Persona


PERSONA. APARIENCIA Y REPRESENTACIÓN

Persona (1966) es la película que, en mi opinión, supone el punto más alto de la obra de Bergman, y en ella realiza un estudio no sólo de los seres que exhibe sino del propio proceso creativo, introduciendo elementos distanciadores muy brechtianos a lo largo de la película, con el fin de crear consciencia de que lo que estamos viendo es una recreación de algo, manipulado por su director.

La anécdota es muy sencilla en apariencia. Una actriz que ha dejado de hablar repentinamente durante una representación teatral es tratada médicamente en una mansión privada, situada en una isla, por una enfermera que intenta conseguir su curación para lo que intenta comunicarse con ella mediante la palabra, sin conseguir de la otra parte más que el silencio. El resto de la película es la especial relación que se crea entre ambas mujeres, donde la actriz se va adueñando pausada pero constantemente de la personalidad de la enfermera, sin decir una sola palabra.


La dominación por el silencio, creando la necesidad de contacto humano verbal en el ser más indefenso o, al menos, más confiado, se muestra en la película como aparente tema central de la misma. El proceso de vampirización entre la enfermera y la actriz "muda", se me antoja insuperable, el grado de identificación progresiva entre ambos personajes queda explícito en un genial primer plano —acusado en su momento de demasiado ingenuo— de ambas en total conexión, que, posteriormente, ha sido utilizado en alguna ocasión por otros directores, pero que nunca se ha superado en el clímax conseguido por la aparición de los rostros integrados, en una muestra más de la enorme habilidad del realizador para explorar el interior de los seres a través del rostro humano.

Sin embargo, esta dominación no me parece, en absoluto premeditada, no olvidemos que la actriz se encuentra aislada con la enfermera debido a unos problemas mentales difusamente planteados en el film, que le impiden voluntaria o involuntariamente comunicarse verbalmente. Parece evidente que existe una voluntariedad en la falta de habla en la actriz, que obedece más a una toma de postura ante la vida que a un intento de dominación sobre otras personas. Cuando deja de hablar —en una representación teatral, su trabajo— no se plantea ninguna relación de dominio sobre los demás, simplemente decide que su forma de vida y su trabajo son accesorios para su existencia y decide prescindir de lo accesorio para concentrarse en lo esencial buscando una respuesta a su angustia existencial.

De esta forma lo que la película propone, es el enfrentamiento entre dos personas, en todo el significado de la palabra persona, con diferentes planteamientos existenciales, así como el conflicto y la simbiosis que se produce entre ellas, a lo largo de su enfrentamiento, aunque parece que el director toma partido, eso sí, en el sentido de que la persona de planteamientos más puros y esenciales prevalece sobre la otra, más terrena y con más necesidades.

En la base del film Bergman trata de realizar una exposición del vacío existencial de las personas, el terror a la nada y a la falta de significado de sus vidas que es la razón por la que la actriz, consciente de esa nada, considera inútil su actividad, de ridícula importancia frente a la magnitud de ese vacío y el terror que genera. La consciencia de la muerte como desaparición total y absoluta planea también, de este modo, en la película como en tantas otras en la obra de su director.

Además, el hecho de que la actividad de la protagonista sea actuar, junto con el juego de imágenes aparentemente —solo aparentemente— ajenas a la trama que Bergman utiliza desde el mismo comienzo —espectacular por lo inhabitual— del film son elementos que le permiten al director extenderse en una reflexión sobre la representación y la realidad, sobre la apariencia y la verdad también presente en otras películas suyas. La máscara, como símbolo de representación y de ocultamiento de la realidad.


En este sentido me parece interesante destacar la falta de indicaciones de Bergman para separar las escenas "reales" con las "imaginadas" ya que, al contrario de lo habitual donde o bien la planificación o bien el tono de la fotografía son diferentes, aquí todo sucede como si fuera real. Trabaja ambas posibilidades con la misma textura y el mismo tipo de realización, como queriéndonos decir que ambos estados de vigilia y ensoñación son similares y ambos forman parte por igual de la propia persona en igualdad de importancia. Este efecto ya lo había utilizado en Fresas salvajes al conseguir esa cohesión entre los recuerdos y el presente del profesor.

El tema de la apariencia y de la representación, se encuentra muy presente en el cine de este realizador, la misma escena del bonzo ardiendo de Persona marca la diferencia para la actriz entre la verdad "representada" y la verdad "real", o el horror verdadero de la muerte.

Curiosamente esta muestra del horror real de la vida se muestra a través de otro medio de representación como es la televisión, pues no olvidemos que las imágenes que vemos en este medio son, de alguna forma, manipuladas, es decir, representadas.

Esto introduce una nueva reflexión sobre los diferentes medios de exposición de la realidad ante el espectador:

* El teatro, actividad primordial de la protagonista de Persona, de otros personajes de sus películas y una de las del propio director, donde la representación se realiza sin intermediarios, cara a cara con el receptor de la manipulación que a su vez es consciente de dicha manipulación.
* La televisión, donde el receptor puede encontrarse indefenso ante dicha manipulación, inconsciente de ella.
* El cine —tan manipulador como la televisión y el teatro, o incluso más— donde la sala oscura y el tamaño de las imágenes pueden producir en el aislamiento individual de cada receptor un efecto de alienación que provoque su compenetración con los personajes mostrados haciéndole formar parte de ellos; hasta tal punto que en ocasiones Bergman busca romper esa intensa conexión mediante cortes —el quemado de la película— para que recuperen su consciencia de receptores de una representación y, de este modo, la lucidez perdida durante la representación.

Por otro lado y en relación con el aspecto narrativo de la obra y con el posible simbolismo de muchas de sus imágenes —en su momento su cine se valoraba fundamentalmente en función de sus símbolos— es interesante el precedente que supone su película inmediatamente anterior, la comedia Por no hablar esas mujeres (För att inte tala om alla dessa kvinnor, 1964).

En cualquier caso, simbólica o no —para mí sí que existe un evidente simbolismo en muchas de sus imágenes—, lo que sí da la impresión es de que, en aquel momento, más que narrar historias lo que hacía Bergman era exponer ideas, dejando la verosimilitud narrativa a un lado para explicar sus puntos de vista sobre los temas que le interesaban: más que narraciones planteaba ensayos.

Realmente las forzadas interrupciones del hilo narrativo mediante la utilización de diferentes recursos —con el objetivo de hacer presente la simulación y manipulación que todo film supone esencialmente— fueron, al menos para mí las primeras veces que pude ver esta película, totalmente necesarias dado el grado de implicación que inconscientemente estaba teniendo con la historia.

En resumen, a mi parecer nos encontramos ante una de las obras cumbre de la historia del cine.



sacado de www.trendesombras.com

“Persona”


Contexto.

En 1963 Ingmar Bergman terminaba un periodo intenso de trabajo en el que había dirigido nueve películas en menos de siete años, y con esto cerraba un ciclo fílmico en el que predomina la búsqueda de Dios tanto en el plano de la fe como en el de la razón.

Tras esta etapa de gran actividad, se toma un descanso de dos años.
En este breve periodo Bergman se ve aquejado de graves problemas de salud, motivo por el cual permanece ingresado en una clínica de Estocolmo, tiempo que emplea para escribir el guión de 'Persona', 1966.

Esta película tiende a la desesperación, sentimiento que brota de su alma al dejar liquidado el tema religioso con muchas más dudas que convicciones.

Persona es un film sobre el hombre y su razón de ser y existir, en el cual se ponen de manifiesto la incertidumbre y la crisis personal de su autor tras un periodo de vacilante reflexión teológica.


Prólogo de “Persona”.

La película comienza con un prólogo impresionante, hermético e inquietante, con planos llenos de simbología y de referencias a la Vida, la Muerte, Dios, el Ser humano. ( Parece sugerir que el ser humano, al constatar la vanidad de su destino y la muerte, trata de encontrar la inmortalidad a través del sexo, el arte y la religión).

La apertura hace referencias a 5 temas:

  1. Religión (araña/dios, crucifixión, cordero), El cordero muere, las manos crucificadas mueren, la araña mata, ¿puede la religión librar de la muerte?
  2. Sexo (pene, vagina), El sexo engendra hijos destinados a vivir en un mundo de mentira y muerte. ¿El ser humano se engaña o se afirma cuando busca la inmortalidad?
  3. Arte/ilusión (proyector, cine mudo, pantalla), El arte, como el cine, es una ilusión de la realidad, una ilusión que puede ser inmensamente bella, pero no deja de ser irreal: concluye cuando finaliza la película o se quema la cinta.
  4. Vanidad de la vida humana (personaje que inútilmente trata de trabajar).
  5. Muerte (personaje mudo, depósito mortuorio). La referencia a Electra evoca la cercanía de ésta al mundo de los muertos y su acumulación de ira, rabia y deseos incontenibles de venganza, por la muerte del padre, que no acepta.

Historia


La actriz Elisabeth (L.Ullmann) pierde la voz durante una representación teatral en la que encarnaba el papel de Electra. Se decide ingresarla en una clínica psiquiátrica, donde no se encuentra una causa que justifique su estado. Al no experimentar mejoría, su médico la invita a descansar un tiempo en una casa en la playa, en compañía de Alma (B. Andersson) una joven enfermera afable y servicial, cuyas aspiraciones son casarse y formar una familia

Elisabeth con la simple arma del silencio, un silencio defensivo y culpable que opone frente a la falsedad y la mentira, va a trastocar la concepción de las cosas que tiene Alma y la va a hacer mirarse a su interior para sondear en los más oscuros senderos que todos ocultamos y la hará enfrentarse a su propio yo, a sus miedos y obsesiones, y a los dolores que palpitan latentes.

Los personajes son un alma que se desnuda y otra que escucha impenetrable, muda. Viven un retiro voluntario en el que ambas comparten sus soledades, un retiro en el que toda clase de sentimientos afloran en apariencia unilateralmente, consiguiendo transmitir la necesidad de comunicación de los seres humanos, en especial de los más débiles.

