerto en Vallarta, la Playa de los Muertos; y aunque me informó que era tierra de los indígenas, también dijo que era posible rentarla. Vinimos y era ideal. La selva siempre creciendo hacia el mar, la claridad, todo me pareció apropiado en Mismaloya, me pareció perfecta la playa para la filmación. Podíamos trabajar y vivir allí durante el transcurso del rodaje.
- ¿Había luz eléctrica?
- No había nada. Lo solucionamos trayendo una planta generadora. Hicimos incipientes construcciones, el sitio para vivir, una cocina, trajimos tanques y bombas para solucionar el problema del agua y tener un abastecimiento adecuado, un restaurante, un bar, abrimos los caminos y senderos que se necesitaban...
- ¿Cuántos sets ocupó?
- Uno solo: un viejo hotel.
- ¿Los actores vivieron en la locación?
- Casi todos. Y tuvimos una buena oportunidad de compartir experiencias sobre nuestro trabajo en el cine, con más libertad. Richard Burton vino acompañado por Elizabeth Taylor; compraron una casa que ahora es de Liz. Ella suele venir y es muy bella.
- ¿Talentosa?
- Muy talentosa, si es que pudiéramos medir el talento. Ella ha trabajado desde niña, y tiene mucha fuerza cuando la dejan actuar como es ella misma. Tiene una cinta poco comercial, "Identikit", muy buena. La he visto haciendo "Virginia Woolf" con Burton y está insuperable.
- Ella filmó con usted "Reflection in a golden eye" ("Reflejo en un ojo dorado", 1968)...
- ¡Oh, sí!, Liz y Brando. En "Reflection" tratamos un tema fascinante porque es un libro fascinante acerca de las relaciones humanas, es una historia de almas distorsionadas, reprimidas sexualmente. Un tema inagotable, que aquí se presenta al mundo con una imagen aparentemente ordenada, a primera vista muy equilibrada, los personajes parecen gente común, del diario, y luego cuando una capa es removida se comienza a ver el mar agitado que existe bajo la superficie; es un film que trata acerca de las relaciones que se dan entre personas que están enfermas, mentalmente enfermas...
- Muchos de sus personajes...
-...agregaré algo más en relación a este film: el libro en que se basa el guión de "Reflection...", escrito por Carson Mc Cullers, va a la cabeza de lo que es llamado "gótico sureño", que trata de aquellas novelas de ambiente sureño de las cuales Mc Cullers fue un pionero; es ese estilo tan particular que orilla el horror tratando temas acerca de mentes retorcidas en situaciones límite, tan bien tratadas por autores como William Faulkner, Flannery, ÓConnor, todos encasillados en el gótico sureño. Tennessee Williams también pertenece a esta corriente de escritores que produjo el Sur de Estados Unidos, pero tú ibas a decir algo...
- Gracias, era justamente en relación a lo que plantea, porque usted ha dicho que el personaje masculino central de "La noche de la iguana", el reverendo Shannon era un hombre deshecho, que obedecería a esta especie de almas perdidas propias, entonces, al gótico sureño; ¿a qué se debe que en sus propios personajes, los que usted mas ha tocado en su cine, obedecen a este patrón de seres atormentados que nunca logran lo que se proponen?
- Porque no necesariamente todos logran lo que se proponen. Lo que de ninguna manera significa que el no conseguir algo deba hacernos infelices, porque se puede ser perfectamente feliz en persecución de lo inconseguible. "La noche de la iguana", es cierto, es la historia de seres perdidos. Y Burton está excelente en su trabajo, y pienso que el reverendo Shannon que creó era exactamente como lo pensó Tennessee: un ser derrotado por las circunstancias.
- ¿Durante la filmación, Ava Gardner vivió en Mismaloya?
- No. Ella rentó una casa en Vallarta, y lo mismo hicieron Deborah y Sue; también compraron o rentaron lanchas rápidas para que las trajeran a locación diariamente.
- ¿Cómo recuerda la reacción de las gentes de la aldea?
- Se enteraron con rapidez y todos nos acompañaban; no entendían exactamente qué sucedía, pero se divertían muchísimo; ahora piensan del film como algo de su propiedad.
- Las relaciones entre los actores mismos se hizo histórica...
