Verhorven 2


Paul Verhoeven, el enfant terrible del cine

Enero 27, 2007

Paul Verhoeven es uno de esos directores que no deja indiferente a nadie. Sus pelí­culas están llenas de violencia, sexo, acción… todo sobre una serie de dobles lecturas, crí­ticas sociales, y mucha provocación.
Su último film es El Libro Negro, en el que una joven cantante judí­a consigue huir de los nazis para unirse a la resistencia en Holanda. Allí pondrá su grano de arena para luchar contra los alemanes, seduciendo a un oficial germano.
El Libro Negro nos devuelven al mejor Verhoeven, e incluso ha sido una de las 9 finalistas de los Oscars a la mejor pelí­cula extranjera, quedando finalmente fuera de los nominados.

Paul Verhoeven dirigió su primer largometraje, Een Hagedis Teveel en 1960, a lo que siguieron la serie televisiva Floris, y el gran éxito de taquilla que fue Delicias turcas, donde eran protagonistas Monique van der Ven y Rutger Hauer, y que en 1999 fue declarado mejor film holandés del siglo XX, además de estar nominado al Oscar a la mejor película extranjera.
El cuarto hombre y los Señores del Acero le abrieron las puertas de Hollywood. Robocop, Desafío Total e Instinto Básico le confirmaron como un director capaz de contentar a los amantes del cine comercial y a los del cine “con algo más”.

Veamos que nos cuenta Verhoeven sobre el film:

-Tras veinte años, ¿Le satisface realizar un film en Holanda de nuevo?
-Por encima de todo, estaba encantado de tener la oportunidad de realizar un film a partir de un guión que Gerard Soeteman y yo mismo estábamos trabajando de hací­a veinte años. Durante mucho tiempo, no logramos que la historia funcionase. La idea básica era siempre la misma: Un grupo de judíos se veía traicionado y todos asesinados en el parque de Biesbosch; entonces, los principales personajes dan caza al traidor. Inicialmente, el papel protagonista era masculino. Y ello nos planteaba un problema: No se nos ocurrí­a cómo hacer creí­ble la manera de infiltrarse en el alto mando alemán. Hace tres años, Gerard solucionó el rompecabezas: La protagonista tení­a que ser una mujer. Entonces, todas las escenas que concebimos comenzaron a encajar súbitamente.

-¿Cómo nos describirí­a El Libro Negro?
-Se trata de un thriller inspirado por hechos reales. Todas las lí­neas argumentales de El Libro Negro tienen su base en acontecimientos verídicos. La mayoría de los personajes se basan en personas reales.

-¿Llegó a existir el libro negro?
-Si se refiere a la llamada pequeña libreta negra, absolutamente. Se ha escrito mucho acerca de ello. Gerard tuvo la primera noticia de la misma en el libro Moordenaarswerk, de Hans van Straten, que se publicó en la década de los 60. Inmediatamente pensé que serí­a un arranque excelente para un guión. La pequeña libreta negra era la agenda del Sr. De Boer, un abogado de La Haya que acabó con un disparo en la calle Goudenregen al acabar la guerra. Nunca se encontró a los asesinos. Durante la contienda, De Boer hacía de intermediario entre el alto mando alemán de La Haya y la Resistencia con el objetivo de impedir el derramamiento de sangre innecesario. La Resistencia asesinaba gente, y los alemanes procedían a la correspondiente venganza fusilando a rehenes en la calle. Cuando tení­a seis años, se me obligaba a pasar ante esos cuerpos. La agenda negra de De Boer, que probablemente contení­a nombres de traidores y colaboracionistas situados incluso en las más altas instancias, jamás se halló.

