Fritz Lang 2


Director: Fritz Lang
Intérpretes: Brigitte Helm, Rudolf Klein-Rogge, Alfred Abel, Gustav Frohlich.

En el año 2000 y en la ciudad de Metrópolis la sociedad está escindida en dos clases, los que tienen el poder y los medios de producción, que viven en lujosos rascacielos y los trabajadores, condenados a un duro trabajo y a vivir en condiciones infrahumanas.
Freder (Alfred Abel), el hijo de Joh Fredersen (Gustav Frohlich), la persona que controla la ciudad a su voluntad, descubrirá los duros aspectos laborales de los obreros y simpatizará con sus propuestas reivindicativas, enamorándose de María (Brigitte Helm), una especie de santa venerada por los trabajadores que aconseja el amor y la no violencia para solucionar sus problemas. El malvado Fredersen, que contempla el discurso de Maria junto al inventor Rotwang (Rudolf Klein-Rogge), le encarga la fabricación de un robot idéntico a la muchacha para que la sustituya y propague un mensaje de violencia.

Un título mítico del gran maestro alemán Fritz Lang, cuya deslumbrante estética (que ha influido notablemente a lo largo de la historia del cine, por ejemplo en "Blade Runner") resulta mucho más valiosa que su contenido, que emulsiona de manera confusa y con una disposición expresionista (genial labor de Karl Freund, el futuro director de "La Momia" de Karloff) una implacable mirada a la lucha de clases, la alienación obrera y la opresión del poder, una crítica ludista a un futuro maquinizado e industrializado y una especie de mesianismo corporativo en busca de consensuadas reformas sociales y laborales, con una visión pesimista del futuro al estilo H. G. Wells, quien calificaría a esta película como "la mayor tontería que he visto en mi vida".

"Metrópolis" adapta una novela de la esposa del propio Lang, Thea Von Harbou, y supuso el proyecto más caro y ambicioso de la famosa productora UFA.

Las dramatizadas interpretaciones han quedado un tanto arcaicas y su trama, iniciada de manera magistral, con unas hipnóticas imágenes que plasman de manera escalofriante la alienación de la masa isomorfa en un mundo deshumanizado, deviene finalmente en un cándido idealismo poco satisfactorio.

No obstante, este histórico film sigue maravillando con su magistral aspecto visual, sus personajes metafóricos y unas inolvidables caracterizaciones de Rudolf Klein-Rogge (quien se casaría posteriormente con Von Harbou, cuando ambos, al contrario que Lang, abrazaron con simpatía el nazismo) y de Briggite Helm, toda una superestrella en su época.

La mancha www.miradas.net 22 agosto 2008


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