Oliver Reed


Primeros años [editar]

Nacido en Wimbledon, Londres, hijo del periodista deportivo Peter Reed y su esposa Marcia. Fue el sobrino del director de cine Carol Reed y el bisnieto del actor y director de teatro Herbert Beerbohm Tree, cuya esposa se llamaba May Pinney Reed. Además era también descendiente directo del rey inglés Guillermo IV y de su esposa, la actriz Dorothy Jordan. Oliver fue disléxico en su infancia y fue expulsado de varios colegios privados. Participó en el día de los deportes del Ewell Castle School, donde ganó varias trofeos. Después se fue de fiesta con las copas en una bolsa. Cuando al amanecer del día siguiente volvía de la fiesta a casa, fue detenido por la policía por supuesto robo de trofeos. Su padre tuvo que viajar para explicar que él era un buen deportista.

Trayectoria como actor [editar]

Empezó en el mundo de la actuación participando como extra en varias películas de los años 50 y nunca antes había estudiado en ninguna academia de arte dramático, ni tenía experiencia en teatro. Era gran admirador de Errol Flynn. Sus primeros papeles destacados fueron en películas de la Hammer, como Zafarrancho en la marina, Las dos caras del Dr. Jekyll (ambas de 1960), La maldición del hombre lobo (1961), El alucinante mundo de los Ashby y The Dammed (ambas de 1963). Su primera colaboración con el director Ken Russell fue en 1965 haciendo el papel de Claude Debussy, después del cual llegaría su famoso rol en la película Mujeres enamoradas (1969), en la cual sale luchando desnudo con Alan Bates; en 1971 participó en la controvertida película Los demonios y cuatro años después en el musical Tommy, basado en el disco de The Who, Tommy. En esta última película también participó el cantante de la banda británica, Roger Daltrey. Entre el periodo de películas con Ken Russell, hizo de Bill Sikes (protagonista de la novela de Charles Dickens, Oliver Twist), en el musical basado en la película de su tío Carol Reed, también llamdo Oliver!. Con el director Michael Winner realizó El sistema (1964) y El último obstáculo (1969).

Hizo de Athos en la trilogía sobre la novela de Alejandro Dumas, Los tres mosqueteros, en las películas Los tres mosqueteros (1973), Los cuatro mosqueteros (1974) y El retorno de los mosqueteros (1989). En 1977 participó en El príncipe y el mendigo como Miles Hendon, acompañado de Raquel Welch, y dos años después volvió al horror en Cromosoma tres, en el papel del Dr. Hal Raglan. Al año siguiente participó en un pequeño pero vital papel, en The big sleep, solo porque quería aparecer junto con su admirado Robert Mitchum.

En los años 80 la carrera de Reed bajó, aunque hizo papeles notables como el del General Rodolfo Graziani, en la película sobre la Segunda Guerra Mundial El león del desierto (1981), junto con Anthony Quinn, y la también histórica Clash of Loyalties, la cual trata sobre la revolución en Iraq contra los británicos en 1920, donde realiza el papel de un General británico. Sus últimos mejores papeles fueron en las películas Las aventuras del Barón Munchausen (1988), haciendo del dios Vulcano, La isla del tesoro, como el capitán Billy Bones, Los comediantes (1995) y su última película Gladiator (2000), en el rol de Próximo, en cuyo rodaje murió. A causa de su muerte la compañía tuvo que gastarse 3 millones de dólares para recrear su cara digitalmente para la última escena.

Cuando el gobierno del Reino Unido subió los impuestos de ganacias personales, Reed inicialmente declinó en exiliarse a Hollywood o a otros países con impuestos menos severos. Durante este tiempo el se declaró como "Mr. England" y rechazó grandes papeles en películas como El golpe (1973) y Tiburón (1975). Sin embargo en el obituario del Dayly Telegraph anotaba que a finales de los años 70 finalmente se vio obligado a llevar su dinero a las Islas del Canal donde obtenía mayor benefios fiscales.

Oliver Reed pudo haber protagonizado el rol de James Bond. En 1969, los productores Albert R. Broccoli y Harry Saltzman, reemplazaron a Reed por Sean Connery, a causa de su mala reputación pública y de sus desmanes alcohólicos. Posteriormente se ha dicho que fue una gran oportunidad perdida, por haber sido una de las mejores películas británicas después de la Segunda Guerra Mundial.