- ¡Oh sí! Batieron una especie de record. Burton estaba acompañado de Liz, que todos sabíamos casada con Eddie Fisher. Y Michael Wilding, su ex-esposo, llegó para manejar la publicidad de Burton. Peter Viertel, el esposo de Deborah, quien la acompañaba, alguna vez había tenido un affaire público con Ava Gardner, quien llegó con dos asistentes, dos gigolòs que la seguían siempre; dondequiera que ella iba, ellos estaban. Sue Lyon estaba celosamente custodiada por su novio y su madre. Hicimos muchas conjeturas sobre qué iba a pasar, a quién y en qué momento. Ante la expectación, compré cinco pistolas en miniatura, doradas, las que solemnemente regalé a Richard, Liz, Deborah, Ava y Sue: cada una llevaba cuatro balas de oro grabadas con los nombres de los otros cuatro actores.
- ¿A qué se debe la expectación que despertó la filmación de "La noche de la iguana"?
- No creo que otro de mis trabajos haya despertado tanto interés. Yo creo que todos esperaban el momento en que las pistolitas fuesen utilizadas. Nadie lo hizo, y todo transcurrió perfecto.
- ¿Cómo ve ahora el sitio que elijió de locación hace 30 años?
- Lo veo como una ciudad fantasma; sólo el viejo hotel sirve de habitación para el cuidador mexicano y su familia, lo demás son cascarones que quedaron del sueño de Wulff de construir en el sitio un complejo turístico lleno de puntos caros y esas cosas. Hoy es fantasmagórico. A veces viene algún turista, pero la mayor parte del tiempo el lugar está solo y callado...excepto el anciano ocasional que pasa entre Las Caletas y Puerto Vallarta; nadie más parece preocuparse del sitio. A ese viejo le gustaría verlo definitivamente destruido, sin siquiera los cascarones, que lo regresaran definitivamente a las iguanas. Por supuesto, ese viejo soy yo".
El primer trabajo de Huston como director de cine fue con su propio guión para "El halcón maltés", que adapta de una novela policial de Dashiell Hammet, convirtiendo en estrella a Humphrey Bogart y a él mismo abriéndole, literalmente, las puertas de Hollywood, aunque Huston residía en Los Angeles desde 1932, cuando volvió de Europa. Durante la Segunda guerra mundial dirijía una unidad fílmica del ejército norteamericano, donde alcanzó el grado de Mayor. Pero algunos de sus documentales tenían escenas tan crudas, que el ejército no permitió que fueran exhibidos hasta después del término del conflicto, como "Let There Be Light" ("Que se haga la luz", 1944, una fuerte crítica al tratamiento que da Estados Unidos a sus veteranos de guerra). En esa época participó activamente en política, oponiéndose públicamente a los planes del Congreso de su país, que pretendían investigar a la colonia hollywoodense por una aparente infiltración comunista.
- ¿Por qué terminó abandonando Hollywood?
- En cierto aspecto nunca he dejado de estar allí -nos responde-. De hecho, desde aquí muchas veces voy en la mañana y me he vuelto en la tarde. Pero si te refieres a dejar de vivir allá, dejé de hacerlo, pienso que luego de la Segunda guerra.
- En esa época usted participó activamente en política.
- ¿Qué otra cosa hubiera podido hacer?. Yo había realizado unos documentales y el ejército no permitió que fueran exhibidos. Así fueron muchas otras cosas censuradas.
- ¿Cómo se inició la "caza de brujas" en Hollywood?
- Ocurrió que la columnista Hedda Hooper, uno de los monstruos del periodismo local junto a Louella Parsons y Elsa Maxwell, consideró que su país la necesitaba para misiones más dignas, y emprendió una campaña para movilizar a las madres contra el comunismo, diciéndoles que les iban a quitar a sus hijos y otras cosas, sembrando confusión y terror, asegurando que USA estaba muy próxima a ser invadida por los rusos. Hedda atemorizaba a las buenas familias para convencerlas que boicotearan las cintas y actores que calificaba de comunistas, y lo increíble es que hubo quienes la apoyaron.
- Pero usted expresó públicamente su protesta contra la campaña reaccionaria...
- ¡Oh, sí!. Junto a Gene Kelly, Lauren Bacall, Dany Kaye, Bogart...Estaba detrás de todo un senador: Joe McCarthy y sus amigos. Hasta hicieron pública una lista de directores y escritores a quienes se les prohibió trabajar. Sucedieron, entonces, cosas memorables. Recuerdo a Dalton Trumbo, que estaba entre los vetados, cuyo trabajo de escritor era tan insustituible que se le permitió seguir trabajando en Hollywood, secretamente, debiendo firmar sus guiones con seudónimo; se descubrió todo cuando le dieron un Oscar a uno de sus argumentos, y la Academia debió confesar que el genio era un señor que debía ocultar su nombre por estar acusado, políticamente, de no aceptar el régimen vigente.
