Cabaret Tropical



CABARET TROPICAL.

Ernesto Pinto Lagarrigue es una calle que ha tomado fuerza en uno de los barrios bohemios y artísticos por excelencia; Bellavista. Esta calle se ha alzado como un paseo peatonal, donde la oferta de salas de teatro se ha expandido, así como restaurantes han apostado por ella, la cual ha ganado un gran protagonismo, incentivando nuevas apuestas culturales.

Los Hermanos Quintana -David (33) y Fernando (34), dúo de actores transformistas, herederos de la tradición del grupo Caviar”, liderado por el conocido Jean François Casanovas.

Para quienes han tenido el privilegio de disfrutar su primer espectáculo Clásicos y Algo más”- actualmente en cartelera, “Cabaret Tropical”, mantiene una propuesta sofisticada, implicando perfectamente la fonomímica, gran producción de vestuario, guiños a canciones clásicas del espectáculo cubano y caribeño y una gran cuota de humor. La sala de teatro está perfectamente adaptada para un show como Cabaret Tropical”, la sensación de estar en una antigua “boite” es total, con luces acordes y una escalera completamente a tono con el glamour requerido.

La obra que dura aproximadamente 1:15 min, es un espectáculo a modo de homenaje personal de éstos talentosos hermanos a la Cuba musical de los años 50; sonidos tropicales, canciones como “Bésame Mucho”, “Corazón de Melón” (que habré el espectáculo) y destacables números musicales, hacen de Cabaret Tropical” un a apuesta fresca, novedosa y muy recomendable.

“Bésame Mucho”, es la canción elegida como apertura, abriendo paso a las excelentes caracterizaciones de Cristián Zúñiga, actor que oficia de animador Kitsch (muy bien personificado). Al ritmo de la música figuran en escena Los Hermanos Quintana, al más puro estilo “Supremes”, acompañadas nuevamente por el talentoso Carlos Chacón (actor transformista), quién ha sabido ganarse un espació junto a los Hermanos Quintana.

El Mambo y Cha-cha-cha se toman el escenario, versionando por completo la pieza musical, incluyendo además un guión inteligentemente adaptado por los “Quintana”, insertando así la cuota de humor presente en el transcurso de todo el show.

Sin exagerar la obra cumple con el desafió de presentar en escena más de 50 cambios de vestuario, armando la estructura del espectáculo en base trozos de películas, guiones telenovelescos, coreografías, fonomímica, inmortalizando el género del “culebrón”.

Alguno de los números presentados son: “Las Hermanitas Lágrimas”, interpretando una particular y sufrida versión de “Piensa en mí” (hasta en Francés). El trabajo desempeñado en cuanto a vestuarios es de primer nivel.

Los números musicales a cargo de las bailarinas Sandra Liendo y Nicole Ortiz aportan “sabrosura”, interactuando con el “Animador”… incorporándose al show.

Pero Chile no se queda ausente en esta comedia. Los “Quintana esta vez apuestan por reírse de situaciones particulares, el festival de Viña de Mar y sus animadores Miriam Hernández y Sergio Lagos, no se salvan del humor negro y mordaz, convirtiéndose en protagonistas de su propia parodia.

Algunos sketches resultan conocidos, pero son llevados y adaptados al contenido central de Cabaret Tropical”. “Me Importas Tú”, “Bésame Mucho”, son piezas que se incorporan al núcleo del espectáculo. Si hasta Amanda Miguel tiene su espacio…. Genial.

Las risas no paran en todo el show, si bien el estreno puede catalogarse de exitoso, hay ciertos detalles que como buenos actores y conscientes del complejo trabajo desarrollado se deben mejorar, como lo tiempos, modulaciones (fonomímica) y sincronía con la música.

La nueva apuesta de Los Hermanos Quintana va camino al éxito, es una formula poco explotada en Chile, por lo cual ya son pioneros y han impuesto una meta muy alta de superar. Al terminar GM conversó con David y Fernando, quiénes agradecieron enormemente a todos nuestros lectores, invitándolos a disfrutar de una noche de recuerdos y risas, una noche de “Cabaret Tropical” . Debemos confirmar que los actores aun personificados en su propuesta transformista, se ven guapos y muy varoniles, además de ser realmente encantadores. Al más puro estilo del galán argentino.