-Si Eric, oficial de la reina es una historia heroica, cómo consideraría El Libro Negro?
-Como la rectificación al heroí­smo de ese film. El Libro Negro es un retrato más realista de la historia. Esa fue la primera razón por la que querí­a realizar la pelí­cula. Querí­a mostrar de manera absorbente en qué consistí­a la realidad de entonces. No había blancos y negros, sino distintas gradaciones del gris. La cinta es la consecuencia lógica del libro Grijs Verleden de Chris van der Heyden, editado en 2001, en el que el escritor reconsidera el pasado. Solí­a convenirse que los holandeses y la Resistencia eran héroes, y los alemanes y sus simpatizantes holandeses, los malos. Van der Heyden aplica una mirada nueva a los holandeses durante la guerra. Se trata de un enfoque postmoderno rebosante de interpretaciones alternativas. La gente no era ni heroica ni maligna. Podí­an actuar como héroes y al tiempo comportarse como malvados, y viceversa. La historia de Jan Campert es una buena exposición de ello: Campert era combatiente de la Resistencia y autor de uno de los más célebres poemas de guerra antinazis; recientemente se ha asegurado que su actitud fue deshonrosa en el campo de concentración de Neuengamme, y que con probabilidad murió a manos de sus propios compañeros. Un nombre puesto en un pedestal que ahora está quedando en entredicho.

-Usted ha subrayado que El Libro Negro también es entretenimiento.
-Por supuesto; las pelí­culas son el resultado de un maravilloso cruce entre arte y negocio. El objetivo último es combinar esos extremos opuestos de un modo que sea brillante. Ello es lo que hace que un film vea su valor mantenido y al tiempo goce de éxito comercial. Yo siempre estoy bregando por lograr esto: Un film entretenido capaz de aglutinar un público de espectro amplio, desde el profesor al dependiente de una tienda, que goce durante décadas de la consideración de valioso. Muy pocos han logrado eso, con la excepción de realizadores como David Lean.

-¿Cuál de sus filmes cree que goza de este valor duradero?
-Las cintas que han demostrado estar en este apartado durante los últimos veinte años son Delicias turcas y Eric, soldado de la reina. El cuarto hombre y Vivir a tope también me gustan, pero no creo que Wat ZIen Ik? o Una novia llamada Katy Tippel sobrevivan.

-¿Por qué decidió en su momento realizar la heroica Eric, soldado de la reina en lugar de un film más realista tipo El Libro Negro?
-En aquel entonces, como dije, no teníamos un guión para El Libro Negro. La novela de Eric Hazelhoff Roelfsema era muy popular, y obtuvimos el apoyo de la familia real y el ejército, lo que contribuyó a bastir el presupuesto. Gerard leyó el volumen cuando estábamos trabajando en Delicias turcas. La idea era realizar una serie televisiva. Entretanto, hicimos Delicias turcas y Una novia llamada Katy Tippel. Cuando discutimos nuevos proyectos con Rob Houwer, nuestra primera idea fue realizar un remake de De donkere kamer van Damocles. Eso hubiera estado más cerca de El Libro Negro que de Eric, soldado de la reina. Sin embargo, a Rob no le gustó la idea pues se trataba de un remake. Fue él quien propuso Eric como largometraje. Cuando investigamos para el film, nos topamos con algunos hechos muy interesantes acontecidos en La Haya durante el último año de guerra acerca del oficial de la SD Munt y sobre Frank, del Sonderkommando. Esas historias no encajaban en Eric, soldado de la reina, pero ahora se han incorporado a El Libro Negro.