Vida personal [editar]

En 1959 se casó con Kate Byrne, y tuvieron un hijo, Mark, antes de su divorcio en 1969. También convivió con la bailarina Jackie Daryl, con la que tuvo una hija, Sarah. En 1985 se casó de nuevo, ahora con Josephine Burge, con la que estuvo hasta su muerte.

Alcoholismo [editar]

Oliver Reed fue famoso por sus excesivas borracheras, que adoptó de la actitud "social" de muchos equipos de rugby de los 60 y 70, y eran numerosas las anécdotas de Reed y de sus 36 amigos, como en la que bebieron hasta el amanecer 36 jarras de cerveza, 32 botellas de whisky escocés, 17 botellas de ginebra, cuatro cajas de vino y una botella de Babycham. También uno o dos días antes de casarse con Josephine Burge, él bebió 106 pintas de cerveza. Steve McQueen contó que en 1973 había viajado hacia el Reino Unido para discutir con Reed, el proyecto sobre una película. Steve fue invitado por Reed a salir por los pubs de Londres; la juerga acabó cuando Reed vomitó encima de McQueen.

Reed apareció frecuentemente en televisión en estado de embriaguez como en la vez en la que fue forzado a irse del programa del canal Channel 4, After Dark, por ir bebido y por intentar besar a la feminista Kate Millet. En otra ocasión se bajó los pantalones durante una entrevista.

Fue más feliz en compañía de gente humilde y anónima que con gente rica y famosa, aunque uno de sus grandes amigos fue el batería de The Who, Keith Moon.

En sus últimos años, podía ser visto frecuentemente bebiendo junto con su mujer Josephine, en el bar White Horse Hotel en the High Street en Dorking, Surrey. Tuvo que vender su gran casa 'Broome Hall', entre los pueblos de Coldharbour y Ockley, algunos años antes.

Muerte [editar]

Murió repentinamente de un ataque al corazón en la capital de Malta, La Valletta, durante el rodaje de su última película, Gladiator, después de haber bebido tres botellas de ron jamaicano, ocho botellas de cerveza alemana, numerosos whiskies dobles y haber retado a echar pulsos a cinco jóvenes marinos ingleses de la Royal Navy, en el bar "The Pub" (después de este hecho se le llamó "Ollie's Last Pub", "El último pub de Ollie"). Su funeral se realizó en Buttevant, County Cork, Irlanda. La canción "Consider Yourself" de Oliver! fue tocada en su funeral.

Enlaces externos [editar]