- ¿Cómo afectó a Hollywood esta época?
- Nos tomó a todos de sorpresa. Yo diría que a partir de entonces ya no volvió a tener ese aire de inocencia política que había tenido desde sus inicios. La atmósfera se hizo densa. En 1952, pleno McCarthysmo, yo decidí irme a Irlanda. Ya no podía trabajar en mi país.
- Sin embargo, antes hizo algo inmenso en favor de la historia del cine: ayudó a surgir a Marilyn Monroe.
- ¡Oh, no!. Ella lo hubiera logrado de cualquier forma. Solo fue que le di su primer estelar. Pero muchas personas la ayudamos porque era inevitable que despertara cierta desprotección, era una chica que despertaba gran ternura. Además, ahora pienso, todos quizás intuíamos que era, en verdad, una estrella".
Marilyn Monroe: la más alta estrella del cine fue descubierta por John Huston, con quien filmó su primera y su última película.
- ¿Cuándo la conoció usted?
- Fue mientras filmaba "We where strangers" ("Somos desconocidos", 1949) en la Columbia. Ella solía venir al set y observar detenidamente la filmación, sin importunar en absoluto.
- ¿Cómo era Marilyn?
- Era una chica muy tímida; hablaba bajito, casi en un murmullo, pero con tal gracia que era imposible no prestarle atención. Era muy bella, sin dudas, joven y atractiva, pero había miles como ella en Hollywood; sin embargo, era diferente a todas.
- ¿Qué se decía de Marilyn entonces?
- Se hablaba de que la Columbia le iba a hacer una prueba, aunque dichos rumores conducían generalmente al sofá y no al estudio. Sospeché que alguien de arriba tenía interés en ella.
- ¿Llamó Marilyn de inmediato su atención?
- No precisamente. Poco a poco, mientras filmábamos, se me fue haciendo habitual la presencia de Marilyn observando muy atenta. Me atrajo, por supuesto, y quise ayudarla entonces.
- ¿Le habló?
- ¡Oh, sí!. Le expresé mi disposición de hacerle yo mismo la prueba que los estudios le habían prometido; le dije que le podría hacer una prueba a color teniendo como compañero de actuación a John Garfield, que estaba en el reparto de We were... esta prueba era costosa, pero pienso que todos intuíamos que era algo más que una actriz.
- ¿Qué le respondió ella?
- Ella abrió inmensamente sus ojos y susurró algo que no entendí, y luego de inmediato salió muy feliz. Luego, simplemente desapareció y me olvidé de ella. No la vi hasta uno o dos años cuando hicimos nuestro primer trabajo.
- "The Asphalt jungle" ("La selva de cemento", 1950), inicia la filmografía de Marilyn.
- Es su primer papel estelar, es cierto.
- ¿Cómo llegó usted a contratarla?
- Cuando estábamos haciendo las pruebas para el reparto, me llamó Johny Hyde, de la Agencia William Morris, diciéndome que tenía a la chica perfecta para la parte de Angela. Arthur Hornblow, el productor del film estaba conmigo cuando Johny la trajo: la reconocí como la chica que había intentado salvar del sofá y, justamente, la escena que debía leer requería que su personaje estuviera tendido en un diván, y no había ninguno en mi oficina, pero Marilyn dijo:
"Quisiera hacer la escena en el piso".
Y así lo hizo: se quitó los zapatos sacudiendo los pies, se tendió en el piso y leyó para nosotros. Era perfecta. Era extraordinariamente buena. Pidió repetir la escena, y lo hizo. Luego le dije que desde la primera prueba ya era suyo el papel.
- ¿Tenía ella, entonces, preparación como actriz?
- Ella nació actriz, y se preparó además. Tenía una maestra de actuación, una rusa llamada Natasha Lytess que la acompañó durante toda la filmación. Se aparecía con ella en el set sin dejar de observarla mientras actuaba. Después de cada toma, Marilyn solía mirarla buscando su aprobación: cuando ella le respondía con un gesto afirmativo, entonces Marilyn quedaba tranquila. Yo aprobé todas sus ideas, y estuvo realmente bien.
Le pregunto a Huston qué clase de actriz le pareció él que era Marilyn Monroe, y responde:
- Yo diría que esencialmente instintiva.