El filme es una intensa exploración de lo más recóndito de nuestros seres. De toda esa confusión con la que cargamos. No hay certezas. No se puede dominar el espíritu. Podemos intentar engañarlo, hacernos la ilusión de que somos alguien concreto, tangible e inmaterial, una identidad que reúna unos rasgos únicos. Pero es sólo una ilusión.

(El resto de la crítica puede contar partes de la película) Ver todo

Plantea cuestiones tan importantes y cruciales como la verdad y el engaño, el egoísmo y la humildad, el terror a la nada, la soledad y la incomunicación.

Expresa incertidumbre a la hora de explorar la realidad, sugiriendo una suerte de irracionalidad de lo real.

Con el silencio alude a la falta de voluntad, a dejarse llevar por un concierto que no entendemos,a no plantear falsas resistencias que sólo son espejismos. Por ello I. Bergman rompe la ilusión de la imagen cinematográfica, para hablar de todo esto sin recurrir a la falsa ilusión que proporciona el concepto “película” y que, trazando un paralelismo, es la que nosotros empleamos para vivir. Nuestra vida es una ilusión, una impostura. Una película. El lenguaje, las intenciones... no hay verdad en ellos. Aunque creamos lo contrario son tan falsos como el cine, sólo incorporan apariencia de realidad, nada más.

Sólo así se explica que seamos tan contradictorios.


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Boris Soto



Marnie


Margaret Edgar, Marnie, es una atractiva cleptómana. Utiliza falsas identidades para obtener trabajo en empresas y cometer desfalcos en ellas. Descubierta por uno de sus empleadores, Mark Rutland, se ve obligada a casarse con él. Ambos habrán de hacer frente al trastorno mental que sufre Marnie y tratar de descubrir qué lo originó.

Marnie es una de las películas más controvertidas de la filmografía de Alfred Hitchcock y, quizá por ello, la mayoría de los ensayos sobre las películas del director no suelen detenerse demasiado en ella; tampoco se ha divulgado mucho su complicada gestación. Sin embargo, más allá de la apreciación que se pueda tener sobre la película en sí, lo que parece consensuado es que marcó el fin de una etapa en la carrera del director y, aunque sólo fuera por eso, creo que merece la pena conocer las vicisitudes que hubo de atravesar, porque arrojan luz no sólo sobre la película en concreto sino sobre el propio trabajo de Hitchcock.

Los origenes

Marnie es una novela de Winston Graham, escritor inglés especialmente popular por su serie de libros centrados en las andanzas comerciales y sentimentales del personaje Poldark, un navegante ficticio de Cornualles en el siglo XVIII. Muy interesado por los personajes femeninos y su psicología, Graham se basó en algunas historias reales que conocía para urdir la trama de Marnie. Situada en Inglaterra, tras la guerra, la protagonista se ve abocada a la cleptomanía como consecuencia de un trauma infantil; durante el desarrollo de uno de sus “trabajos” en una empresa, es pretendida, indeseadamente por su parte, por dos hombres. Agobiada por una situación de la que cada vez le resulta más difícil escapar, desconcertada e inmadura, se debate entre las pulsiones para apropiarse del dinero ajeno y su patológico rechazo al sexo, hasta verse obligada a enfrentar los recuerdos del hecho que ha engendrado su desorden mental.

Graham redactó su novela en primera persona, consiguiendo reflejar con ello la confusión de la protagonista ante sus propias actuaciones compulsivas y sus miedos irracionales. Trazaba además una analogía entre la situación personal de Marnie y la de la mujer en general en una sociedad, la inglesa de posguerra, que luchaba por recuperarse del conflicto bélico arrastrando aún su clasismo, su machismo y unas convenciones sociales tan vigentes como arcaicas y decadentes. Marnie encarna así a la mujer que, oprimida por moralidades caducas y circunstancias sociales predeterminadas, se enfrenta al patriarcado de clase alta, accediendo al círculo empresarial a través de los propios vicios de éste, y robándole para conseguir una posición económica más ventajosa.

Por otra parte, los protagonistas masculinos se sienten atraídos por ella precisamente por su aura distante y misteriosa. Más adelante, es el hecho de descubrir sus actividades como delincuente lo que más incita el interés de uno de ellos, por el desafío que supone a una casta privilegiada en la que, obligado a hacerse cargo del negocio familiar, él también se siente constreñido.

Es fácil entender que a Hitchcock le atrajese la historia. Por una parte plantea concomitancias con Recuerda (Spellbound, 1945) (la protagonista está afectada por una vivencia infantil no asumida, se hace pasar por otra persona, y alguien se enamora de ella e intenta ayudarla a superar sus muchos problemas), y por otro lado tiene ecos de Vértigo/De entre los muertos (Vertigo, 1958) (un hombre se siente atraído por una mujer misteriosa, perturbada, que esconde un secreto). Al parecer, esta faceta fetichista de la historia fue la que más motivó el interés del director: el hecho de que el protagonista masculino se vea atraído por Marnie precisamente porque es una ladrona compulsiva; algo que también se planteaba en desenfadado tono de comedia, y con los roles invertidos, en Atrapa a un ladrón (To Catch a Thief, 1955), donde el personaje de Grace Kelly se siente fascinada por Cary Grant en buena medida porque éste es un hábil delincuente.

Precisamente Grace Kelly fue una de las claves para que esta película llegara a rodarse pues, desde el principio, se concibió como un vehículo para su reaparición cinematográfica tras convertirse en Princesa de Mónaco.

Preliminares

A lo largo de su carrera Hitchcock tuvo bastante claro el tipo de mujer que le gustaba para encarnar a sus protagonistas, y encontró sucesivamente dos actrices que consideraba idóneas: Ingrid Bergman y Grace Kelly. La boda de la primera con Rossellini y la de la segunda con Rainiero de Mónaco interrumpieron su satisfactoria colaboración. El intento del director de actuar como Pigmalión de Vera Miles se vio frustrado al anteponer la actriz su vida personal a su carrera cinematográfica.

REPARTO:

Tippi Hedren: Marnie Edgar
Sean Connery: Mark Rutland

Diane Baker: Lil Mainwaring
Martin Gabe: Sidney Strutt
Louise Latham: Bernice Edgar, madre de Mamie
Bob Sweeney: Primo Bob
Bruce Dern: Marinero
Milton Selzer: Hombre de Track
Mariette Hartley: Susan Clabon
Alan Napier: Sr. Rutland
Henry Beckman: Primer detective
S. John Launer: Sam Ward
Meg Wylie: Sra. Turpin
Louise Lorimer: Sra. Strutt
Edith Evanson : Rita





CREDITOS

Director y Productor: Alfred Hitchcock

Guionista: Jay Presson Allen
Basada en una novela de Winston Graham
Director de Fotografía: Robert Burks
Editor: George Tomasini
Diseño de Producción: Robert F. Boyle

Diseño de vestuario: Edith Head y
Rita Riggs

Música: Bernard Herrmann

Duración: 130 minutos


El papel de Marnie fue ofrecido a varias otras actrices antes de recaer sobre Tippi Hedren, entre ellas Eva Marie Saint, Lee Remick y Grace Kelly, por aquel entonces ya Princesa Grace de Mónaco. En el caso de esta última, que ya había aceptado, fueron los súbditos monegascos quienes se opusieron a ver a su princesa en el papel de una cleptómana.

Esta película constituyó la última colaboración entre Hitchcock y Bernard Herrman, su compositor por excelencia, autor de la banda sonora en ocho de sus filmes.

La relación entre el director y la actriz principal empeoró manifiestamente durante el rodaje, tanto que se suele decir que los últimos días del mismo Hitchcock acabó por darle instrucciones a través de intermediarios, a pesar de que Hedren ha negado en su biografía que tal cosa llegara a suceder.



Boris

Traiganme la cabeza de Alfredo Garcia



TRAIGANME LA CABEZA DE ALFREDO GARCIA (1974)

Producción Optimus Films [us], Estudios Churubusco Azteca S.A [mx] Productor Martin Baum
Dirección Sam Peckinpah
Guión Sam Peckinpah, Gordon Dawson (basado en la historia de Frank Kowalski)
Fotografía Alex Phillips Jr. (color)
Montaje Dennis Dolan, Sergio Ortega, Robbe Roberts
Música Jerry Fielding
Diseño de Producción Agustín Ituarte
Intérpretes Warren Oates, Isela Vega, Robert Webber, Gig Young, Helmut Dantine, Emilio Fernández, Kris Kristofferson, Chano Urueta, Donnie Fritts, Jorge Russek

Sin lugar a dudas, la constante mutilación de metraje que sufrían sus obras en la sala de montaje, llevó al maestro Sam Peckinpah a alejarse del control de los grandes estudios. Su última película como autor (firmó su último guión) se planteó como una pequeña coproducción entre los dos países que dividían su corazón, EEUU y México. De esta manera, aunque fuese por una sola vez, tendría la última palabra en lo que al montaje final se refiere.

La historia, basada en una historia de Frank Kowalski resulta, más que significativa, anecdótica. Un poderoso magnate de México (Emilio Fernández) no admite la deshonra tras descubrir que su hija ha quedado embarazada de un antiguo empleado suyo, Alfredo García. Por ello, ofrece una gran recompensa a aquél que le confirme la muerte de éste entregándole su cabeza. Pues bien, el bueno de Bennie, viejo conocido de Alfredo, sabe donde encontrar su cabeza e imagina un mejor futuro teniendo en sus manos la recompensa. Desde ese momento éste emprende el viaje junto a su compañera Elita enfrentándose a muchos más obstáculos de los que suponían.

La desesperación y el desprecio por la vida humana, son temas centrales en una película que refleja la violencia como reflejo cotidiano de una sociedad, algo que en manos de su director adquiere tintes filosóficos. No obstante, esa violencia se manifiesta entre los más poderosos y aquellos que luchan por hacerse hueco en círculos más selectos. Realmente, todo apesta a muerte en Quiero la cabeza de Alfredo García. Su personaje principal (un impagable Warren Oates) emprenderá su particular "bajada a los infiernos" para enfrentarse a la mismísima muerte y convirtirse en ebrio ejecutor de sus iniciales verdugos.