OLIVER REED ERA DEMASIADO GRANDE PARA ESTE MUNDO


"Algún día, cuando futuros antropólogos exhumen el espíritu de nuestra época, cuando reconstruyan lo que salió mal, lo que desvió el camino correcto, sin duda se remontarán hasta el 2 de mayo de 1999 para situar nuestro desmoronamiento. El día que murió Oliver Reed. No era simplemente un actor de serie B, era el último camorrista. Y desde entonces todo ha ido cuesta abajo. Oliver Reed murió en la isla de Malta después de beber más que toda la armada británica junta. Se había tomado diez jarras de cerveza y más de doce copas de ron, y estaba echando pulsos con los marinos de la fragata Cumberland de la armada de su majestad. Los invitó a una ronda tras otra, pero no pudieron seguirle el ritmo. Los marinos se rindieron y, derrotados, se marcharon tambaleándose. Y Oliver Reed murió victorioso. Murió en el suelo de un bar de Malta, y su último adiós, su regalo de despedida, fue la cuenta que dejó a los marinos: los más de setecientos dólares que había costado la juerga. En esto fue quien rió último. Coincidí una vez con él. En Manila. Un par de gorilas estaban echándolo de un burdel, y yo me lo llevé a rastras para evitarle una paliza. Vagamos por las calles hasta el amanecer, él y yo, y cantamos y nos reímos y bebimos hasta que salió el sol. Sólo estuve con él aquella noche., y también me endosó a mí la cuenta, más de cuarenta pavos. Bebimos muchísimo esa noche. Brindamos por la descarnada, por la parca. “Por la Muerte. Por mantener interesantes las cosas”, dijo Ollie. (…) La vida se le quedaba corta y le daba miedo la muerte. “Prefiero morir en una reyerta de bar a morir en la sala de cáncer terminal de un hospital” Ollie tenía agarrada a la vida. Agarrada por la garganta. La sacudió hasta hacerla sangrar. (…) Oliver Reed era demasiado grande para este mundo. (…) Aquella noche en Manila cerramos la ciudad. Era como un elefante macho desbocado, con agujeros en la chaqueta y un extraño y desenfrenado júbilo en la mirada. Se iba continuamente por las ramas. Desafiaba a pelear a su sombra. Se salpicaba la cara de ron y proponía el matrimonio a las chicas de barrio. Y cuando lo saqué a rastras de otro altercado, le dije “Ollie, eres un un condenado alborotador”. Y él dijo: “¡No! Te equivocas. No soy un alborotador. Soy un camorrista. Y hay una gran diferencia. Los alborotadores acaban convertidos en sacerdotes, políticos, reformadores sociales. Siempre están entrometiéndose en la vida de los demás. Los camorristas no se entrometen. Rugen y braman, y celebran la vida y lamentan su brevedad. Los camorristas sólo se destruyen a sí mismos, y lo hacen porque aman la vida demasiado para quedarse dormidos”. (…) ¿Sabía que llevaba un gallo tatuado en la polla? Pues sí. Así es. ¿O que había follado en la pista central de Wimbledon? Una vez acabado el torneo, claro. ¿Sabía que fue la primera persona en decir “fuck” en una película? ¿Lo sabía? ¿Sabía que Oliver Reed descubrió el sentido de la vida?"

Fragmento adaptado (en realidad es un diálogo) de Happiness TM de Will Ferguson. Si Oliver Reed estuviera vivo (cosa improbable) hoy hubiera celebrado (a su estilo) su 69 cumpleaños .


Boris.

Georges Simenon








Entrevista concedida por Trotsky a Georges Simenon


6 de junio de 1933. Entrevista concedida por León Trotsky a Georges Simenon. Die Nieuwe Weg (EI Nuevo Rumbo, periódico del Partido Socialista Revolucionario de Holanda, volumen 8, 1933. Traducido [para la edición norteamericana de los Escritos de Trotsky] por Russell Block. El novelista belga Simenon, que entonces tenía treinta años y era corresponsal especial de Paris-Soir y Voila, fue a Prinkipo para solicitar una entrevista a Trotsky, pensando utilizarla en un libro que estaba escribiendo acerca de varias personas prominentes y las nuevas tendencias de la política mundial. Trotsky aceptó la entrevista y sugirió que Simenon le formulara las preguntas por escrito. Simenon lo hizo, pero aclarando que le resultaba difícil formular preguntas precisas y que lo que más le interesaba era que Trotsky opinara sobre "los nuevos grupos humanos que surgen en esta época de turbulencia". Cuando se reunieron en la casa de Trotsky el 6 de junio de 1933 entregó sus respuestas escritas y luego sostuvieron una conversación. La última parte de la entrevista, que incluye una parte de la conversación se transcribe de Paris-Soir, donde la entrevista se publicó por primera vez. (Escritos de Trotsky, Tomo IV, vol. 2, 1932-33, Ed. Pluma, Bogotá, 1976, tr. de Alba Neira y Daniel Acosta).

Georges Simenon:
¿Cree usted que el problema racial será un factor de primera importancia en la determinación de los acontecimientos que sucederán al período actual de turbulencia social? ¿Lo será el problema .económico? ¿El problema social? ¿El problema militar?

León Trotsky:
No, de ninguna manera creo que el problema racial será determinante en el período próximo. La raza es un factor puramente antropológico: heterogéneo, impuro, una mezcolanza (mixtum compositum). La historia se valió de ese material para crear las naciones,. productos semiacabados…El destino de la nueva era estará determinado por las clases, los agrupamientos sociales y las corrientes políticas que se basan en las mismas. De ninguna manera niego la importancia de las características y diferencias raciales, pero creo que resultan superadas por la tecnología del trabajo y por el pensamiento. La raza es un elemento pasivo y estático, la historia es dinámica. ¿Cómo es posible que un elemento relativamente fijo determine la acción y el desarrollo? Todos los rasgos que distinguen a las razas desaparecen ante la máquina de combustión interna, ni qué hablar de la ametralladora.