-¿Cuántos documentos llegaron a leer usted y Soeteman para la película?
-Entre 700 y 800, referidos a un periodo de tiempo de unos cuarenta años. En 1967, me hallaba efectuando algunas investigaciones para el documental televisivo Portret van Anton Adriaan Mussert (1968). Jacob Zwaan, entonces archivista de la RIOD (Centro Nacional de Documentación de la Guerra), me hizo reparar en el informe Kamptoestanden escrito por el reverendo Van der Vaart Smit, miembro del Partido nazi holandés, quien resultó encarcelado tras la contienda. El informe participaba el relato de abusos y maltratos a los prisioneros de aquellos campos. Hemos entrelazado algunas de esas historias en El Libro Negro. Ello es lo que hace que el film sea tan provocativo, pues hasta la fecha nadie habí­a mostrado todavía cómo tratamos a nuestros prisioneros en 1945. Sin embargo, no fue ésta nuestra única fuente de inspiración para el film. Los archivos de imágenes fue otra; por ejemplo, las instantáneas de los guardias de los campos, de los miembros del ejército provisional y de los integrantes de la Resistencia. Al fin y al cabo, una vez acabada la guerra, todo el mundo aseguraba haber formado parte de la Resistencia. Mucha gente dudosa sumaba esas filas. Si se miran esas fotografí­as, uno no desea haber estado en sus manos. El modo en que se pavonean cuando han arrestado a un nazi holandés, te hace temer lo peor.

-¿Rachel y Ronnie son también personajes surgidos de gente real?
-En el caso de Rachel, es el resultado de mezclar tres mujeres: Dos combatientes de la resistencia (Esme van Eeghen y Kitty ten Have), así­ como la artista Dora Paulsen. Gerard y yo las fusionamos en una única mujer. El personaje de Ronnie es ficticio, pero en aquellos tiempos habí­a muchas chicas como ella, que iban allá donde el viento las llevaba. Desde la perspectiva política, resulta muy ingenua. Mucha gente estaba en ambos lados. El NSB, el Partido nazi holandés, disponí­a de muchos miembros que eran nazis fanáticos. Y no me refiero a la gente que se integró en 1941 por razones de oportunismo, sino a la que ya estaba desde 1933 y que había perdido el trabajo como consecuencia; éstos eran incluso más radicales.

-¿Cómo se dividieron el trabajo de guión entre usted y Soeteman?
-Gerard establece la estructura y la orientación general. Controla el desarrollo de la historia y de los personajes. Es él quien comienza y elabora el primer borrador, y también los siguientes. Luego, yo añado y cambio cosas, escenas y personajes. Si no recuerdo mal, incorporé a Ronnie del mismo modo que añadí­ a Maja en Vivir a tope. Las escenas correspondientes al final en el campo de prisioneros son mayoritariamente mías. He efectuado una contribución significativa en el guión. En la mayoría de las pelí­culas que he hecho con Gerard, el guión es prácticamente suyo, por lo que no aparezco como guionista en los créditos. Sin embargo, en esta ocasión mi contribución ha sido tal que tanto Gerard como yo sentíamos que los créditos del guión debíamos compartirlos.

-Como en sus pelí­culas anteriores, El Libro Negro es trepidante, mucho más que los guiones que Gerard ha escrito para otros. ¿Se debe ello a su influencia?
-Creo que surge de nuestra colaboración mutua. Cuando Gerard trabaja solo, o con otros, se generan dinámicas distintas. Gerard y yo hemos conectado siempre. Provenimos de estratos similares, pese a que nuestro carácter sea muy distinto. Gerard sólo tiene dos años más que yo; ambos éramos niños en la guerra, fuimos al instituto, estudiamos en la Universidad de Leiden, e hicimos el servicio militar. Y más tarde, nos encontramos en la serie Floris. Con semejante historial tan parecido es más fácil trabajar juntos que si hubiéramos procedido de mundos distintos. De hecho, nuestras distintas personalidades llegan a cuajar realmente. La colaboración con Gerard es la más creativa de mi vida. En EE.UU., trabajé con Eric Neumeier en RoboCop y Starship Troopers: Las brigadas del espacio, pero el trabajo con Gerard es el mejor porque como equipo mantenemos un excelente equilibrio. Por supuesto, también es importante el lenguaje. Me siento muy seguro de mí­ mismo cuando confecciono diálogos en holandés: sé cuando suena bien. Cuando escribo algo en inglés, primero le pregunto a Stacy Lumbrezer, mi coproductor, para estar seguro, pues el inglés suele ser bastante pobre, tosco o frío. No me siento seguro escribiendo inglés. Quizá por ello he realizado tantas pelí­culas de género en EE.UU. En ninguno de esos filmes consto en los créditos del guión. Puedo responder a la cultura norteamericana, incluso puedo sumarme a ella, puedo criticarla y ser irónico, y de hecho hago todo eso, pero en el fondo no puedo pensar como piensa esa cultura, por lo que necesito un guionista que me brinde una pauta de acción sólida. Y entonces, ya tengo suficiente estructura para jugar con ella y añadir escenas menores. En las producciones holandesas, entiendo a los personajes mejor. Tras las evoluciones polí­ticas de éstos últimos tiempos, particularmente, me ha costado mucho entender a los norteamericanos. No tanto a la gente de Hollywood como mayoritariamente a la del Mediooeste. Finalmente, regreso a Holanda. No soy tan partidario de los EE.UU. como para querer pasar el resto de mi vida allá­.