No es de extrañar, que entre sus viejos colaboradores (el citado Warren Oates, Kris Kristofferson o el músico Jerry Fielding) figure el enigmático Emilio Fernández, quintaesencia del cineasta hedonista y autodestructivo y por extensión correspondencia de su autor al otro lado de la frontera. Pues estamos ante la desesperada obra de un genio que vuelve a destriparnos las miserias del ser humano y a recordarnos lo más innegable, que la violencia viene de fábrica y que somos víctimas de la mentira, aquella que nos dice que el mundo no es el que nos merecemos.

Vilipendiada en su momento e incomprendida estéticamente por su humilde factura. Emerge años después como testamento de la talla intelectual de su autor. Tristemente fueron pocos los que supieron ver en su narrativa la perfecta estructura de un viaje complejo y estilizado que se topa con el naufragio que supone la falta de respuestas. La United Artists distribuyó sin mucha ambición un producto con poca repercusión en taquilla, que merecía mayor suerte. Y es que de todos es sabido que Hollywood no acepta cambios en el menú, no vaya a ser que el negocio se vaya al traste.



La maravillosa vileza de Peckinpah
Es difícil encontrar, en la historia del cine, un elenco de personajes tan perversos, tan desalmados, envuelto en una historia más sórdida. Y es que todo arranca con un "tráiganme la cabeza" que vale un millón de dólares; evidentemente, es un deseo que la mayoría querrán satisfacer.

Será un veterano de la supervivencia, el gringo Bennie, encarnado por un espectacular Warren Oates, quien llevará las riendas en la búsqueda de Alfredo García -de su cabeza, porque el resto no importa-. El personaje de Oates es tan gris como el que más, pero humano sin duda. Continúa aguantando, con su piano y su botella, en un México que invita a llevar siempre puestas esas oscuras gafas de sol suyas. Un hombre atrapado, ansioso de encontrar algo que poder buscar y, sobre todo, enajenado por una belleza mexicana, tal vez su único alivio. Pero el momento ha llegado: mucho dinero -dinero fácil- para empezar una nueva vida: y encontrará una narración rabiosa.

Viaje de ida: la asquerosa carretera, la chica de la que está enamorado, problemas. Estalla toda la crueldad posible incluso antes de haber comenzado la acción. Viaje de vuelta: más violencia incontenible. Muerte, muerte, muerte. Mexicanos, gringos, inocentes. Y Alfredo García y su cabeza. La cabeza que sobrevuelan las moscas en el asiento del coche de Bennie. ¿Valió la pena? Bennie traga más polvo, más sangre. Los recuerdos, dolorosos; el presente, terrible. Por algún lado habrá que salir de ésta...

Pisándole los talones a "Grupo salvaje", "Quiero la cabeza..." es la más escandalosa película de Sam Peckinpah. Un buen ritmo, quizá de cierto desasosiego, quizá rozando el absurdo en algún momento. El resultado es delicioso. Recomiendo que se vea en versión original, por el continuo baile del español al inglés: así el ambiente queda más embebido, si cabe, de la magia diabólica del director californiano, el maestro que martillea celuloide contra el asfalto para conseguir joyas como ésta.



"Benny para ya, que esto no puede acabar bien..."
Creo que no es la mejor película de Peckinpah, pero le tengo verdadera devoción a "Quiero la cabeza de Alfredo García"...
Es una de mis pelis-fetiche...
No sé qué es lo que tiene pero....

Quizás sea el careto de perdedor que tiene Oates...

Puede que sea por la degradación del mismo conforme va avanzando la peli...

Puede que porque refleja como ninguna la pobredumbre moral y la miseria existencial del mundo...(spoiler)

Pueda que sea por el final, que creo que no podría ser mejor.... (spoiler2)

Nunca nada cocinado tan crudo me ha terminado dejando mejor sabor de boca...

No sé porque es pero creo que nadie ,para mí, ha estado nunca tan desquiciado como Warren Oates en esta peli...


Cada vez que veo esta peli me entran ganar de chillarle a Warren Oates:
"Benny para ya, que esto no puede acabar bien...."

Tan loco como literal
Todos estaremos de acuerdo en que Sam Peckinpah creó un estilo propio al que no renunció nunca y con mejor o peor fortuna siempre le mostró la fidelidad de todo hombre coherente. Otra cosa es simpatizar con la recreación de esos ambientes específicos y la introducción de elementos muy comunes en sus títulos. "Quiero la cabeza de Alfredo García" señala con el dedo la miseria del ser humano, lo peor de lo peor, usa una violencia que aquí congenia extrañamente bien con una historia de amor bastante surrealista y es tan literal como decir que el precio de la cabeza del pobre Alfredo García significa un millón.

Me da la impresión que todos están más allí que aquí, todos están como una regadera y no está nada mal calificar el conjunto de muy surrealista. El polvo, las moscas y el alcohol son tan protagonistas como un excepcional Warren Oates que aprovecha de manera excepcional la oportunidad de un papel que todo actor quisiera alguna vez en su vida. Ha habido algún momento en que he dudado de Sam y parecía aburrirme, justo cuando finalizaba la necesaria descripción del amor del protagonista por la chica para dar paso al desarrollo frenético e imparable de la locura absoluta del imprevisible Oates.

Yo con Peckinpah me lo paso bien, en el Oeste, en la Alemania Nazi o donde sea, aquí en México me lo ha hecho pasar como un condenado y eso tiene más valor que cualquier posible interpretación simbólica de los elementos con los que trabaja. Opino que sus formas suponen mucha influencia sobre lo que se hizo y se está haciendo después.
(El resto de la crítica puede contar partes de la película) Ver todo

Otra historia más ambientada en el mundo de Peckinpah, donde todas las mujeres son unas putas y todos los hombres unos puteros. Sería el mundo real de no ser por la extrema violencia.

Este director sabe como nadie construir personajes ambiguos. Acabo de verla y todavía no sé muy bien por qué Bennie reacciona de esa manera.
Yo creo que todos sus personajes terminan volviéndose algo "locos" de una u otra forma, ya sea por la tensión de una huida, o por una traición especialmente dolorosa, o por lo que sea. El caso es que todo ello unido a su inconfundible estilo hacen que sus historias resulten impredecibles o, como mínimo, entretenidas.

Para los que busquen algo más profundo queda el estudio de la violencia que Peckinpah siempre hace. La violencia como forma de expresar sentimientos (generalmente venganza; en sus películas se han tratado todos los tipos de venganza: por amistad, por amor... ¿realmente hay alguna razón más aparte de estas dos?)
jastarloa

Quiero La Cabeza de Alfredo García, La esencia de Sam Peckinpah
Tras el fiasco que supuso para Peckinpah la adulteración de la ambiciosa Pat Garrett y BillyThe Kid, este se refugió para su siguiente filme en un país que conocía y que le entendía a la perfección, Méjico. Allí, rodeado de grandes amigos y libre en su creatividad realizó en 1974 Quiero la cabeza de Alfredo García (Bring me the Head of Alfredo García, 1974).
La película nos narra la historia de un cacique mejicano que ordena que le traigan (literalmente) la cabeza de Alfredo García, un ex lacayo que ha dejado embarazada a su hija y que después ha desaparecido. Ofrece un millón de dolares por dicho trofeo por lo que un montón de matones a sueldo se pondrán en marcha para capturarle.
Se trata posiblemente de la película más personal de Sam Peckinpah. Una historia absurda y surrealista a medio camino entre el thriller, el western y una road movie. Aquí Peckinpah da rienda suelta a todo lo que caracteriza a su cine, el caos en la narración, gran carga psicológica y ambigüedad en los personajes principales, la figura del antihéroe o perdedor, personajes femeninos sin prejuicios de género, violencia extrema pero con una gran carga lírica o la fatalidad del destino. Sam Peckinpah nos muestra la cruda realidad mediante caminos polvorientos, sudor, sangre, paisajes agrestes, tugurios de mala muerte, ladillas, putas o el fervor religioso de los mejicanos. Warren Oates está estupendo en el papel de perdedor que busca la recompensa por la cabeza de Alfredo García. También participan actores habituales del director como Robert Webber, Gig Young o Kris Kristofferson y su elenco mejicano favorito con Isela Vega, Emilio Fernandez o Chano Ureta. El guión es del propio Peckinpah junto con su ayudante Gordon Dawson. La música, aparte de sonar algunos corridos y canciones mejicanas, cuenta con una partitura del también habitual Jerry Fielding. La fotografía está realizada por Alex Phillips. Cabe destacar que no se abusa excesivamente de las muertes en ralentí, recurso frecuente en los filmes de Peckinpah por esos años.
Sam Peckinpah realiza una obra sin concesiones, su universo plasmado en una historia llena de lirismo, caos y violencia que hará las delicias de los amantes de este gran director de cine.