- La prensa ¿cómo trató a Marilyn en sus comienzos?
- Muy bien para la época. Te decía que era un tiempo difícil; Marilyn venía de hacer treinta segundos en un film de los Hermanos Marx, que a la columnista Louella Parsons habían bastado para intuir quién llegaría a ser la chica, porque llegaba regularmente al set para entrevistarla sobre su nuevo trabajo. Louella trabajaba para los medios de Hearst, y por ella el mundo se fue enterando de que la chica del calendario se había criado en orfelinatos y esas cosas...Marilyn había estado bajo contrato con la Fox, pero no la utilizaron. Luego que vieron "Asphalt..." la volvieron a contratar rápidamente: esos fueron sus inicios.
- Marilyn también hizo con usted su última cinta completa, "The misfits" ("Los inadaptados", 1960), ¿cómo son los recuerdos suyos de aquél tiempo?
- Son especialmente melancólicos. "The misfits" es una historia de furias contenidas. Yo estaba en Irlanda cuando recibí una llamada de Frank Taylor, quien tenía interés en producir la cinta en que Marilyn tenía un papel porque el guión era de su esposo Arthur Miller. Yo acepté y me envió el guión.
- ¿Qué le pareció?
- Excelente.
- ¿Usted conocía a Miller?
- No. Pero admiraba su obra. Los llamé después y les dije que sería grato trabajar juntos. Marilyn se mostró eufórica al teléfono.
- ¿Cómo se inició el trabajo?
- Primero hicimos unas pruebas de vestuario con Marilyn en Nueva York. Luego, volamos a Nevada con Frank y construimos los sets. Marilyn llegó con Miller.
- ¿Cómo estaba la relación de ellos entonces?
- Deteriorada. Lo presentí de inmediato.
- Marilyn ya era famosa también por su impuntualidad.
- ¡Oh, sí!. Su impuntualidad era algo casi implícito en el contrato, por lo que antes de empezar la filmación ordené que el llamado diario se cambiara de las nueve de la mañana a una hora después, esperando que ésto hiciera las cosas más fáciles para ella, pero no fue así.
- ¿Qué decía Clark Gable por las esperas?
- Nada, no decía nada. Gable solía llegar a trabajar puntualmente, conduciendo su pequeño carro deportivo, ensayaba sus lineas con su asistente y enseguida abría un libro preparándose para la espera. Nunca pronunció una queja, y aparentemente no le importaba la hora en que Marilyn apareciera.
- ¿Ella en algo había cambiado, en relación a como usted la había conocido antes?
- ¡Oh, sí!. Era otra persona. Yo estaba impresionado con su proceder, y por su apariencia: Marilyn parecía estar en sueños la mitad del tiempo. Su temor era que si no dormía lo suficiente no luciría bien al día siguiente, de modo que tomaba pastillas para dormir y pastillas para reanimarse en la mañana.
- En tanto, ¿qué hacía Miller?
- La presencia de Miller durante todo el rodaje, su comportamiento, alejaba cualquier otra cosa que no fuera perplejidad por lo que sucedía. Pero, no era porque no quisiera ayudarla. Luego lo comprendí, porque, al ver la situación de Marilyn le dirijí un sermón a Miller, sin saber que él había hecho todo lo que estaba a su alcance, y había perdido todas las esperanzas. El escribió el guión para ayudarla, porque, como todos, presentíamos que algo horrible iba a ocurrirle.
- ¿Cómo lo expresaba ella en su comportamiento?
- Se presentaba cada día más tarde a locación, algunas veces sólo lográbamos trabajar un par de horas, y como ella estaba en la mayoría de las escenas, teníamos que esperarla para filmar. Se fue cada día sumergiendo más en su mundo hasta que se derrumbó completamente, por lo que la llevamos al hospital de Los Angeles, donde estuvo dos semanas.
- Se dice que "The misfits" es la cinta más costosa en blanco y negro que existe.
- Por lo menos, en lo que a mi respecta, jamás hice una cinta en blanco y negro más costosa. La filmación se detuvo inmediatamente que dejamos a Marilyn en el hospital de Los Angeles; fue un caos en el presupuesto porque debíamos igual pagar a todos cada día de trabajo perdido, la mantención de los sets, los arriendos, los caballos y sus entrenadores...
- Cuando ella se reanimó, ¿cómo reaccionó en el hospital?