-Aparte del guión, ¿hay otras razones por las que desee trabajar nuevamente en Holanda?
-Lo mejor fue poder trabajar con los más grandes actores: Carice van Houten, Thom Hoffman, Halina Reijn, Peter Blok…, y no olvidemos a los alemanes Sebastian Koch, Christian Berkel, y Waldemar Kobus. Se trata de intérpretes del más alto nivel. En EE.UU. me resulta muy difí­cil acceder a esta categorí­a. Me hubiera gustado mucho poder hacer un film con Nicole Kidman o Tom Cruise, pero resulta casi imposible. El único modo pasa por un proyecto especial que está hecho a la medida de la estrella. Así que en mis producciones norteamericanas nunca he podido contar con un grupo de actores habituales, como sí­ he podido hacerlo en Holanda, donde he trabajado en varias ocasiones con Rutger Hauer, Monique van der Ven, Renée Soutendijk, y ahora nuevamente con Dolf de Vries y Derek de Lint.

-¿Cómo procedió en la elección de los protagonistas?
-Carice y Halina son profesionales de gran talento y absolutamente dedicadas. Poseen una gran capacidad e intuición, lo que es sumamente necesario cuando se trata de encarnar realmente a alguien que vivió hace 50 años. Asimismo, son muy atractivas y carismáticas, y tienen una personalidad fuerte. Dada la mayor introversión de Carice, el papel de Rachel era más adecuado para ella. La extroversión de Halina la hací­a idónea para dar vida a Ronnie. Está llena de energí­a y capacidad de contagiar ánimo a Rachel. Carice y Halina constituyen una combinación extraordinaria. Hicimos la prueba a treinta actrices para esos dos papeles, todas seleccionadas por los directores de reparto Hans Kemna y Job Gosschalk, sin embargo las dos actrices sobresalían claramente sobre las demás. Lo supe en quince minutos. Y para refrendarlo, traje a colación el Becerro de Oro de Carice por Mixina.

-¿Y por qué Thom Hoffman?
-Conocí­ a Thom en El cuarto hombre, pero no habí­a determinado que quisiera trabajar con él. Fue propuesto, como muchos otros actores, por Hans y Job. Le elegimos porque hay en torno a él una sensación de peligro que encaja con su papel, pero prioritariamente por la quí­mica que hay entre él y Carice. Habí­a otros actores que también consideraba aptos para el personaje, pero ninguno de ellos tení­a la química sexual necesaria para con Carice. Thom y Carice hicieron una escena en un compartimiento de tren en la que estaban muy juntos: y sentimos la tensión inmediatamente.

