Peter Sellers


 


Lo dijo en una entrevista: "Carezco de personalidad. No soy nadie. Si me piden que interprete a Peter Sellers, no sabría: por suerte, trabajo tanto que pocas veces tengo que representarme a mí mismo". 

¿Otro caso de actor loco? Algo parecido. Creyéndose vampiro, Bela Lugosi se consumió en la morfina. Vivien Leigh fue carne de manicomio; Judy Garland, esclava de los antidepresivos. Sellers, simplemente, no se soportó a sí mismo: acostumbrado a tomar prestadas vidas ajenas, no terminó de encontrarse. 

 Su origen, en cambio, está claro: Southsea, un costero pueblo británico. En el hogar soplaban dos vientos: el del Canal de la Mancha y un segundo, huracanado, que afectó desde pequeño a Sellers: la voz de su manipuladora madre. "No te rindas", le decía, "o serás un fracasado". Los Sellers sabían qué significaba esa palabra: nunca triunfaron como actores, pero criarse entre bambalinas orientó al joven Peter, que ni en el Ejército desperdició la oportunidad de actuar: formó una compañía cómica y, con su falso uniforme, alardeaba en la cantina de absurdas hazañas bélicas. La RAF, además, lo llevó a la India y Birmania, donde aumentó su colección de acentos. 
Payaso malo 
Además de esas armas de actor, Sellers acaparó trenes eléctricos, coches de lujo y mujeres. Pero antes se curtió en un programa radiofónico de la BBC: 'The Goon Show', al que consiguió acceder imitando, por teléfono, la recomendación de peces gordos de la farándula. El productor tuvo suerte: en Sellers encontró una mina, un inagotable torrente de chistes, personalidades y voces. Un cómico desopilante que después saltaba al cine. Aunque su debut fue con 'Penny Points to Paradise' (1951), el éxito le llegó en 1955, con 'El quinteto de la muerte'. En la cinta, un clásico de la comedia británica, su personaje de asesino torpe sugiere los rasgos que lo harán diferente: algo siniestro, inquietante, oscuro, late tras la catarata de risas. Sí, es un payaso, pero algo nos dice que no es el payaso bueno. 

 Las tinieblas, sin duda, venían de la vida real. A su primera mujer, Anne, la dejó en cuanto le llegó la fama: sus hijos se vengan en alguna biografía desvelando su crueldad. Tampoco dejó un gran recuerdo en Britt Ekland, su segunda esposa, a la que pegó, introdujo en la cocaína e intentó hacer abortar. A su lado, Sellers sufrió trece infartos, a los que sobrevivió de milagro: escondido tras alguna de sus muchas máscaras, Sellers logró darle esquinazo a la muerte. 
Las crisis cardiacas le impidieron terminar de rodar 'Bésame, tonto', de Billy Wilder, pero Hollywood ya le había pescado: en 1963 Sellers se convertía en el cómico más conocido del mundo gracias a 'La pantera rosa'. Dirigía Blake Edwards, autor de 'Días de vino y rosas' y 'Desayuno con diamantes', y Peter Ustinov había renunciado al papel del Inspector Closeau: Sellers y Edwards se odiaban, pero filmaron varias entregas más y, sobre todo, terminaron haciendo la magistral 'El guateque' (1968). 
Pese al éxito, nunca se entendieron: "Supe que tenía delante un psicótico desde que lo conocí", dijo Edwards. Sellers, alucinado por las drogas, la masonería y un asesor espiritual, llegaba al rodaje con mensajes mesiánicos: "Ya sé cómo resolver la escena, Blake, anoche me lo dijo Dios". Edwards lo traicionó estrenando, tras morir el actor, una última entrega de 'La pantera rosa' hecha con escenas sobrantes de las anteriores: "Es la primera vez que he trabajado tranquilo con Sellers" dijo, chistoso y cruel, el director. 

Si lo bordó con Edwards no lo hizo peor con Kubrick, con quien rodó 'Lolita' (1962, y donde Nabokov lo piropeó) y 'Teléfono rojo: ¿Volamos hacia Moscú?' (1964), por la que recibió una de sus tres candidaturas al Oscar. Nunca lo ganó (a la estatuilla suele gustarle más que la hagan llorar que reír), aunque volvió a rozarlo con 'Bienvenido Mr. Chance' (1979). En la cinta, uno de sus últimos títulos, Sellers muestra mucho de sí mismo encarnando a un niño grande que, a base de decir tonterías, logra que todo el mundo lo admire. El penúltimo disfraz de un tipo que, entre sonrisas y lágrimas, murió del enésimo infarto hace 30 años: nos legó su voz, su cara, su lúgubre engranaje de máquina de hacer risas. 