- Muy bien. Marilyn quería vivir, nunca tuve dudas al respecto. Estuvimos acompañándola siempre en el hospital, con Gable y Montgomery Clift, y la apoyamos y ella se recuperó tan rápidamente que cobré esperanzas, porque yo sabía que sin Marilyn, "The Misfits" nunca la terminaríamos.
- ¿En qué actitud salió ella del hospital?
- Alerta. Ella salió brillante. Y se sentía culpable por su conducta durante la filmación. Me preguntó si podría perdonarla, la tranquilicé y volvió a aparecer la Marilyn que yo había conocido en sus inicios. Volvió a ser ella misma.
- ¿Cómo era "ella misma"?
- Maravillosamente eficaz. A pesar de todo, había en ella una frescura que venía de más allá: siempre estaba allí. Es lo que se ve en la pantalla. No estaba actuando, no estaba fingiendo una emoción: era real.
- ¿Usted cree que influyó también en el comportamiento de Marilyn su evolución propia de actriz?
- ¡Oh, sí! Era una actriz que llegó muy adentro en su interior, tan adentro que quizás ahí mismo se perdió: quién sabe si había llegado tan lejos en sí misma que ya no supo cómo regresar. Su ritmo de actuación era perfecto cuando lo traía al nivel consciente, cuando lo proyectaba: quizás si en eso consista nada más la actuación.
- La empaparon de erotismo para vender más. Es cierto que su fuerza erótica permanece en la pantalla, logra captarla la fotografía, pero la cámara consigue captar más de ella, mucho más. En Europa fue apreciada como actriz mucho antes de que en Estados Unidos se la aceptara como algo más que un símbolo sexual. Ella, yo creo, era más que nada una comediante.
- Se ha dicho que en una escena que filmó para "The Misfits" dejaba un pecho al descubierto, y pidió que saliera tal y cual se había rodado. ¿Se suprimió esa escena del montaje final?
- Tú podrás comprender que una escena con el pecho desnudo de Marilyn Monroe, yo, jamás, nunca la hubiera suprimido de una de mis películas. Ella se desnudó en sus comienzos por necesidad; amaba su cuerpo como cualquiera, pero al final odiaba desnudarse. Desde sus comienzos, además, había pasado ya un buen tiempo, y dudosamente ella hubiera aceptado tomas desnuda. Entonces, jamás existió esa escena que ya he visto mencionada por allí. No, que yo sepa, y como era yo quien dirijía la cámara, espero se me crea...
- ¿Cómo se reinició la filmación, luego de las dos semanas que ella estuvo en el hospital de Los Angeles?
- Cuando logramos traerla nuevamente a Reno, en el aeropuerto, calurosamente, la recibieron muchas personas. Le fletamos un vuelo especial para ella, y antes de desembarcar dedicó un tiempo para dejarse fotografiar y hablar con la prensa.
- En esa ocasión fue que le preguntaron qué usaba ella por la noche, cuando iba a la cama, y respondió: "Channel número cinco".
- ¡Oh, sí!. Lo recuerdo bien. Fue muy ocurrente. Yo creí que todo sería diferente, pero en unos cuantos días nos dimos cuenta de que estábamos muy equivocados. Marilyn volvió a sus antiguos hábitos, hizo que Arthur Miller se mudara a un hotel y ya no volvió a dirijirle la palabra. Un domingo le hice una visita en su suite para formarme una idea de lo que podría esperar en los días siguientes: me saludó con gran euforia y luego entró como en una especie de letargo. Nunca pensé que estaba tan mal; el episodio del hospital lo atribuí a una sobredosis casual, pero ahora la veía realmente perdida, su cabello enmarañado, desaseada, con una camisa de noche no más limpia. Se veía completamente desamparada. Yo la abracé y fue todo muy conmovedor...
- Sin embargo, logró hacer la cinta hasta el final.
- La hicimos en su totalidad, pero fue una dolorosa experiencia para todos, incluyendo, por supuesto, a Marilyn. Ella comenzó otra cinta de la que fue despedida y luego vino su muerte.
- ¿Usted piensa que fue accidental?
- Había recibido tratamientos de urgencia varias veces, y con frascos de barbitúricos a su alcance y nadie que estuviera allí para salvarla... Yo creo que fue un accidente; porque me niego a creer que ella hubiera querido quitarse la vida. Ella era parte de la vida, era una glorificadora, justamente, de la vida".
Publicado en VOGUE-México 1981.
(c) Waldemar Verdugo Fuentes
Boris 27 Nov 2008