Semilla de maldad
Para este sábado 3 de febrero los cinéfilos tendremos oportunidad de poder volver a ver una cinta clásica de los años cincuenta: “Semilla de Maldad”, la cual pasará a las 19.00 horas, en TCM Classic Hollywood.
Tres son las películas distintivas que imponen el tema de la delincuencia juvenil, en el cine americano durante la década de los cincuenta. Conforme a su fecha de estreno ellas son “El salvaje” (The wild one, ‘54) de Lazlo Benedeck; “Semilla de maldad” (The blackboard jungle, ‘55) de Richard Brooks y “Rebelde sin causa” (Rebel without cause, ‘55) de Nicholas Ray. Por coincidencia, las tres marcaron a sus protagonistas principales: Marlon Brando fortaleció su imagen de rebelde; Glenn Ford la del americano mesurado, justo y de ideas liberales; y James Dean se tornó en mito, símbolo de una generación.
“Semilla de maldad” inició su rodaje formal el 15 de noviembre de 1954, a partir de la novela publicada en 1952 “Blackboard jungle” de Evan Hunter, cuyo verdadero nombre era el de Salvatore Albert Lombino, maestro de escuela secundaria, quién plasmó en su obra precisamente su experiencia en el EVANder Childs High School and HUNTER College, localizado en Nueva York y de donde obtuvo su seudónimo, el cual seguiría utilizando en su obra posterior, junto con el de Ed McBain, entre otros.
La MGM compró los derechos del libro que armó revuelo y puso el proyecto en manos del inquieto y liberal director Richard Brooks, el cual en “Hollywood : la casa encantada” de Paul Mayersberg nos subraya: “Aunque estaba ligado por un contrato de siete años con la MGM, cuando el argumento de “Blackboard jungle” (La Jungla del Pizarrón) llegó a mis manos, rehusé toda clase de compromiso con respecto al estilo de fotografía, montaje, reparto, etc., propios del estudio. Era la primera vez que se me presentaba la oportunidad de decir . Pero surgieron complicaciones. Intentaron no estrenarla porque la oficina de Nueva York opinó: . Me enviaron una nueva escena para añadir en la cual Glenn Ford, el maestro, va a la policía o al director y dice: . Entonces exploté: Y me contestaron: . ”. Efectivamente, la escena no se filmó.
Por su parte David Manning White y Richard Averson en su libro “El arma del celuloide” comentan: “Si las numerosas informaciones periodísticas acerca de la tensión e incluso violencia reinantes en las escuelas de muchas ciudades norteamericanas no lograron que el público tuviera clara conciencia de esa grave situación, “Semilla de maldad”, dramatizó ese problema con un fuerte llamado de alarma. La escuela profesional donde se desarrolla la impresionante novela de Evan Hunter era un microcosmos de las convulsiones que desorganizabn las aulas de muchas grandes ciudades. Los indómitos muchachos de “Semilla de maldad” agregan su propia , rampage (vandalismo), a las tres tradicionales correspondientes a reading, riting y rithmetic (lectura, escritura y aritmética). (Incluso un Mr. Chips o una Miss Bishop, a pesar de ser grandes maestros, habrían levantado sus manos en señal de desesperación.) Su maestro, el señor Dadier –que pronto recibe el apodo de por sus acusaciones- nunca siguió un curso que le enseñase cómo rechazar a un alumno que lo ataca con una navaja abierta. En contraste con las experiencias reales de muchos docentes que fueron vejados y golpeados en las ruinosas escuelas municipales de los barrios bajos, Dadier logra establecer finalmente cierta armonía en las relaciones con sus alumnos. A causa de la imagen negativa que ofreció de una de las principales instituciones norteamericanas, la educación pública, “Semilla de maldad” suscitó críticas por parte de aquellos que se preocupaban por la imagen de Estados Unidos en el exterior. Edward R. Murrow, en ese entonces director de la Oficina de Información de Estados Unidos, y Norman Cousins del Saturday Review, entre otros, expresaron el temor de que los públicos del extranjero pudieran extraer falsas conclusiones acerca de la vida norteamericana sobre la base de películas que Hollywood exportaba a otros países. Clare Boothe Luce, en aquel tiempo embajadora de Estados Unidos en Italia, acusó a Semilla de maldad de no ser representativa de las escuela públicas norteamericanas”. (La embajadora Clare Boothe Luce intervino para que “Semilla de maldad” no fuera exhibida en el Festival de Venecia, en la sección oficial, a pesar de ya estar programada).