Sellers definido según Peter 
Casi lloró en un plató televisivo cuando le preguntaron sobre su propia vida: tras una fachada de bromas, Sellers era un hombre inseguro, neurótico e infeliz. Algunas de sus frases traslucen su pena: "Soy como todos los humoristas", dijo en una ocasión, "sólo soy divertido cuando estoy trabajando". O una reflexión todavía más triste: "Soy un fantasma. Alguien irreal. Hasta que me hago de carne y hueso en la gran pantalla".





“No tengo personalidad propia. Por eso jamás podré llegar a ser una verdadera estrella. Soy un actor de personajes. No podría ser Peter Sellers del modo en que Cary Grant es Cary Grant, porque no tengo una imagen concreta de mí mismo. Me miro al espejo y lo que veo allí es a alguien que nunca creció del todo: un tipo sentimental e imprevisible que alterna las grandes alturas con las más oscuras profundidades. Puede sonarte divertido, pero cuando estoy preparando un determinado rol es como si el rol hiciera el rol; no sé si me entiendes. Así que cuando alguien me dice ‘Estuviste genial en tal película’, yo siento que tendrían que decírselo al personaje y no a mí. Es por eso que cada vez que termino un film me invade una terrible sensación de pérdida de identidad. Entonces no sé quién soy ni qué hacer. Si alguna vez hubo alguien detrás de la máscara, me temo que, para bien o para mal, lo extirpé hace tanto tiempo mediante cirugía mayor.” 