Sam Peckinpah, again. Probablemente, su película más insólita y extrema, que nos da una idea aproximada de como podría haber sido un filme de acción dirigido por Luis Buñuel. El tal Alfredo García del título es un gañán que deja preñada a la hija de un cacique mexicano (el inefable "Indio" Fernández). Para vengar el honor de su hija ultrajada, el hacendado ofrece cien mil dólares a quien le traiga la cabeza del seductor. Pero Alfredo se ha matado en un accidente de tráfico y su cuerpo está enterrado en un mugriento cementerio en lo más profundo del México más profundo y costroso que uno pueda imaginar. Y el único que lo sabe es un pianista americano llamado Benny (Waren Oates) que malvive tocando en cantinas de mala muerte. Deseando ganar un dinero fácil, Benny y su novia viajan hasta el pueblo en cuestión y desentierran el cadáver para cortarle la cabeza pero, en ese instante, son atacados. Cuando Benny recupera la consciencia, se encuentra a su chica asesinada y descubre también que la cabeza de Alfredo García ha sido robada. Comienza entonces una persecución desesperada para recuperar la cabeza que va pasando de mano en mano a la vez que se va pudriendo a causa del sofocante calor del páramo mexicano. Benny trata de conservar el despojo intacto metiendo trozos de hielo en la bolsa donde lleva la cabeza y que cada vez está rodeada por un enjambre de moscas mayor. La película se sumerge entonces por los páramos del surrealismo más desatado al mostrarnos como Benny va entablando una relación emocional con la putrefacta cabeza mientras prosigue con su viaje que solo conduce.... hasta la locura y la muerte.
Boris

El guión


El guión es la partitura, lo demás es música. Una cadencia que concatena 24 imágenes por segundo proporcionándonos la engañosa sensación de haber capturado una sucesión de instantes, confiriéndoles un orden narrativo y un sentido literario. Mientras exista una temática y un argumento sustentado por situaciones dramáticas y actores parlantes, el cine no se habrá emancipado de la novela ni del teatro. La vida tampoco. Vivimos para interpretar o contar lo vivido, o nos lo contamos a nosotros mismos mientras lo vivimos. Somos los guionistas de nuestra propia vida. Con una fatal diferencia con respecto al cine. La vida no se adecua a guión previo, y la película sí. Es más, sin guión no se podrían convocar los actores ni reunir los elementos que el rodaje requiere. Para bien o para mal, todas las películas tienen el sentido que el guión les da. Ese sentido que, a posteriori y prosopopéyicamente, llamamos en la vida Destino. Es curioso comprobar que la palabra destino y la palabra sentido constan de las mismas letras. Como en causalidad y casualidad, basta una simple traslación para alterar el significado. Aunque sospecho que, en este caso, ambas palabras quieren decir lo mismo y la casualidad es sólo una circunstancia cuya causalidad desconocemos. Puede que incluso tras todo acontecer casual se esconda la mano de un guionista oculto.

De hecho, los guionistas son los grandes desconocidos del público y de muchos críticos que, frecuentemente, atribuyen la exclusiva autoría de las películas al director. Rara vez oímos mencionar a Herman Mankiewicz a la hora de alabar Ciudadano Kane y, menos aún, a Hampton Fancher o David Peoples, guionistas de Blade Runner. He leído artículos y he asistido a coloquios sobre el filme de Ridley Scott en los que conspicuos comentaristas han ignorado impunemente en sus exégesis a Philip K. Dick, autor del libro. Existe una obtusa reticencia al admitir que en la trastienda de las apariencias cinematográficas fluye un río literario cuyos creadores se mantienen en la sombra para no interferir una ilusión óptica poblada de presencias, actos y palabras, bajo la batuta de un solo director.

La proverbial invisibilidad de los guionistas trae consigo otra nefasta consecuencia: suelen estar mezquinamente pagados. Van descalzos y nunca besan a la chica. O al chico. Pero asumen una responsabilidad básica y esencial en el éxito o el fracaso de la producción, a pesar de que a menudo su tarea está torpedeada por sesudas, o no tan sesudas, opiniones ajenas que pretenden erigirse en designios divinos, o no tan divinos, cuando se trata de augurar el resultado comercial de un proyecto.

La humildad y la paciencia a ultranza convierten inexorablemente a todo guionista en un asesino en potencia y ésa será su mejor cualidad cuando, metafóricamente hablando, empuñe el bisturí para desentrañar el alma humana. Hace tiempo, García Márquez me confesaba que había escrito un libro como represalia contra la industria cinematográfica que lo tenía constreñido a hacer guiones a la medida de estúpidos criterios. Su venganza se tituló Cien años de soledad.

Pero también he conocido guionistas felices como mi amigo Frank Kowalsky, autor de Tráiganme la cabeza de Alfredo García, o el más grande de los nuestros: Rafael Azcona, genial e incombustible escritor, cuya personalidad y humor han dejado huella indeleble en las pantallas. Siempre he lamentado que los buenos guiones no se publiquen como una pieza literaria. Se me objeta que el guión es algo inacabado hasta que la película no le dé definitiva carta de existencia. Según ese dictamen, tampoco deberían publicarse las obras de teatro, y Shakespeare y compañía dormirían a la espera de que alguien viniera a trasladarlos de la nada a la escena, aunque fuera para masacrarlos por enésima vez. En el fondo, no existe tanta diferencia entre la lectura de una novela y la de un guión. Porque leer es siempre imaginar.
Gonzalo Suarez

Atenea

En la mitología griega, Atenea o Atena (en ático Ἀθηνᾶ Athênã o en jónico Ἀθήνη Athếnê; en dórico Ἀσάνα Asána) es la diosa de la sabiduría, la estrategia y la guerra justa. Fue considerada una mentora de héroes y adorada desde muy antiguo como patrona de Atenas, donde se construyó el Partenón para adorarla. En los mitos clásicos nunca tuvo consorte o amante, y por ello a menudo era conocida como Atenea Partenos (‘virgen’). Fue asociada por los etruscos con su diosa Menrva, y posteriormente por los romanos con Minerva.

Atenea Partenos. Mármol griego firmado ANTIOCHOS, copia del siglo I del original de Fidias del siglo V que se erigió en la Acrópolis.

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Mitología [editar]

Nacimiento [editar]

Atenea naciendo armada de la cabeza de Zeus, con Ilitía (?) a la derecha. Detalle de la cara A de un ánfora ática de figuras negras, 550–525 a. C.

En el panteón olímpico Atenea aparece como la hija favorita de Zeus, nacida de su frente completamente armada después de que éste se tragase a su madre, Metis.[1] La historia de su nacimiento aparece en varias versiones.

Homero llama a Atenea hija de Zeus, sin alusión alguna a su madre o a la forma en la que llegó a existir,[2] mientras la mayoría de las tradiciones posteriores coinciden al afirmar que nació de la cabeza del dios. Ya en Hesíodo la madre de Atenea era la oceánide Metis, la primera esposa de Zeus.[3] Tras yacer con ella, Zeus temió inmediatamente las consecuencias, pues había sido profetizado que Metis alumbraría hijos más poderosos que él.[4] Para impedir tan graves consecuencias, siguió el consejo de Gea y Urano y «la encerró en su vientre»,[3] pero Metis ya había concebido una hija, Atenea, que brotaría de su cabeza.

Píndaro añade que Hefesto abrió la cabeza de Zeus con su hacha minoica de doble hoja, el labrys, y que Atenea saltó de la cabeza completamente adulta «y llamó al ancho cielo con su claro grito de guerra. Y Urano tembló al oírlo, y la Madre Gea...»[5] Otros cuentan que Prometeo, Hermes o Palemón ayudaron a Zeus en el nacimiento de Atenea y mencionan al río Tritón como el lugar donde tuvo lugar el suceso.[6] Otras tradiciones cuentan incluso que Atenea salió de la cabeza de Zeus completamente armada, una afirmación de la que se dice que Estesícoro fue la autoridad más antigua.[7] [8]

Los mitos clásicos posteriores señalaban que Hera se molestó tanto de que Zeus tuviese un hijo, aparentemente por sí mismo, que ella hizo lo propio con Hefesto. Tras la aparición de esta versión se empezó a afirmar que Metis no tuvo más hijos y que Zeus perduró como rey del Olimpo. Los mitos griegos permanecieron estáticos en este punto, sin cambiar hasta el declive de la cultura antigua y la práctica de su religión.

Otras tradiciones [editar]

Un segundo grupo de tradiciones considera a Atenea hija de Palas o Palante, el gigante alado a quien más tarde mataría por intentar violar su castidad, usando desde entonces su piel como égida protectora y sujetándose sus alas a sus propios pies.[7] [9] Una tercera tradición lleva su origen a Libia y considera a Atenea hija de Poseidón y la ninfa Tritonis. Cuenta Heródoto que en una ocasión Atenea se enfadó con su padre y se fue con Zeus, quien la hizo su propia hija.[10] Este pasaje muestra claramente la forma en la que los genuinos mitos helénicos antiguos fueron trasplantados a Libia, donde posteriormente fueron considerados fuentes de los helénicos. Sobre esta Atenea libia se cuenta también que fue educada por el dios-río Tritón, junto con su propia hija Palas.[11]

La relación de Atenea con Tritón y Tritonis dio origen posteriormente a las diversas tradiciones sobre su lugar de nacimiento, de forma que donde quiera que hubiese un río o fuente con ese nombre, como en Creta, Tesalia, Beocia, Arcadia y Egipto, los habitantes de tales regiones reclamaban que Atenea había nacido en ellos. De estos lugares de nacimiento en un río llamado Tritón parece que fue llamada Tritonis o Tritogenia,[12] aunque debe señalarse que este epíteto también se explica de otros modos.

Fragmentos atribuidos por Eusebio de Cesarea al semilegendario historiador fenicio Sanconiatón, que Eusebio creía habían sido escritos antes de la Guerra de Troya, hacen a Atenea hija de Crono, un rey de Biblos de quien se decía que había visitado «el mundo inhabitable» y legado el Ática a Atenea. El relato de Sanconiatón haría a Atenea, como a Hera, hermana de Zeus en lugar de su hija.

Deben señalarse por último una tradición que hacía a Atenea hija de Itonio y hermana de Iodama, a la que mató,[13] [7] y otra según la cual era hija de Hefesto.

Atenea Partenos [editar]

Atenea con casco llevando la serpiente Erictonio en una cista (canasta), detalle. Mármol romano de la época imperial, siglo I–II. (Museo del Louvre, París).

