Elizabeth Taylor Ojos violeta


Sin duda Elizabeth Taylor regaló a los espectadores muchos personajes memorables, pero ninguno alcanzó la magnitud de Maggie, esa mujer felina, hipócrita y de encanto superlativo que revoloteaba alrededor de Paul Newman en la obra maestra de Richard Brooks llamada La gata sobre el tejado de Zinc (1958). Entonces la actriz tenía tan sólo 26 años, pero ya había alcanzado la cúspide de su belleza y una fama destinada a muy pocas estrellas de la historia.

Elizabeth Rosemond Taylor nació en Londres el 27 de febrero de 1932, pero muy pronto, al comienzo de la II Guerra Mundial, se trasladó con sus padres a Los Angeles. Hay una anécdota que define perfectamente el fuerte y ambicioso temperamento que Elizabeth mostraba ya desde su infancia: el 3 de abril del año 1939, con siete años de edad, quedó pasmada al contemplar la actuación de Shirley Temple en una película y fue entonces cuando tomó una determinación que marcaría su vida. Al salir de la sala de proyección se volvió hacia su madre y le dijo: "No quiero ser una estrella de cine. quiero ser actriz" (ni que decir tiene que el destino se encargaría de que lograra ambas cosas). Pues bien, dicho y hecho. A los 10 años la pequeña Liz entró en los estudios Universal y debutó en There's One Born Every Minute, pero la película fue un fracaso. Entonces la MGM la contrató para acompañar a la perra Lassie en La cadena invisible (1942) y aquello sí significó el despegue de la niña prodigio. Su precocidad fue alardeada a los cuatro vientos y los medios de comunicación la mimaron sin fisuras. Sus papeles de chiquilla adorable se repitieron durante esa década hasta sobresalir especialmente en Mujercitas (1949), la versión de Mervyn Leroy sobre la célebre novela de Louisa May Alcott.

Pero fue en la década de los 50 cuando Elizabeth Taylor forjó su fama: primero con su belleza; segundo con sus innumerables flirteos y rupturas amorosas (que ya se repitieron durante toda su vida); y por último con un buen puñado de películas de notable calidad. Respecto al primer punto, el celebre escritor Truman Capote escribió: "Sus piernas resultan demasiado cortas para su torso y la cabeza es excesivamente voluminosa para el conjunto. Pero su cara, con esos ojos de color lila, es el sueño de un presidiario, el rostro ansiado por cualquier secretaria: irreal e inalcanzable, y al mismo tiempo tímida, excesivamente vulnerable y muy humana, con un leve brillo de suspicacia resplandeciendo en el fondo de aquellos ojos color lila". Respecto al capítulo sentimental, hay que destacar su estrechísima relación de amor-odio con Richard Burton, con quien se casó dos veces. Un total de ocho matrimonios, siete divorcios y un periodo de viudez es el triste saldo de sus innumerables caprichos.

En cualquier caso, lo que Taylor hizo o no hizo con su vida privada nada tiene que ver con su maravillosa faceta frente a las cámaras. De los años 50 son sus películas Un lugar en el sol (1951), Gigante (1956), La gata sobre el tejado de Zinc (1958) y De repente, el último verano (1959), convertidas ya en clásicos del séptimo arte. En la década siguiente destaca esa obra monumental llamada Cleopatra (1963) y los dos Oscar que recibió por sus papeles en Una mujer marcada (1960) -bastante sorprendente si consideramos que también estaba nominada Shirley MacLaine por El apartamento- y en ¿Quién teme a Virginia Woolf? (1966), éste sí perfectamente merecido. Sin embargo, en los 70 el éxito que le había sonreído durante toda su vida comenzó a menguar y desde entonces ya sólo es noticia cuando se somete a una nueva operación -lleva más de una veintena en su vida y ha superado un tumor cerebral- o da fe de sus actividades solidarias. Pero, en fin, los nostálgicos siempre podrán recordar su esplendor gracias a sus películas y... a sus ojos, esos luceros de insoportable belleza que hace 50 años asombraron al mundo.

Películas

The Flintstones
Il Giovane Toscanini
Norte y Sur TV [1985]
North and South
The Mirror Crakd
Victory at Entebbe
The Blue Bird
Night Watch
Divorce His - Divorce Hers
Ash Wednesday
X, Y and Zee
Hammersmith Is Out
Under Milk Wood
The Only Game in Town
Boom
Secret Ceremony
Reflections in a Golden Eye
The Comedians
The Taming of the Shrew
Doctor Faustus
Who's Afraid Of Virginia Woolf?
The Sandpiper
The V.I.P.s
Cleopatra
BUtterfield 8
Suddenly, Last Summer
Cat on a Hot Tin Roof
Raintree County
Giant
Rapsodia [1954]
Rhapsody
The Last Time I Saw Paris
Elephant Walk
Beau Brummell
The Girl Who Had Everything
Love Is Better Than Ever
Ivanhoe [1952]
Ivanhoe
A Place in the Sun
Father's Little Dividend
The Big Hangover
Father of the Bride
Traición [1949]
Conspirator
Mujercitas [1949]
Little Women
Julia Misbehaves
A Date with Judy
Life with Father
Cynthia [1947]
Cynthia
Courage of Lassie
The White Cliffs of Dover
National Velvet
Lassie Come Home


Su hipnótica mirada violeta se convirtió en símbolo del Hollywood dorado, y del glamour hecho mujer. Durante décadas Taylor fue conocida mundialmente como una de las grandes divas de la meca del cine. Ahora, Elizabeth Taylor ha muerto en Los Ángeles.