Peter Sellers.
Actor inglés nacido el 8 de septiembre de 1925 en Southsea (Hampshire) y fallecido el 24 de julio de 1980 en Londres. Su nombre completo era Richard Henry Sellers.
Criado en el seno de una familia de actores de vodevil, con apenas dos días de edad salió ya al escenario de King’s Theatre. Pasó toda su infancia de gira con sus padres, y así se encariñó con el mundo teatral, aunque aspiraba a ir más allá del género con que había triunfado su familia. En su juventud asistió a clases de danza en Southsea y Londres, y a comienzos de la década de los cuarenta comenzó a ir de gira con bandas de jazz, tocando la batería, el banjo y el ukelele. Al cumplir los dieciocho años fue reclutado en la Reales Fuerzas Aéreas Británicas, convirtiéndose en el showman oficial de la RAF, en donde, entre 1943 y 1946, hizo actuaciones cómicas y musicales para los soldados. Al finalizar la guerra, intentó entrar a trabajar para la BBC, pero sus múltiples entrevistas no dieron resultado, hasta que Roy Speer, un productor de radio, le contrató para hacer un sketch en directo. A partir de entonces fue un colaborador asiduo hasta que estuvo preparado para pasar al cine.
Comenzó en 1950, poniendo la voz al personaje de Alfonso Bedoya en La rosa negra, una película de Henry Hathaway basada en la novela de Thomas B. Costain, que protagonizaron Tyrone Power y Orson Welles. Su primer papel importante fue en El quinteto de la muerte (1955), una comedia compartida con Alec Guinness y Herbert Lom, una de las más negras rodadas en el seno de la Ealing, que precisamente ese año fue vendida a la BBC. El guion fue nominado al Oscar y ganó el BAFTA británico. En 1956 Sellers le puso la voz a Winston Churchill en El hombre que nunca existió, premio BAFTA al mejor guion. A mediados de los cincuenta, Sellers protagonizó algunas series cómicas de televisión, en donde interpretaba a varios personajes, al igual que había hecho con anterioridad en la radio. A Show Called Fred (1956) o Son of Fred (1956), ambas dirigidas por Richard Lester, le hicieron además ganar prestigio ante un público más numeroso, con un humor en la línea del que desarrollarían los Monty Python.
La comedia era definitivamente su género, y además su versatilidad le hacía poder interpretar a cualquier tipo de personaje, prestando incluso su voz para películas de animación como El pequeño gigante (1958), un musical dirigido por George Pal que obtuvo el Oscar a los mejores efectos especiales. Su interés por interpretar a distintos personajes dentro de una misma historia se convirtió en una marca personal. Lo hizo en Un golpe de gracia (1959), comedia bélica que protagonizó junto a Jean Seberg, y alcanzó su máxima expresión en El guateque (1968).
En la década de los sesenta decidió probar otros géneros. En Hasta el último aliento (1960), optó por el cine independiente, que bajo la dirección de John Guillermin narraba una historia de crímenes con música de John Barry. Y en 1962 llegó Lolita, adaptación de la novela de Vladimir Nabokov dirigida por Stanley Kubrick. El director tuvo que enfrentarse a las decisiones de la censura en varias ocasiones, y Sellers también tuvo aquí ocasión de interpretar varios personajes, que el guion exigía para despistar a Humbert. Para Kubrick volvería a desplegar estas habilidades en Teléfono rojo, ¿volamos hacia Moscú? (1964), adaptación de la novela de Peter George que Kubrick rodó el blanco y negro, al igual que había hecho con Lolita. Sellers tuvo aquí la oportunidad de interpretar a tres personajes, aunque en un principio iban a ser cuatro.
Fueron años en los que Sellers volvió a las comedias, y pronto encontró el filón por el que sería mundialmente conocido. La pantera rosa (1964), de Blake Edwards, le convirtió para siempre en el inspector Clouseau, personaje que, en un principio, le había sido ofrecido a Peter Ustinov. Sellers lo creó a partir de la marca de una caja de cerillas que incluía al capitán Matthew Webb, quien, en 1875, había sido la primera persona que cruzó el Canal. Su bigote y su porte fueron caricaturizados y, para perder peso, Sellers se sometió a una dieta de píldoras durante un año. Henri Mancini se ocupó de la banda sonora, creando uno de los hitos de la historia musical del cine. El éxito de la película fue indiscutible. El mismo año de esta comedia, que mezclaba la sátira bélica con la ciencia ficción, Sellers protagonizó también El nuevo caso del Inspector Clouseau (1964), segunda entrega de la Pantera Rosa, que también dirigió Blake Edwards y que se estrenó tres meses después que la primera.
En 1964 protagoniza El irresistible Henry Orient, adaptación de la novela de Nora Johnson alrededor de un pianista al que las mujeres persiguen, que fue nominada a los Globos de Oro como mejor película. El personaje excéntrico protagonista parecía haber sido creado a medida de Peter Sellers. Su Dr. Fassbender, de ¿Qué tal, Pussycat? (1965), de Clive Donner, caricaturización del psicoanalista, le valió, asimismo, una nominación al Laurel de Oro, además de ofrecerle la oportunidad de trabajar con un guion de Woody Allen. La película fue prohibida en Noruega porque el personaje de Sellers intentaba suicidarse quemándose envuelto en la bandera de ese país.
Pronto llegó otro de sus trabajos más recordados, El guateque (1968), dirigida y escrita por Blake Edwards, quien le colocó en la piel de un actor hindú que intenta conseguir éxito en Hollywood, pero que sólo es capaz de desencadenar desastres. Rodada a partir de una serie de gags, la película se convirtió en una comedia de culto, con Peter Sellers en una de sus actuaciones más memorables, explotando al máximo su capacidad para la mímica y para la imitación de acentos.
Durante la década de los setenta conjugó sus comedias tradicionales, en las que interpretaba a diversos personajes (Soft Beds, Hard Battles, 1974, de Roy Boulting) con algunos títulos para televisión (The Last Goon Show of All, 1972), o incluso historias infantiles, como Las aventuras de Alicia (1972), musical dirigido por William Sterling en el que Sellers daba vida a la Liebre de Marzo. En 1974, diez años después de la última entrega, protagonizó El regreso de la Pantera Rosa, de nuevo dirigida por Blake Edwards, quien había planeado en un principio convertirla en una serie de televisión (tarea que recogió, sin embargo, la animación). Peter Seller fue nominado en esta ocasión a los Globos de Oro por su interpretación del Inspector Clouseau. Dos años después llegaría el cuarto título, La Pantera Rosa ataca de nuevo (1976), con el mismo director y el mismo reparto principal, demostrando que el público respondía fielmente a sus personajes. De nuevo Sellers fue nominado a los Globos de Oro.
Un cadáver a los postres (1976), de Robert Moore, da una vuelta de tuerca a las historias de detectives. Cinco famosos investigadores, reunidos en la mansión de un extraño personaje interpretado por Truman Capote, son retados por el anfitrión para resolver un crimen. Sellers da vida a uno de ellos, un oriental que le hace disfrutar una vez más de su gusto por el disfraz. La idea era caricaturizar el mundo detectivesco a través de sus principales protagonistas (así, Miss Marple, se convertirá en Miss Marbles -la expresión inglesa “loose the marbles”, 'perder las canicas' literalmente, es equivalente a “perder la chaveta”). El gremio de Guionistas de América nominó el guion original de Neil Simon.
En 1978, el quinto título del Inspector Clouseau, La venganza de la Pantera Rosa, revela que la serie comienza a flojear, pero aún así, Edwards “resucitó” a Sellers para poder rodar la última entrega, dos años después de su muerte, Tras la pista de la pantera rosa (1982), donde recogió apariciones del actor, retazos y escenas no utilizadas de títulos anteriores. Sus dos últimos títulos reales fueron Bienvenido Mr. Chance (1979), de Hal Ashby, y El diabólico plan del Dr. Fu Manchú (1980), de Piers Haggar. La primera, basada en la novela de Jerzy Koszinski, proporcionó a Sellers una nominación al Oscar y otra al BAFTA británico por su interpretación de un jardinero que trabaja toda la vida en la Casa Blanca hasta que el presidente fallece, y cuyo conocimiento del mundo le ha llegado únicamente a través de la televisión. La segunda le proporcionó su último personaje múltiple y su último trabajo; Sellers falleció ese mismo año víctima de un infarto.
El actor recibió en 1966 el reconocimiento oficial al ser nombrado Comendador de la Orden del Imperio Británico.