El carácter de Atenea ocupaba un lugar intermedio entre el masculino y el femenino, por lo que en un himno órfico se la llama ἄρσην καὶ ϑἣλυς,[14] y por tanto es también una divinidad virgen,[15] cuyo corazón es inaccesible a la pasión del amor, y que rechaza el matrimonio. Nunca tuvo consorte o amante, y fue conocida como Atenea Partenos, ‘Atenea la virgen’, título del que procede el nombre de su templo más famoso, el Partenón de la Acrópolis ateniense. No se trataba de una mera observación de su virginidad, sino de un reconocimiento de su papel como encargada de hacer cumplir las normas de la modestia sexual y el misterio ritual. Este papel se expresa en varias historias sobre ella. Marino cuenta que cuando los cristianos retiraron la estatua de la diosa del Partenón, una bella mujer se apareció en sueños a Proclo, un devoto de Atenea, y anunció que la «Señora Ateniense» deseaba morar con él.[16]

En una versión del mito de Tiresias,[17] éste se tropezó con Atenea cuando se bañaba, y fue cegado por su desnudez.[18] Para compensarle por su pérdida, le purificó las orejas, lo que le permitió entender el lenguaje de los pájaros, logrando así el don de la profecía.[19]

Las tradiciones más antiguas siempre describen a la diosa vestida, pero Ovidio la hace aparecer desnuda ante Paris.[20] Su estatua también estaba siempre vestida, y cuando era llevada en los festivales áticos estaba completamente cubierta. Pero a pesar de la opinión general sobre su carácter virgen, hay algunas tradiciones de origen tardío que la describe como una madre. En ellas, Apolo es considerado hijo de Hefesto y Gea por accidente, ya que Hefesto pretendía poseer a Atenea, una leyenda que puede haber surgido en el momento en que los jonios introdujeron el culto de Apolo en el Ática, y cuando esta nueva divinidad fue ubicada con algún lazo familiar con la antigua diosa del país.[21] Licno también es considerado un hijo de Hefesto y Atenea.[22]

Erictonio [editar]

Hefesto intentó violar a Atenea pero ésta lo evitó. Su semen cayó al suelo, y Erictonio nació de la Tierra, Gea. Atenea crió entonces al bebé como su madre adoptiva.[23]

Atenea puso al infante Erictonio en una pequeña caja (cista) que confió a tres hermanas, Herse, Pándroso y Aglauro. La diosa no les dijo qué contenía la caja, pero les advirtió que no la abriesen hasta que regresase. Una o dos hermanas abrieron la caja, hallando a Erictonio con forma de (o abrazado a) una serpiente. La serpiente o la locura producida por ésta hizo que Herse y Pándroso se arrojasen desde la Acrópolis.[24] Harrison cree que se trata de un simple cuento cautelar dirigido a las jóvenes que portaban la cista en los rituales de la Tesmoforia, para desanimarlas a abrirla fuera del contexto adecuado.

Otra versión del mito de las doncellas atenienses es narrada por Ovidio en Las metamorfosis. En esta variante posterior Hermes se enamora de Herse. Las tres doncellas van al templo para ofrecer sacrificios a Atenea. Hermes pide ayuda a Aglauro para seducir a Herse, y ésta le pide dinero a cambio. Hermes le da el que las hermanas ya habían ofrecido a Atenea, quien como castigo por la codicia de Aglauro pide a la diosa Envidia que le infunda celos de Herse. Cuando Hermes llega para seducir a ésta, Aglauro se interpone en su camino en lugar de ayudarle como habían acordado, por lo que el dios la transforma en piedra.[25]

Con este origen mítico, Erictonio se convirtió en el rey fundador de Atenas, donde se le atribuyeron muchos cambios beneficiosos para la cultura ateniense. Durante esta época Atenea le protegió con frecuencia.

Señora de Atenas [editar]

Atenea compitió con Poseidón por ser la deidad protectora de Atenas, que aún no tenía nombre, en una versión de su mito fundacional. Se acordó que cada uno daría a sus habitantes un regalo y que éstos elegirían cuál preferían. Poseidón golpeó el suelo con su tridente e hizo brotar una fuente, lo que les daba un medio de comerciar y agua (en su cima Atenas fue una importante potencia marítima, derrotando a la flota persa en la Batalla de Salamina), pero ésta era salada y mala para beber. (En una versión alternativa, Poseidón ofrecía el primer caballo.) Atenea ofreció el primer olivo domesticado. Los ciudadanos (o su rey, Cécrope) aceptaron el olivo y con él el patronazgo de Atenea, pues les proporcionaba madera, aceite y alimento. Robert Graves opinaba que «los intentos de Poseidón por tomar posesión de ciertas ciudades son mitos políticos» que reflejaban el conflicto entre religiones matriarcales y patriarcales.[26] Atenea fue también la diosa protectora de otras ciudades, notablemente de Esparta.

Una variante de este relato es que los propios atenienses eligieron por votación a uno de los dos dioses para que diera nombre a su ciudad. Todas las mujeres votaron por Atenea y todos los hombres por Poseidón. Ganó Atenea por un solo voto y Poseidón inundó la región. Para calmar la cólera de Poseidón desde entonces las mujeres dejaron de tener derecho al voto y los hijos no podrían tener nombres derivados del nombre de la madre.[27]

Consejera [editar]

Atenea y Heracles en un kílix ático de figuras rojas de Vulci, 480–470 a. C.

Los mitos griegos clásicos cuentan que Atenea guió a Perseo en su cruzada para decapitar a Medusa. Enseñó a Heracles cómo despellejar al león de Nemea usando las propias garras del león para cortar su gruesa piel. También le ayudó a derrotar a los pájaros del Estínfalo y a navegar en el inframundo capturando a Cerbero.

En otra historia tardía se decía que la naturaleza astuta y perspicaz de Odiseo le ganó rápidamente el favor de Atenea, aunque en las épicas de tipo realista la diosa es confinada a ayudarle solo a distancia, como implantando pensamientos en su cabeza, durante su viaje de vuelta a casa desde Troya. No es hasta que llega a la playa de una isla en la que Nausícaa lava sus ropas cuando Atenea puede llegar a dar una ayuda más tangible. Se aparece en los sueños de Nausícaa para asegurar que la princesa rescate a Odiseo y le envíe finalmente a Ítaca. La propia diosa se aparece disfrazada a Odiseo tras su llegada. Inicialmente le miente diciéndole que su esposa Penélope se ha casado y que a él se le da por muerto, pero sin embargo Odiseo le miente a su vez, viendo a través de su disfraz. Complacida por su determinación y sagacidad, Atenea se le revela y le cuenta todo lo que necesita saber para recuperar su reino. Le disfraza como un anciano para que no sea descubierto por los pretendientes o por Penélope y le ayuda a derrotar a éstos y a finalizar la subsiguiente disputa entre sus familiares.

Otros mitos [editar]

En la Gigantomaquia ayudó a su padre y a Heracles con sus consejos, y también tomó parte activa en ella, pues enterró a Encélado bajo la isla de Sicilia y mató a Palas.[28] En la guerra de Troya estuvo del lado de los más civilizados griegos, aunque en su regreso a casa les envió tormentas, por la manera en la que Ayante Locrio había tratado a Casandra en su templo.

En la fábula de los Argonautas es ella quien instruye a los constructores del primer barco, el Argo.

Medusa [editar]

En un mito posterior, Medusa, quien a diferencia de sus dos hermanas gorgonas era imaginada por los griegos clásicos del siglo V mortal y extremadamente bella, mantuvo relaciones o fue violada por Poseidón en un templo de Atenea. Tras descubrir la profanación de su templo, la diosa transformó a Medusa para parecerse a sus hermanas como castigo. Su pelo se transformó en serpientes y tenía el poder de petrificar con la mirada.

Cuando Perseo decapitó a Medusa, sus hermanas Esteno y Euríale lloraron su muerte con lastimeros sonidos emitidos por las bocas de las serpientes que poblaban sus cabezas, y se decía que Atenea imitó tales sonidos con un junco, inventando así la flauta.[29]

Fábula romana de Aracne [editar]

La fábula de Aracne es una adición romana posterior al mito griego clásico,[30] que por supuesto no aparece en el repertorio mítico de los pintores de vasijas áticas. El nombre de Aracne (αράχνη) significa simplemente ‘araña’. Era la hija de un famoso pintor en púrpura de Tiro de Hipaipa (Lidia). Aracne se volvió tan vanidosa de sus habilidades como tejedora que empezó a alardear de ser mejor que la propia Atenea.

Atenea la dio la oportunidad de redimirse asumiendo la forma de una anciana y advirtiendo a Aracne que no ofendiese a los dioses. Ésta se burló y deseó un concurso de tejido, para poder demostrar su habilidad. Atenea tejió la escena de su victoria sobre Poseidón que había inspirado su patronazgo de Atenas. Según la historia latina, el tapiz de Aracne mostraba veintiún episodios de infidelidad de los dioses: Zeus con Leda, con Europa, con Dánae, etcétera.

Incluso Atenea admitió que la obra de Aracne era perfecta, pero se enfureció por la irrespetuosa elección, que mostraba los errores y transgresiones de los dioses.[31] Enojada, destruyó el tapiz y el telar de Aracne golpeándolos con su lanza. Cuando Aracne advirtió el disparate, se ahorcó. En el relato de Ovidio, Atenea se apiadó de ella y la transformó en una araña.

Esta fábula sugiere que el origen del arte de tejer está en la imitación de las arañas y que se consideraba que fue perfeccionado primero en Asia Menor.

Nombre, etimología y origen [editar]

Busto de Atenea, tipo Palas de Velletri (los ojos se han perdido). Copia del siglo II de una estatua votiva de Cresilas en Atenas, c. 430–420 a. C. (Gliptoteca de Múnich.)

Atenea tenía una relación especial con «Atenas», como demuestra la conexión etimológica de los nombres de la diosa y la ciudad,[32] un nombre plural porque aludía al lugar donde presidía su hermandad, las Athenai, en tiempos anteriores: «[Micenas] era la ciudad donde la diosa era llamada Micena (Mykene), y Micenas es el nombre en plural para la hermandad femenidad que la asistía allí. En Tebas era llamada Teba, y la ciudad es de nuevo un plural. Similarmente, en Atenas era llamada Aten(e)a».[33] Si su nombre aparece en eteocretense o no es una cuestión que tendrá que esperar a que se descifre el lineal A.