Cuando Hitler se preparaba para implantar una forma de gobierno adecuada a la raza germánica del norte no se le ocurrió nada menos que plagiar a la raza latina del sur. Mussolini, en la época en que luchaba por el poder, utilizaba la teoría social (sí bien poniéndola patas arriba) de un alemán, el judío alemán Marx, al que uno o dos años antes aún llamaba "'nuestro maestro inmortal". Ya que hoy, en pleno siglo XX, los nazis se proponen ignorar la historia, la dinámica social y la cultura para referirse a la "raza", ¿por qué no dar un paso más atrás? ¿Acaso la antropología no es parte de la zoología? ¿Quién sabe sí los racistas no irán a buscar las inspiraciones más elevadas para su obra creadora en el reino de los antropoides?

Georges Simenon:
¿Puede considerarse que el conjunto de dictaduras constituye el comienzo de un reagrupamiento de los pueblos, o será sólo un fenómeno pasajero? ¿Qué ocurre con el conjunto de democracias occidentales?

León Trotsky:
No comparto el criterio de clasificar las naciones en democracias y dictaduras. Exceptuando a una reducida capa de políticos profesionales, las naciones, pueblos y clases no viven de la política. Las formas de gobierno son simplemente los medios para realizar tareas específicas y principalmente económicas. Naturalmente, una cierta similitud en las formas estatales favorece la comparación. Pero en última instancia lo decisivo son las consideraciones materiales: los intereses económicos y los cálculos militares.

Georges Simenon:
¿Cree usted que es posible avanzar dejándose llevar por la corriente, o cree que es necesario que se produzca una conmoción violenta?

León Trotsky:
¿Considero que el grupo de dictadores, tanto fascistas (Italia, Alemania) como cuasi-bonapartistas (Polonia, Yugoslavia, Austria) durará poco? Desgraciadamente, no puedo compartir un pronóstico tan optimista. El fascismo no es producto de la "psicosis" o de la "histeria", (como gustan consolarse los teóricos de salón al estilo del conde Sforza),(1) sino de una profunda crisis económica y social que carcome implacablemente las entrañas de Europa. Esta crisis cíclica indudablemente dará lugar a un reanimamiento coyuntural, aunque la recuperación será menor de lo que se supone. La situación global de Europa no mejorará mucho. Después de cada crisis, las empresas más pequeñas y débiles se debilitan aun más; las más fuertes se fortalecen. En comparación con los gigantes económicos estadounidenses, la Europa fragmentada aparece como una combinación de empresas pequeñas, recíprocamente hostiles. La situación actual de Europa es muy difícil; el mismo dólar está de rodillas. Sin embargo, a consecuencia de la crisis imperante, la relación mundial de fuerzas cambiará a favor de Norteamérica y en detrimento de Europa.

El hecho de que el viejo continente en su conjunto pierda la posición de privilegio que otrora ocupó, provoca una tremenda agudización de los conflictos entre las naciones europeas y entre las clases de dichas naciones. Es evidente que ese proceso alcanza distintas tensiones en cada país; pero me refiero a una tendencia histórica general. En mi opinión, el incremento de las contradicciones sociales y nacionales explica el surgimiento y la relativa estabilidad de las dictaduras.

Para aclarar mi idea me tomaré la libertad de referirme a la respuesta que di hace algunos años a la siguiente pregunta: ¿Por qué la democracia dará lugar a la dictadura, y por cuánto tiempo? Permítame citar textualmente un artículo del 25 de febrero de 1929:

"Se suele decir que en estos casos se trata de naciones atrasadas o inmaduras. Esta explicación no es muy adecuada para Italia. Pero aun cuando resulte adecuada, no explica nada. En el siglo XIX se consideraba una ley que los países atrasados ascendieran hacia la democracia. ¿Por qué, entonces, el siglo XX los lleva por el camino de la dictadura?... Las instituciones democráticas se muestran incapaces de soportar las presiones de los antagonismos contemporáneos, ya sea internacionales, nacionales, en la mayoría de los casos ambas cosas a la vez. ¿Es esto bueno o malo? Sea como fuere, es un hecho.