Una aureola acrecentada por una vida personal tormentosa, a menudo expuesta ante las cámaras, y sometida al escrutinio público. Famosos son sus múltiples matrimonios, y su célebre relación de ida y vuelta con Richard Burton,"el gran amor de su vida" , según declararía la actriz.

Sus ojos violetas cautivaron a Hollywood

Pero la historia de Elizabeth Taylor, Liz Taylor para el mundo, se escribe con letras de esfuerzo y superación. La actriz creció bajo la sombra de una madre “obsesionada con el triunfo a cualquier precio”, y la intérprete llego a afirmar que en realidad, "nunca quiso ser actriz".

Esta ambición materna propició que la niña Liz debutará ante la cámara en anuncios y cameos de películas pequeñas. “Papelitos” que la catapultaron al estrellato con tan sólo 12 años, por National Velvet (1944), un filme sobre un caballo de carreras. “La pequeña de cautivadores ojos violeta” se convertía en toda una estrella por filmes como El coraje de Lassie o Mujercitas, y se hacía mayor antes las cámaras.

La mujer del millón del dólares

Su fama y glamour no dejarían de crecer. Durante las décadas de 1950 y 1960, Taylor se convertiría en una de las mayores divas de Hollywood, y su carrera despegaba paralela a su creciente celebridad.

Comenzó a encadenar un papel tras otro, y participó en títulos que han pasado a la historia del cine como Gigante (1956), junto a James Dean y Rock Hudson- su amistad duraría toda la vida- o La gata sobre el tejado de Zinc (1958), junto a Paul Newman-formaron una de las parejas más bellas del cine- un filme que le reportaría su primera nominación al Oscar. A lo largo de su carrera jalonada de premios (también ganó el BAFTA y El Globo de oro), se alzó con dos estatuillas por Quien teme a Virginia Woolf (1961) y por Una mujer marcada (1967), llegó a estar nominada en cinco ocasiones.

Las ideas mueven el mundo sólo si antes se han transformado en sentimientos (Elizabeth Taylor)

Pero sin duda fue con Cleopatra, uno de los filmes que le reportó mayor fama, y donde su mítica belleza brilló especialmente- Burton llegó a asegurar que era tan sexy “que rozaba la pornografía”-, dónde reforzó su estatus de estrella.

Bajo el marchamo de película más cara de la historia, este drama histórico hizo correr ríos de tinta. Por Cleopatra, Taylor fue la primera actriz que cobró la (para entonces astronómica) suma de un millón de dólares.

Sin embargo, varias peripecias la llevaron a superar este récord: los múltiples retrasos y contratiempos del rodaje, y un porcentaje de la taquilla contemplado en su contrato, motivaron que ella terminase cobrando su sueldo multiplicado por siete.

Fue en el rodaje de esta película donde conoció a Richard Burton; iniciaron un romance estando ambos casados, lo que provocó un enorme escándalo seguido de cerca por las revistas del corazón

Mucho más que una actriz

Carismática, icónica, rebelde, amiga de sus amigos, generosa ….fueron algunos de los adjetivos que le dedicaron. Taylor mantuvo una estrecha amistad con Michael Jackson. El rey del pop, como ella le "bautizó", le escribió una canción exclusiva con motivo de su cumpleaños llamada Elizabeth I love you.

Quizás la mejor definición para Taylor fuera la de “apasionada” sin límites. La actriz nunca ocultó su devoción por las joyas. A lo largo de su intensa vida atesoró una gran colección entre las que destacan un diamante de 33,19 quilates que perteneció a la mujer de un colaborador de los nazis, otro que fue propiedad de la esposa favorita del emperador indio Shah-Jahan, en cuya memoria mandó erigir el célebre Taj Mahal y la popular perla Peregrina.

Mantuvo una estrecha amistad con Michael Jackson

A partir de los 70 comenzaría poco a poco a alejarse definitivamente del celuloide. Una retirada forzada en gran medida por sus serios problemas de salud, una cruz que arrastró durante toda su carrera, si bien su última película sería en 1994, Los picapiedra.

Elizabeth Taylor, que fue nombrada Dama del Imperio Británico por la Reina de Inglaterra en 2000, pasó por quirófano al menos en treinta ocasiones y no por razones estéticas.

Dolencias en la espalda, cuello, piernas, diversas fracturas, dos sustituciones de cadera, un tumor cerebral benigno o un tratamiento contra el cáncer de piel fueron algunos de sus achaques.

Para adelgazar no hay nada como comer caviar sin pan y champán sin burbujas (Elizabeth Taylor)

La actriz, que también se sometió a una cura de desintoxicación de alcohol y pastillas, reconoció que se vio al borde de la muerte en varias ocasiones, especialmente por neumonía o por una arritmia cardíaca.

Sus últimos años redujo mucho sus apariciones en público, siempre en su silla de ruedas debido a una osteoporosis, pero mantuvo su actividad como líder de campañas contra el sida, desde el fallecimiento de su amigo Rock Hudson.

Además se ha involucrado en labores de ayuda contra el hambre en Asia y África y ha aportado grandes cantidades de dinero y numerosas posesiones. Por su labor humanitaria recibió el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, en 1992. Musa incombustible, este miércoles la mirada de la diva de los “ojos violeta” se apagaba para siempre.