Günther Neumann ha sugerido que el nombre «Atenea» es posiblemente de origen lidio:[34] puede ser una palabra compuesta derivada en parte del tirsénico ati, ‘madre’, y del nombre de la diosa hurrita Hannahanna, abreviado en varios lugares como Ana. En la Grecia micénica, el teónimo A-ta-na-po-ti-ni-ja aparece una sola vez inscrito en las tablillas V 52 en lineal B de Cnosos de la «Habitación de las Tablillas Carro» de la Segunda Era Tardía Minoica.[35] Aunque Athana potniya se traduce a menudo como ‘Señora Atenea’, significa literalmente ‘la potnia de At(h)ana’, que quizá signifique ‘la Señora de Atenas’.[36] Cualquier relación con la ciudad de Atenas en la inscripción de Cnosos es incierta.[37] También aparece A-ta-no-dju-wa-ja, siendo la parte final la transcripción en lineal B de lo que conocemos en griego antiguo como Diwia (micénico di-u-ja o di-wi-ja), ‘divino’.[38]

En su diálogo Crátilo, el filósofo griego Platón da la etimología del nombre de Atenea, a partir del punto de vista de los antiguos atenienses:

Éste, amigo mío, tiene más peso. Ahora bien, parece que los antiguos tenían sobre Atenea la misma idea que los actuales entendidos en Homero. Y es que la mayoría de éstos, cuando comentan al poeta, dicen que Ate­nea es la responsable de la inteligencia (nous) misma y del pen­samiento (dianoia). Conque el que puso los nombres pensaba, se­gún parece, algo similar sobre ella; y, lo que es más im­portante, queriendo designar la «inteligencia de dios» (theoû nóēsis), dice —más o menos— que ella es la «inteli­gencia divina» (Theonóa), sirviéndose de la ‘a’ de otros dia­lectos, en vez de la ‘e’, y eliminando tanto la ‘i’ como la ‘s’. Y aun quizá ni siquiera por esta razón, sino que la llamó Theonóē en la idea de que ella, por encima de los demás, «conoce» (nooúsēs) las «cosas divinas» (tà theîa). Claro que tampoco es disparatado que quisiera también designar Ethonóē a la «inteligencia ética» (tōi éthei nóēsis), en la idea de que la diosa es esto. Y, ya sea él o algún otro, la llamaron después Athēnáa transformándolo en un nom­bre más bello, según creían ellos.[39]

Así pues, para Platón su nombre procedía del griego Ἀθεονόα Atheonóa, que los griegos racionalizaron como la mente (nous) de la deidad (theos).

El historiador griego Heródoto señaló que los ciudadanos egipcios de Sais adoraban a una diosa cuyo nombre egipcio era Neit,[40] y la identificaban con Atenea.[41]

Algunos autores[cita requerida] creen que en tiempos antiguos, la propia Atenea era una lechuza, o una diosa pájaro en general. En el Libro III de la Odisea adopta la forma de un pigargo o águila marina. Estos autores arguyen que abandonó su máscara de lechuza antes de perder las alas. «Atenea, para el momento en que aparece en el arte,» señaló Harrison, «se había despojado completamente de su forma animal, reduciendo las formas de serpiente y pájaro que una vez tuvo a atributos, pero ocasionalmente sigue apareciendo con alas en vasijas pintadas de figuras negras[42] Algunos autores[cita requerida] afirman que las borlas de su égida podrían ser los restos de alas.[43]

Roles y funciones [editar]

El juicio de Paris, de Hendrick von Balen (1599). Atenea aparece en el centro, con el escudo, la lanza y el casco.

Una serie completa de fábulas y usos, pertenecientes especialmente a la religión ateniense, representa a Atenea como la ayudante y protectora de la agricultura, papel bajo el que se representa a la diosa como inventora del arado y el rastrillo. Creó el olivo, enseñó a la gente a uncir los bueyes para arar, cuidó de la cría de caballos e instruyó a los hombres en su doma con bridas, otra invención suya.[44] Las dos deidades Erecteo y Erictonio, honradas en el Ática como poderes del fértil suelo, son sus hijos adoptivos. Los nombres de sus primeras sacerdotisas, las hijas de Cécrope, Aglauro, Pándroso y Herse, significan ‘aire brillante’, ‘rocío’ y ‘lluvia’, y son meras personificaciones de sus cualidades, de gran valor para el territorio ateniense.

Además de las invenciones relativas a la agricultura, también se le atribuían otras relacionadas con varios tipos de ciencia, industria y arte, y todos sus inventos no son del tipo que los hombres harían por azar o accidente, sino que requerían reflexión y meditación. Pueden señalarse la invención de los números,[45] del carro y de la navegación. En la historia ateniense enseña a Erictonio a atar sus caballos al carro, y en la corintia enseña a Belerofonte a dominar a Pegaso. Respecto a todos los tipos de artes útiles, se creía que había familiarizado a los hombres con los medios e instrumentos que eran necesarios para practicarlas, como con el arte de producir fuego. También se creía que había inventado casi todos los tipos de trabajo en los que se empleaba a las mujeres, como el hilado y el tejido, y ella misma era diestra en ellos. Incluso en Homero todos los productos del arte femenino, se califican de «obras de Atenea». Muchos paladios (estatuas de Palas) llevaban un huso y una rueca en la mano izquierda. Su genio cubre el campo de la música y el baile: fue la inventora de la flauta y la trompeta,[46] así como de la danza de guerra pírrica, de la que se decía que fue su ejecutora más antigua, en la celebración de la victoria de los dioses sobre los Gigantes. En suma, Atenea y Hefesto fueron los grandes patrones de artes tanto útiles como elegantes. Por ello se la llamaba Ergane,[47] y los autores posteriores la hicieron diosa de toda la sabiduría, el conocimiento y el arte, y la representaron sentada a la derecha de su padre Zeus y apoyándole con sus consejos.[48]

Como todas las demás deidades que se suponía que dispensaban las bendiciones de la naturaleza, es la protectora del crecimiento de los niños, y como diosa del cielo claro y el aire puro, otorga salud y aleja la enfermedad. Más aún, en Atenas era una deidad patrona del estado y la protectora (con Zeus) de las fratrías y las casas que formaban la base del estado. En Atenas y Esparta protegía las asambleas populares y deliberativas. En los demás sitios presidía sobre las mayores uniones de gente. También mantenía la autoridad de la ley, la justicia y el orden, en las cortes y la asamblea del pueblo. Esta noción era tan antigua como los poemas homéricos, en los que se describe a Atenea ayudando a Odiseo contra la conducta sin leyes de los pretendientes.[49] Se creía que había instituido la antigua corte del Areópago, y en casos en los que los votos de los jueces estaban empatados, daba el decisivo en favor del acusado.[50]

Atenea promocionaba la prosperidad interna del estado, al fomentar la agricultura y la industria y al mantener la ley y el orden en todas las transacciones públicas, y de la misma forma también lo protegía de los enemigos extranjeros, y así asumía el carácter de una deidad de la guerra, aunque en un sentido muy diferente al de Ares, Eris o Enio. Según Homero ni siquiera llevaba armas, sino que las tomaba prestadas de Zeus,[51] guardaba a los hombres de la masacre cuando la prudencia lo requería,[52] y repelía el salvaje amor por la guerra de Ares, conquistándolo.[53] Atenea no ama la guerra por sí misma, sino solo por las ventajas que ganaba el estado al emprenderla, y por tanto sólo apoya aquellas empresas bélicas que se iniciaban con prudencia y que probablemente arrojaran resultados favorables.[54] En época de guerra, las ciudades, fortalezas y puertos quedan bajo su especial protección.

Como diosa prudente de la guerra también era la protectora de todos los héroes que se distinguieron por su prudencia y buenos consejos, así como por su fuerza y valor, como Heracles, Perseo, Belerofonte, Aquiles, Jasón, Diomedes y Odiseo. Como diosa de la guerra y protectora de los héroes, Atenea suele aparecer con armadura, con la égida y una vara dorada, con la que otorga a su favoritos juventud y majestad.[55]

Culto [editar]

Niké corona a Atenea. Detalle del Puteal de la Moncloa, un brocal de pozo de estilo neoático y época romana. Mármol del siglo II. (Museo Arqueológico Nacional de España, Madrid.)

Atenea fue adorada en todas las partes de Grecia, sugiriendo su relación con Tritón que sus lugares de culto más antiguo en Grecia se ubican en las riberas de este río beocio, que desembocaba en el lago Copais, y donde había dos antiguas ciudades pelasgas, Atenas y Eleusis, que fueron según la tradición tragadas por el lago. Desde allí su culto fue llevado en un periodo muy antiguo por los minios al Ática, Libia y otros países.[56] En Atenas se convirtió en la gran divinidad nacional de la ciudad y el país, y más tarde fue considerada por los atenienses la ϑεὰ σώτειρα, ὑγίεια y παιωνία, estándole consagrada la serpiente, el símbolo de la renovación perpetua.[57] En Lindos (Rodas) su culto era igualmente muy antiguo, siendo adorada como la diosa que ayudó a Danio a construir el primer barco de cincuenta remos. Entre las cosas que le estaban consagradas puede mencionarse también el mochuelo (muchas veces traducido como ‘lechuza’),[58] el gallo y el olivo, que se decía que había creado en su concurso con Poseidón por la posesión del Ática.[59] En Coron (Mesenia) su estatua llevaba un cuervo en la mano.[60]

Los sacrificios que se le ofrecían consistían en toros, de donde probablemente obtuvo el epíteto de Tauróbolo (ταυροϐόλος),[61] corderos y vacas.[62] Eustacio señala que solo se le sacrificaban hembras, con excepción de los corderos.[63] En Ilión se decía que se le sacrificaban doncellas o niños locrios cada año como expiación por el crimen cometido por Ayante Locrio con Casandra, y la Suda afirma que estos sacrificios siguieron ofreciéndosele hasta el 346 a. C.[64]

En el Ática se celebraban varios festivales haciendo referencia al papel de Atenea como protectora de la agricultura: la Calintaria y Plinteria, la Esciroforia, la Arreforia o Herseforia, y la Oscoforia, que eran comunes a Atenea y Dioniso. Incluso la fiesta principal, las Panateneas, fue originalmente una fiesta de la cosecha. La siembra se abría en con tres servicios sagrados del arado. De estos, dos eran en honor de Atenea como inventora del arado, mientras el tercero se celebraba en honor de Deméter. Al comienzo de la primavera se le daban gracias por anticipado (προχαριστήρια)[65] por la protección que iba a proporcionar a los campos. Es significativo que la presentación del peplo o manto, la principal ofrenda de la celebración, tuviese lugar en la temporada de siembra.