NOMBRE SALA TEATRO BELLAVISTA
Dirección DARDIGNAC 0110
Teléfono 735 23 95
E-mail teatrobellavista@llovetproducciones.cl

Género Comedia - Musical
Título Los Quintana “Cabaret Tropical”
Autor CREACIÓN HERMANOS QUINTANA
Director DAVID QUINTANA
Elenco David Quintana, Fernando Quintana, Carlos Chacón, Paula Valdivieso, Nicole Ortiz,
Actor invitado Chistian Zúñiga
Reseña Es una comedia de humor desbordante. Esta vez rinden un homenaje a la cuba musical de los años 50, la obra esta llena sonidos tropicales, el bolero, el Mambo y el Cha-cha-cha se toman el escenario, y al igual que en su anterior montaje, hacen gala de un humor blanco, rutinas en la que desfilan personajes de los mas distintos estilos, y más de 50 cambios de vestuario.

Duración 1HORA 10 MINUTOS
Horario VIERNES, SÁBADO :23:00 HRS (HASTA JULIO 2008)
Precios $5.000.- GENERAL

www.gaymagazine.cl

Lo bueno de llorar


En su corta pero interesante trayectoria, el cineasta chileno Matías Bize ha apostado hasta ahora por contar cosas que se puedan mostrar en cámara; con historias como la de la novia que en tiempo real y sin cortes termina con su novio durante el día de su boda, o la de la pareja de extraños que empiezan a conocerse en un motel. Más allá de las obvias diferencias de presupuesto y ambición que tenían estas cintas, las une la vocación de que todo lo interesante e importante de la historia nazca, se desarrolle y muera en un solo episodio exhibido en estricto orden cronológico.

El haber ganado el Festival de Valladolid con En la cama, le abrió a Matías Bize la posibilidad de filmar una película en España, con actores y técnicos de ese país. De ahí salió Lo bueno de llorar, que en cierta manera parece desprenderse voluntariamente de la premisa que animó a sus cintas anteriores. Esto se expresa en que esta historia de una pareja en disolución descansa demasiado en un pasado que no vemos y que no logra hablar con la claridad suficiente cuando se empieza a expresar con palabras. Vaya paradoja.

POCAS PALABRAS

El largo y lento travelling donde vemos a Vera (Vicenta N’Dongo) y Alejandro (Àlex Brendemühl) sentados en un restaurant sin nada que decirse, abre la película y en cierto sentido la sostiene en su apuesta de apelar al silencio y a la mera expresividad de sus rostros derrotados. Ese largo inicio es lo suficientemente elocuente como para explicar la instrospección de cada uno de los protagonistas, que ya ni siquiera escuchan lo que pasa frente a ellos –mientras van en el metro de Barcelona– debido al dolor y al agobio mental que el cineasta trasmite con los primeros planos de sus rostros y una música que se come el sonido ambiente.

Con estos recursos, toda la historia pasada de esta pareja se convierte en una presencia tácita y poderosa, pero que debe hacerse explícita en algún momento. Cuando la pareja empieza a conversar, lo que surge es el fantasma de los hijos que no tuvieron en sus muchos años juntos, pero siempre desde una manera más bien lateral y elusiva de la razón última por la que las cosas se dieron de esa manera. Él, con una historia inverosímil en un aeropuerto; ella, con una historia harto más poderosa, donde revela ser mucho más asertiva que él. Ambos saben que ese paseo por la ciudad es el funeral de su relación; y también lo saben sus amigos que comparten con ellos durante un cumpleaños.

La noche de Barcelona está filmada para resaltar la dimensión fúnebre del paseo de Vera y Alejandro, quienes se encuentran en las calles con unos pocos episodios y seres extraños (que les brindan algo de diversión momentánea y algo más). Las calles, puentes y supermercados desiertos de Barcelona bien parecen funcionar como un enorme cementerio al que se va a caminar, a la vez que sus habitantes son los fantasmas que lo recorren.

NO SE VE NI SE ESCUCHA

No obstante, el escenario, los diálogos y lo que se sugiere del pasado de la pareja no terminan de armar una semblanza completa de la situación que estamos viendo. En la segunda mitad de la película, ésta se desmorona porque lo que ocurre en pantalla no tiene un sostén en aquello que no se dice de esta pareja, y que surge en algún momento de la historia, pero sin mucho efecto clarificador. Es como si la película hablara en clave sin que exista una forma de acceder a las dinámicas y a las interacciones que esta pareja construyó durante años, y que parecen tan importantes para lo que termina ocurriendo al final de la película.

Queda la sensación de que todo lo que viene a partir de cierto momento necesita una explicación que la película no da, tal vez porque apostó erróneamente a que sería capaz de mostrar esos lazos invisibles (“los torrentes de amor”, de Casavettes) operando durante el largo peregrinar de Alejandro y Vera que culmina al amanecer. Y sin embargo, no se ven ni se escuchan por ninguna parte.

Juan Pablo Vilches (El Mercurio)