Celedon


Aunque desde hace algún tiempo, el director del Teatro del Silencio ha quebrado su propia regla incluyendo la palabra hablada (o gritada, o susurrada) en sus montajes, en una particular búsqueda de "integrar la poesía en el gesto" el sonido de su Silencio no podría irrumpir gratuitamente. A Mauricio Celedón las palabras, en plural, parecen incomodarle. Las palabras con que se fija o se delimita una realidad siempre múltiple e inabarcable. Y tal vez por eso usa pocas, para no distraer la esencia. Y las sostiene con una mirada que atraviesa.

- Sorprende el nivel de producción del montaje: la escenografía, el vestuario, la dirección de arte en general, la música en vivo, el sonido. ¿Crees que eso responde a que se trabaja al nivel de los estándares europeos, o es una exigencia personal?

Todo se reduce a rigor. El rigor para mí es fundamental. El rigor implica pasión, si no sería una regla, como ir al colegio, que no sirve, Y también compromiso: Tú eliges. Todo se puede lograr.

- ¿Y eso es suficiente para partir a buscarse la vida a Europa y llegar a ser reconocido y consagrarse internacionalmente?

Para mí no hay nada consolidado. Todo es un proceso de preparación, en el que están en juego tus elecciones, la vida que tú eliges. Hay un ámbito del ser y otro del hacer. Yo le doy prioridad al hacer. Aprender haciendo. Mi combate por la vida y por el arte todavía no se ha terminado.

- ¿Cómo obtuviste la certeza de tu camino artístico, de tu propuesta con el Teatro del Silencio?

La certeza no es otra cosa que lo que aprendí. Y es que el teatro es un servicio social. El lenguaje está otorgado para poder cambiar las cosas. Eso siempre lo he tenido claro.

- Saliste de Chile hace casi 15 años. Te formaste mucho en Europa. Trabajaste con Marcel Marceu, en Francia estudiaste con importantes maestros…¿Qué de Chile te alimentó? ¿Qué reconoces como bases y raices? Todas las bases vienen de acá. Si estamos haciendo tanto teatro, es porque en este país hay una verdadera tradición de teatro que nos alimenta. Si no hubiera existido Ictus, tal vez no estaríamos haciendo esto. En mi caso, mis antecesores fueron González, Osorio. Pero más allá de eso creo que el "Chile, país de poetas" se traduce fácilmente a "Chile, país de teatro". - ¿Qué elementos propios del patrimonio y la identidad chilena se integran en tu trabajo? Bueno, el patrimonio está en esa tradición teatral. En todo caso, los conceptos de patrimonio y de identidad me parecen ultra limitantes. Siento que han sido demasiado manoseados por la dictadura. Lo importante es que en el mundo las fuerzas culturales están siendo comunes. Todo se mueve muy fuerte hacia ese lado. No existe tanta diferencia de un país a otro. Los océanos no nos separan de ninguna manera. Este país está inserto en el mundo porque ha sido protagonista de una historia muy fuerte. Y esa historia no se va a olvidar. - ¿Pero no crees que es importante querer y conocer lo que uno es, lo que fueron sus antepasados, para poder proyectarse y para poder crear? Claro. Uno tiene que respetar lo que es. La identidad es un asunto geosocial. Tiene que ver con el territorio en donde naces y te crias. Por lo tanto es imposible separarse de ella. No es necesario ni decirlo. Está dada. - Pero parece que cada vez a los chilenos les gusta menos ser chilenos… Al hombre lo único que le interesa es ser un hijoeputa rico con un poder comparable al de un mafioso de Nueva York o de Hong Kong. Ese es otro asunto. - ¿Tienes proyectos de regresar a Chile y hacer escuela? Sí. Me gustaria volver y hacer escuela. Pienso que este país sufre muchos problemas, como la salud y principalmente la educación. Lo que estoy haciendo es una verdadera preparación. Me gustaria participar en esa reforma con una conciencia de humanidad, no de país. Podemos ser protagonistas de cambios radicales que, si se generan, van a ser al servicio de todos.

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