Era adorada en las Calceas (o fiesta de los herreros) como señora y protectora de las artes y la artesanía. El festival de la Apaturia hacía una referencia directa al carácter de la diosa como protectora del estado. El festival de Atenea Itonia en Coronea era una fiesta confederada de toda Beocia. Fue adorada con Erecteo en el templo bautizado en su honor (el Erecteión), el santuario más antiguo de la acrópolis de Atenas.

Epítetos [editar]

El epíteto homérico más común para Atenea, glaucopis (γλαυκὣπις), suele traducirse como ‘de ojos brillantes’ y es una combinación de γλαύκος glaukos (que significa ‘brillante’, ‘plateado’, y posteriormente ‘garzo’ o ‘gris’) y ώψ ôps (‘ojo’, o a veces ‘cara’). Es interesante advertir que γλαύξ glaux, ‘mochuelo’,[58] tiene la misma raíz, presumiblemente por sus distintivos ojos. El pájaro que ve bien de noche está estrechamente relacionado con la diosa de la sabiduría: en representaciones arcaicas, Atenea suele ser representada con un mochuelo posado en su cabeza. En tiempos antiguos, Atenea bien pudo haber sido una diosa pájaro, parecida a la diosa desconocida representada con mochuelos, alas y garras de pájaro en el relieve Burney, una terracota mesopotámica de principios del II milenio adC.[cita requerida]

En la Ilíada,[66] los himnos homéricos y en la Teogonía de Hesíodo, Atenea recibe el curioso epíteto Tritogenia, cuyo significado exacto no está claro. Parece significar ‘nacida de Tritón’,[12] indicando quizás que este dios marino era su padre según algunos antiguos mitos,[67] o menos probablemente que nació cerca del lago Tritón en África. Otros derivan este epíteto de una antigua palabra cretense, eólica o beocia, τριτώ, que significa ‘cabeza’, por lo que el epíteto sería ‘nacida de la cabeza’, y otros creen que tenía la intención de conmemorar la circunstancia de haber nacido en el tercer día del mes (‘nacida tercera’).[68]

Atenea fue equiparada a menudo con Afea (Αφαία), una diosa local de la isla de Egina, ubicada cerca de Atenas, tras quedar bajo el control de ésta. El historiador griego Plutarco también alude a un ejemplo durante la construcción de Partenón en la que fue llamada Higía (Ὑγεία Hygeía, ‘saludable’):

Un caso maravilloso ocurrido mientras se construían dio indicio de que la Diosa, lejos de repugnar la obra, tomaba parte en ella y concurría a su perfección. El más laborioso y activo de los artistas tropezó y cayó de lo alto, quedando tan maltratado que le desahuciaron los médicos. Apesadumbróse Pericles, y la Diosa, apareciéndosele entre sueños, le indicó una medicina con la cual muy pronta y fácilmente le puso bueno. Por este suceso colocó en la ciudadela la estatua de bronce de Atenea Higía junto al ara, que se dice estaba allí antes. Fidias hizo además la estatua de oro de la diosa, y en la base se lee la inscripción que le designa autor de ella.[69]

Otros epítetos son:

  • Acrea (ἀκραἳα).
  • Acria (ἀκρία), bajo el que era adorada en Argos.
  • Aethyta, bajo el que era adorada en Megara.[70] La palabra αίθυια aithyia significa ‘buceador’ y figurativamente ‘barco’, por lo que el título debe aludir a Atenea como profesora del arte de la construcción de barcos y la navegación.[71]
  • Ageleia (ἀγελεία, ‘que impera en las batallas’)
  • Agiopoinos (ἀξιόποινος, ‘vengadora’).[72]
  • Agiraia (ἀγυραἳα).[73]
  • Alalcomeneis (ἀλαλκομενηΐς, ‘poder defensivo’, o bien de Alalcomeneo).
  • Alcímaca (ἀλκιμάχη).
  • Areia, por su papel en el juicio realizado en el Areópago a Orestes por la muerte de su madre, Clitemnestra.
  • Atritona (Άτρυτώνη Atrytone, ‘incansable’).
  • Boarmia (βοαρμία, ‘protectora de los bueyes’).
  • Boudeia (βούδεια, ‘diosa de los bueyes’).
  • Boulaia (βουλαἳα, ‘consejera’).
  • Calinitis (χαλινἳτις, ‘de la brida’).
  • Cidonia (Κυδονία), en un templo de Frixa (Élide), que fue construido por Clímeno de Cidonia.[74]
  • Cledoucos (κληδοὓχος).
  • Ergane (ἐργάνη) como protectora de los artesanos. Bajo este nombre se la menciona en varias inscripciones halladas en la Acrópolis.
  • Erisiptolis (ἐρυσίπτολις, ‘protectora de la ciudad’).
  • Lafria (λαφρία).
  • Hipia (ἱππία, ‘ecuestre’) como la inventora del carro, título bajo el que fue adorada en Atenas, Tegea y Olimpia.[75] Con este nombre recibía un parentesco diferente: hija de Poseidón y Polife, y hermana de Océano.[76]
  • Laósoos (λαόσσοος, ‘beneficiosa’).
  • Meganitis (μηχανἳτις, ‘de gran recurso’).
  • Oftalmutis (ὀφθαλμὓτις).
  • Oguderces (ὀξυδερκής).
  • Optiletis (ὀπτιλέτις, ‘de vista aguda’).
  • Palas (Παλλάς Pallás), de significado controvertido, que pudiera ser ‘doncella’ o ‘la que blande el escudo’.[77] El epíteto es el nombre del gigante que según algunas tradiciones era su padre y al que mató cuando intentó violarla, o bien de una hermana, hermana de leche, compañera u oponente en la batalla a la que mató accidentalmente, fabricando el paladio y anteponiendo su nombre al suyo propio como homenaje.[11] Sobre este asunto, Burkert dice que «es la Palas de Atenas, Pallas Athenaie, igual que la Hera de Argos es Here Argeie».[78]
  • Panaquea, bajo el que fue adorada como diosa de la liga aquea.
  • Partenos (Παρθένος Parthénos, ‘virgen’), como fue adorada en el Partenón, especialmente durante las Panateneas. (Véase más arriba.)
  • Pilaitis (πυλαἳτις).
  • Polias (πολιάς, ‘de la ciudad’), como protectora de Atenas y la Acrópolis, pero también de otras ciudades, como Argos, Esparta, Gortina, Lindos y Larisa.
  • Polioucos (πολιοὓχος, ‘que protege la ciudad’)
  • Poluboulos (πολύϐουλος, ‘del buen consejo’).
  • Polumetis (πολύμητις, ‘de numerosos inventos’).
  • Promacorma (προμαχόρμα, ‘defensora de la bahía’).
  • Promacos (Πρόμαχος Promachos, ‘que lucha delante’) cuando dirigía la batalla.[79]
  • Tritonia

Representaciones y atributos clásicos [editar]

Relieve de la Atenea pensativa. Descansado sobre una vara, Atenea mira a una estela rectangular, quizá un mojón de un templo o una estela funeraria. C. 460 a. C. (Museo de la Acrópolis de Atenas n.º 695).

Atenea fue representada en obras de arte con frecuencia, pero fue Fidias quien estableció su tipo ideal en tres estatuas, las más famosas, erigidas en la Acrópolis de Atenas:

  • La colosal estatua criselefantina (labrada en marfil y oro) de Atenea Partenos, de treinta pies de altura (con el pedestal), ubicada en el Partenón. La diosa era representada llevando una larga túnica que le caía hasta los pies, y sobre su pecho tenía la égida con la cabeza de la Gorgona. Tenía un casco en la cabeza y llevaba en una mano una Niké de seis pies de alto, y en la otra una lanza, con la que apoyaba contra un escudo adornado con escenas de las batallas de las Amazonas con los Gigantes. A sus pies tenía una serpiente.[80]
  • La estatua de bronce de Atenea Promacos, fundida de los expolios de los atenienses en la batalla de Maratón, ubicada entre los Propileos y el Erecteión. Las proporciones de esta estatua era tan enormes que la brillante punta de la lanza y el penacho del casco eran visibles para los marineros que se aproximaban al Pireo desde Sunión.
  • La Palas Lemnia, así llamada porque había sido dedicada por los clerucos atenienses de Lemnos. El atractivo de esta estatua le ganó el apodo de «la hermosa». Como la anterior, era de bronce, y al representar a Atenea como diosa de la paz, no llevaba casco.

Se conservan un gran número de representaciones de Atenea en estatuas, bustos colosales, relieves, monedas y vasijas pintadas. Entre los atributos que caracterizan a la diosa en estas obras de arte están:

  • El casco, que suele llevar en la cabeza, bien elevado sobre la frente para revelar su cara con gesto de saludo pacífico, pero en unos pocos casos lleva en la mano. Suele estar adornado de la forma más bella con grifos, cabezas de corderos, caballos y esfinges.[81]
  • La égida, una coraza de piel de cabra que en mitos posteriores se decía le fue dada por padre, Zeus,[82] aunque estuvo relacionada con él mucho antes en otros contextos culturales.
  • El escudo redondo argólico en cuyo centro aparece el gorgoneion, la cabeza de la gorgona Medusa, el sello distintivo del culto a la primitiva diosa en Grecia que recibió la posición más alta en el vértice del frontispicio del Partenón (más tarde se decía que su escudo era un regalo votivo de Perseo).
  • Objetos a ella consagrados, como la rama de olivo, la serpiente, el mochuelo,[83] el gallo y la lanza.