Filmografía

1950: Rosa negra.
1951: Penny Points to Paradise; Let’s Go Crazy (y guionista).
1952: Down Among the Z Men.
1954: Our Girl Friday; Orders Are Orders.
1955: El quinteto de la muerte; John and Julie.
1956: The Case of the Mukkinses Battle Horn (y guionista); El hombre que nunca existió.
1957: The Smallest Show on Earth; The Naked Truth; Imsomnia is Good For You.
1958: El pequeño gigante; Up the Creek.
1959: The Running, Jumping And Standing Still Film (y director, guionista, productor y montador); Un golpe de gracia; I’m All Right, Jack; Despiste ministerial; The Battle of the Sexes.
1960: Hasta el ultimo aliento; La extraña prisión de Huntleigh; La millonaria.
1961: Mr. Topaze (y director); Juego para dos.
1962: Dos frescos en órbita; Lolita; El mayor mujeriego; El honrado gremio del robo; The Dock Brief.
1963: Cielos arriba.
1964: Teléfono rojo, ¿volamos hacia Moscú?; La pantera rosa; El nuevo caso del inspector Clouseau; El irresistible Henry Orient.
1965: ¿Qué tal, Pussycat?
1966: Tras la pista del zorro; La caja de las sorpresas.
1967: Casino Royale (y guionista); Siete veces mujer; The Bobo.
1968: El guateque; I Love You, Alice B. Toklas.
1969: Si quieres ser millonario no malgastes el tiempo trabajando (y guionista).
1970: Hay un chica en mi sopa; Simon, Simon; Amor a la inglesa; A Day at the Beach.
1972: Hasta nunca, Doctor; Las aventuras de Alicia.
1973: El optimista; Ghost in the Noonday Sun; The Blockhouse.
1974: Camas blandas, batallas duras; El regreso de la Pantera Rosa; The Great McGonagall.
1976: La Pantera Rosa ataca de nuevo; Un cadáver a los postres.
1977: To See Such Fun.
1978: La venganza de la Pantera Rosa
1979: El estrafalario prisionero de Zenda.
1980: Bienvenido, Mr. Chance; El diabólico plan del Dr. Fu Manchú.
Trabajos para televisión
1956: Son of Fred; A Show Called Fred; Idiot Weekly Price 2d.
1957: Yes, is the Cathode Ray Tube Show.
1958: The April 8th Show.
1963: The Telegoons.