"Si hacemos una analogía con la electricidad, podemos definir la democracia como un sistema de fusibles e interruptores destinados a defender el circuito contra los choques violentos engendrados por las luchas nacionales o sociales. Ninguna época de la historia humana estuvo tan llena de antagonismos como la nuestra. La sobrecarga de corriente tiende a aparecer cada vez en más lugares del sistema europeo. Bajo la excesiva tensión de los antagonismos de clase e. internacionales, los tapones de la democracia saltan o se funden. Esta es la esencia del corto circuito de la dictadura. Lógicamente, los tapones más débiles son los primeros en ceder…" ,

Cuando escribí estas líneas todavía había un gobierno socialdemócrata a la cabeza de Alemania. Es obvio que el curso de los acontecimientos en ese país, al que nadie puede calificar de atrasado, de ninguna manera contradice mi evaluación.

Es cierto que en esa misma época el movimiento revolucionario español barrió no sólo a la dictadura de Primo de Rivera sino también a la monarquía. Es inevitable que en el torbellino del proceso histórico se den hechos que van contra la corriente. Pero la península ibérica dista de haber hallado su equilibrio interno, el nuevo régimen debe demostrar su capacidad de permanencia.

Geoges Simenon:
¿Cuánto cree usted que durará esta situación fluida?

León Trotski:
Es indudable que el fascismo, sobre todo el nacionalsocialismo alemán, amenaza a Europa con conmociones bélicas. Hablo como observador, y posiblemente me equivoque, pero me da la impresión de que en general se menosprecia la magnitud dei peligro. Si se contempla la perspectiva, no de los próximos meses sino de los próximos años -en todo caso, no de décadas-, considero absolutamente inevitable que la Alemania fascista provoque una guerra. Esto será posiblemente lo decisivo para el futuro de Europa. En todo caso, próximamente publicaré un artículo más extenso sobre este tema.

Quizás usted considere que el cuadro que trazo es demasiado sombrío. Me limito a sacar conclusiones de los hechos; no me dejo arrastrar por la lógica de los partidismos y antipartidismos sino por la lógica del proceso objetivo. La nuestra no es una época de paz, calma y prosperidad; confío en que nadie lo dude. Pero mi caracterización sólo puede resultar pesimista para quienes miden el curso de la historia con una vara demasiado corta. Todos los grandes períodos históricos parecen sombríos cuando se los mira de cerca.

Hay que reconocer que el mecanismo del progreso es muy imperfecto, pero no hay razón para suponer que un Hitler, o una combinación de hítleres, podrá hacer marchar siempre, o siquiera por una década, el mecanismo hacia atrás. Romperá muchos engranajes y palancas. Obligará a Europa a retroceder durante algunos años. Pero no dudo de que, en definitiva, la humanidad encontrará la salida. Toda la historia pasada respalda esta afirmación

[Una vez que Trotsky hubo respondido a las preguntas por escrito, se entabló el siguiente diálogo relatado por Simenon ]

-"¿Quiere hacerme más preguntas?", inquirió Trotsky amablemente.

-"Una sola, pero temo que sea indiscreta. ", (Sonríe y me indica con un gesto que prosiga.)

-"Algunos diarios afirman que hace poco vinieron a verlo unos agentes enviados por Moscú para pedirle que vuelva a Rusia." ,

Su sonrisa se hace más amplia. .

-"Es falso, pero conozco el origen de ese rumor. Se trata de un artículo mío, publicado por la prensa norteamericana hace un par de meses. Yo diría, entre otras cosas, que dada la situación existente en Rusia, estaría dispuesto a servir al país sí lo amenaza cualquier peligro." ,

(Está tranquilo y silencioso. )

-"¿ Volvería usted al servicio activo?"

Asiente con la cabeza...

Notas

(1) CarIo Sforza (1872-1952): diplomático liberal italiano, se fue al exilio en 1926 y fue ministro de relaciones exteriores después de la Segunda Guerra Mundial.



Edición digital de la Fundación Andreu Nin, diciembre 2003




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