Su atuendo suele ser la túnica espartana sin mangas, sobre la que viste una túnica, el peplo o, aunque raramente, la clámide. La expresión general de su figura es meditabunda y seria, su cara es más ovalada que redonda, su pelo es rico y generalmente peinado hacia atrás sobre las sienes, flotando libremente por detrás. La figura completa es majestuosa, y más fuerte que esbelta: las caderas son pequeñas y los hombros anchos, de forma que en conjunto recuerda de algún modo una figura masculina.[84] [85]

En anteriores retratos arcaicos de Atenea sobre vasijas pintadas, la diosa conserva parte de su carácter minoico-micénico, como las grandes alas de pájaro, pero esto no es cierto en esculturas arcaicas como las de Atenea Afea, donde subsumió a una diosa anterior invisiblemente numinosa, Afea, con relaciones cretenses en sus mitos.

La Atenea pensativa es un relieve fechado sobre el 460 a. C. que representa a una Atenea cansada descansando sobre una vara.

En la cultura posclásica [editar]

Atenea (Minerva) es el tema de la moneda conmemorativa 1915-S Panamá-Pacífico de 50 dólares. Con 2,5 onzas troy (78 g) de oro, es la mayor moneda (en peso) jamás acuñada por los Estados Unidos. Fue la primera moneda de 50 dólares acuñada y no se produjo ninguna mayor hasta las monedas de platino de 100 dólares de 1997. Por supuesto, en términos de valor nominal ajustado, la de 1915 es la mayor denominación jamás emitida por Estados Unidos.

Durante aproximadamente un siglo se ha erigido una réplica a tamaño real del Partenón en Nashville (Tennesse, Estados Unidos), ciudad conocida como la Atenas del Sur. En 1990, se añadió una gran réplica de la estatua de la diosa de Fidias, de unos 12,5 m de alto y dorada. El sello de California incluye una imagen de Atenea (o Minerva) arrodillada junto a un oso pardo.

Una estatua del pensador escéptico Ernest Renan provocó una gran controversia cuando fue instalada en Tréguier (Bretaña). La biografía de Jesús escrita por Renan en 1862 había negado su divinidad, y había escrito la Oración en la Acrópolis dirigida a la diosa Atenea. La estatua fue ubicada junto a la catedral, con la cabeza de Renan mirando en otra dirección mientras Atenea, a su lado, levanta el brazo como si desafiase al edificio. La instalación fue acompañada de una masiva protesta de los católicos locales y un servicio religioso contra el crecimiento del escepticismo y el secularismo.[86]

Notas [editar]

  1. La famosa caracterización de Harrison de este elemento mítico como «un desesperado expediente teológico para librar a la Core nacida de la tierra de sus condiciones matriarcales» nunca ha sido refutada (Harrison 1922 pág. 302).
  2. Homero, Ilíada v.880.
  3. a b Hesíodo, Teogonía 886 y sig., 924.
  4. Compárese con la profecía sobre Tetis.
  5. Píndaro, Olímpicas vii.35 y sig.
  6. Apolodoro, Biblioteca i.4.6; Escolio sobre las Olímpicas de Píndaro vii.66.
  7. a b c Tzetzes, Sobre Licofrón 355.
  8. Filóstrato, Imágenes ii.27; Escolio sobre Apolonio iv.1310.
  9. Cicerón, De natura deorum iii.23.
  10. Heródoto iv.180.
  11. a b Apolodoro iii.12.3.
  12. a b Pausanias ix.33.5.
  13. Pausanias ix.34.1
  14. Himnos órficos xxxi.10.
  15. Himnos homéricos ix.3.
  16. Marino, Vida de Proclo 30.
  17. Calímaco, Himnos 546, 589.
  18. Graves (1960), «The Nature and Deeds of Athena» 25.g. El mito de Acteón es igual en este aspecto.
  19. Apolodoro iii.6.7.
  20. Ovidio, Heroidas v.36.
  21. Müller, K. O. (1824). Die Dorier. Breslavia: Max, pp. ii.2.13. OCLC 27699812.
  22. Spanheim (1697) pág. 644.
  23. Apolodoro iii.14.6.
  24. Graves (1960), «The Nature and Deeds of Athena» 25.d.
  25. Ovidio, Las metamorfosis, ii.708–51, 752–832.
  26. Graves (1960) 16.3 pág. 62.
  27. Varrón, citado por San Agustín en La ciudad de Dios xviii.9.
  28. Apolodoro i.6.1 y sig.; comp. Spanheim (1697) pág. 643; Horacio, Odas i.12.19.
  29. Píndaro, Píticas xii.19 y sig.; compárense las otras versiones en Higino, Fabulas 165; Apolodoro i.4.2; Pausanias i.24.1.
  30. Ovidio, Las metamorfosis vi.5–54, 129–45; Virgilio, Geórgicas iv.246.
  31. Esto asume un punto de vista moralizador tardío de la mitología griega.
  32. «Que la diosa fuera bautizada por la ciudad o la ciudad por la diosa es una antigua disputa.» Burkert (1985), pág. 139.
  33. Ruck y Staples (1994) pág. 24.
  34. Neumann, G. (1967). «Der lydische Name der Athena. Neulesung der lydischen Inschrift Nr. 40». Kadmos 6.
  35. Kn V 52. Texto 208 en Ventris y Chadwick (1973).
  36. Palaima (2004) pág. 444.
  37. Burkert (1985) pág. 44.
  38. Ventris y Chadwick.[cita requerida]
  39. Platón, Crátilo 407b
  40. «Los ciudadanos tienen a una deidad como su fundadora, llamada en la lengua egipcia Neit, y aseguran que es la misma a las que los helenos llaman Atenea; son grandes amantes de los atenienses, y dicen que están de alguna forma relacionados con ellos.» (Platón, Timeo 21e.)
  41. Platón, Timeo 21e; Heródoto, Historias ii.170–5.
  42. Harrison (1922) pág. 306, 307 fig. 04: detalle de una copa de la colección Faina.
  43. Kluth, F. J. (1999–2005). «The Role of Athena in Ancient Greek Art» (en inglés). The Role of Women in the Art of Ancient Greece. Consultado el 24 de febrero de 2008.
  44. Eustacio, Sobre Homero pág. 1076; Tzetzes, Sobre Licofrón 520; Hesiquio s. v. Ἱππία ; Servio, Sobre la Eneida iv.402; Píndaro, Olímpicas xiii.79.
  45. Livio vii.3.
  46. Böckh, A. (1811). Pindari Epinicia Graece. Leipzig: Weigel, pp. 344. OCLC 179970906.
  47. Pausanias i.24.3.
  48. Homero, Odisea xxiii.160, xviii.190; Himno a Venus 4, 7 y sig.; Plutarco, Cimón 10; Ovidio, Fastos iii.833; Orfeo, Himnos xxxi.8; Spanheim (1697) pág. 643; Horacio, Odas i.12.19.
  49. Homero, Odisea xiii.394.
  50. Esquilo, Las euménides 753; comp. Pausanias i.28.5.
  51. Homero, Ilíada v.736 y sig.
  52. Homero, Ilíada i.199 y sig.
  53. Homero, Ilíada v.840 y sig., xxi.406.
  54. Homero, Ilíada x.244 y sig.
  55. Homero, Odisea xvi.172.
  56. Müller, K. O. (1820). Orchomenos und die Minyer. Breslavia: Max, pp. 355. OCLC 176879282.
  57. Pausanias i.23.5, 31.3, 2.4.
  58. a b Rodríguez-Noriega, Lucía (2006). «Intentando socavar una falsa creencia: la identidad del ave de Atenea». Studium 12: 103–11.
  59. Plutarco, De Iside et Osiride; Pausanias vi.26.2, i.24.3; Higino, Fábulas 164.
  60. Pausanias iv.34.3.
  61. Suda s. v. ταυροϐόλος.
  62. Homero, Ilíada ii.550; Ovidio, Las metamorfosis iv.754.
  63. Eustacio, Sobre Homero 1076.
  64. Suda s. v. ποινή.
  65. Suda s. v. προχαριστήρια.
  66. Homero, Ilíada iv.514.
  67. Kerényi sugiere que «Tritogenia no significaba que viniese al mundo en un río o lago particular, sino que nació de la misma agua, pues el nombre “Tritón” parece estar asociado con el agua en general.» (Kerényi 1951 pág. 128.)
  68. Tzetzes, Sobre Licofrón 519.
  69. Plutarco, Vida de Pericles xiii.8.
  70. Pausanias i.5.3, 41.6.
  71. Smith, W. (1867). «Aethyia», A Dictionary of Greek and Roman biography and mythology, i.51. OCLC 68763679.
  72. Pausanias iii.15.4.
  73. Pausanias iii.11.8.
  74. Smith, W. (1867). «Cydonia», A Dictionary of Greek and Roman biography and mythology, i.910. OCLC 68763679.
  75. Pausanias i.30.4, 31.3, v.15.4, viii.47.1.
  76. Suda s. v. «Hippeia Athena».
  77. Grupo Tempe (1998). Los dioses del Olimpo. Madrid: Alianza. ISBN 978-84-206-3648-1.
  78. Burkert (1985) pág. 139.
  79. La violencia y el derramamiento de sangre eran dominios de Ares.
  80. Pausanias i.24.7, 28.2.
  81. Homero, Ilíada v.743.
  82. Zeus es también Egidoco o Egioco, ‘portador de la égida’.
  83. El papel del mochuelo como símbolo de la sabiduría procede de esta asociación con Atenea.
  84. Hirt, A. (1805–1816). Bilderbuch für Mythologie, Archäologie und Kunst. Berlín: I. D. Sander, pp. i.46 y sig. OCLC 15474370.
  85. Welcker, F. G. (1818). Zeitschrift für Geschichte und Auslegung der alten Kunst. Gotinga: Vandenhoeck und Ruprecht, pp. 256 y sig. OCLC 15335221.
  86. Musée Virtuel Jean Boucher. «La statuaire monumentale» (en francés). Consultado el 21 de febrero de 2008.

Bibliografía [editar]

Véase también [editar]

Enlaces externos [editar]

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