“Durante una entrevista, un periodista preguntó a Richard Brooks, director del filme, si pensaba que tenía derecho a mostrar a Estados Unidos bajo una luz tan desfavorable. Brooks respondió: La MGM jugó con la idea de poner a Robert Taylor o Mickey Rooney, antes de decidirse por Glenn Ford, para el rol del excombatiente de Corea, Dick Dadier, quién al no encontrar trabajo al regresar de la guerra, acepta el de maestro de escuela en una high school de barrio bajo, con una serie de conflictos entre los mentores y los estudiantes, la mayoría de ellos pertenecientes a diversas minorías raciales, cuyo lazo en común es su marginalidad y ser prospectos de carne de presidio. Dadier busca ofrecerles, con sus enseñanzas, una posibilidad de salida a su situación y aunque hay un relativo final feliz, en el fondo queda la sensación de la imposibilidad de romper con el círculo de miseria y falta de oportunidades, desde la sociedad misma, para su posible recuperación. Junto con Glenn Ford destaca en “Semilla de maldad” la labor de Sidney Poiter y Vic Morrow. Igualmente el uso de “Rock around the clock” (Al compás del reloj) interpretada por Billy Haley y sus cometas, en los créditos iniciales y al final, así como algunos compases durante el desarrollo, para contrastarlos con melodías de jazz suave, que sirven de yuxtaposición, marcando con intensidad la violencia, son otro de los aciertos del film. La inclusión del tema de Haley se debió a Meter Ford, el hijo de Glenn, quién en el verano del ’54 compró el album “Thirteen Women And Only One Man in Town”, haciéndoselo escuchar a su papá, gran aficionado a la música, al igual que su mamá Eleanor Powell, a quién también le gustó el estilo del roquero. Al reunirse el director Richard Brooks, con el actor en su casa, al discutir sobre la posible música, Peter puso el disco y Brooks terminó por convencerse y así la MGM compró los derechos de la pieza en 5,000 dólares, para ser utilizada, máximo, en tres ocasiones en la película. Si la productora hubiera pagado otros 2,500, se habría quedado con los derechos totales de una canción a la que seguramente no le vieron su potencial de éxito. Después del estreno de la película, el disco se mantuvo varias semanas en el primer lugar de ventas, hasta llegar a 25 millones de copias, sólo en los Estados Unidos.”
Al ser estrenada “Semilla de maldad” el 25 de marzo de 1955, “Rebelde sin causa” llevaba dos semanas de rodaje y al medir la Warner, el impacto del film de Glenn Ford, en su primer fin de semana, suspendió el rodaje en blanco y negro, pantalla plana, que estaba llevando a cabo, y lo que era un proyecto barato, se convirtió en algo prioritario, dándole instrucciones a Nicholas Ray, para utilizar el color y el cinemascope, ampliando, obviamente, el presupuesto de ese clásico del cine.
La diferencia básica, para mi gusto, entre “Semilla de maldad” y “Rebelde sin causa”, para que la primera tuviera mayores problemas de explotación y posterior exhibición, estriba en que “Semilla de maldad” hace un enfoque sobre las condiciones sociales que imperan en el entorno de esos seres marginales, para que no tengan escapatoria; mientras que “Rebelde sin causa”, lo reduce el conflicto a lo individual, siendo más optimista en cuanto a la posibilidad de salvación de sus personajes. Pero junto con “El salvaje” las tres, reitero, son importantes para entender el cine de delincuentes y marginales juveniles, durante los cincuenta.
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Boris 13-01-08