-Sus primeros filmes, en Holanda, fueron producidos por Rob Houwer o por Joop van den Ende. ¿Por qué en esta ocasión ha sido San Fu Maltha?
-En un primer momento, era Rob quien iba a producir la pelí­cula. Sin embargo, hubo desacuerdo en lo referido a contratos; tampoco era la primera vez, pero Rob tiró la toalla. Rob y yo hemos tenido muchas desavenencias a lo largo de los años, lo que jamás ha afectado nuestra amistad. Seguimos quedando para almorzar como los mejores amigos. Entonces, envié el guión a Joop, pero nunca respondió. Llegué a San Fu por intercesión de Jos van der Linden, un viejo amigo con el que Gerard y yo hemos mantenido siempre contacto. Jos fue productor ejecutivo de, por ejemplo, Vivir a tope. San Fu parecía el adecuado inmediatamente, dada su colaboración con Jos, y dado que cada vez está más presente como productor, a lo que se suma esa aura internacional que le envuelve, y el hecho de que tiene muchos contactos en el extranjero, lo que para esta pelí­cula era esencial. Al fin y al cabo, El Libro Negro es una gran producción internacional. Mi intuición no se equivocaba, pues San Fu ha efectuado algunos acuerdos financieros extraordinarios, al encontrar algunos coproductores en Alemania, Gran Bretaña y Bélgica, pero también al negociar acuerdos de distribución en muchos países.

-El hecho de volver a trabajar en Holanda, ha implicado algunas desventajas?
-Bueno, yo no lo denominaría desventajas, pero en el contexto holandés, El Libro Negro es una producción enorme y de gran complejidad. En Holanda no hay mucha experiencia en este tipo de producción a gran escala, y ello puede significar un contratiempo.

-¿No consideró la posibilidad de contratar a norteamericanos experimentados?
-No, quería que los holandeses cobraran experiencia, así el film también tendría valor social. Cuando Joris Ivens realizó un film en China, se hizo con un equipo del país para que también sacaran algo de provecho de todo aquello: sólo estaré aquí seis meses, pero aprenderé una cosa o dos mientras tanto. Creo que eso fue un gesto noble, y siempre lo he recordado. Ahora que se me presentaba la ocasión, quería hacer algo similar. En 1995, se editaron dos sellos especiales para celebrar el Año del Cine: Uno presentaba una escena de Delicias turcas; el otro, una imagen de Joris Ivens. Y ahora, estoy resiguiendo sus pasos. Gerard y yo disponemos de unos cuantos argumentos apasionantes acerca de Ivens. Gerard le odia por sus simpatí­as comunistas y las imágenes falsas de su persona, pero aún así soy un gran admirador de él. Ivens ha realizado algunas pelí­culas maravillosas.

-¿En el equipo técnico ha habido muchos viejos amigos?
-Unos cuantos, como Hans Kemna y Jos van der Linden; sin embargo, la mayorí­a de la gente con la que solí­a trabajar ya se ha jubilado o ha fallecido. Con El Libro Negro me he hallado en la misma situación que con RoboCop: Un nuevo comenzar con un equipo mayoritariamente nuevo. De todos modos, tuvimos que dar con un nuevo director de fotografí­a; Jan de Bont, quien rodó Delicias turcas; El cuarto hombre; Los señores del acero; e Instinto básico, es ahora director. Jost Vacano, quien hizo las veces para Vivir a tope; Eric, soldado de la reina; RoboCop; y Desafí­o total, se habí­a retirado. Ya que El Libro Negro es una coproducción con Alemania y Gran Bretaña, podía ser tanto un director de fotografía alemán como británico. En Los Angeles hablé con Karl Walter Lindenlaub, que se encargó de la fotografía de Independence Day, y La guarida. Conectamos. Walter querí­a alejarse de la industria cinematográfica norteamericana durante algún tiempo para hacer algo más pequeño. La Gran Bretaña ha contribuido grandemente en el film con Anne Dudley. Ha compuesto la banda sonora para American History X, Full Monty, y Juego de Lágrimas.

Y hasta aquí­ esta entrevista. Ahora solo falta ver la película, que como hemos dicho al principio, seguro que no deja indiferente a nadie…

Victoria Leal 04-Junio 2008

Sacado de http://www.cinemaspop.net/2007/01/27/paul-verhoeven-el-enfant-terrible-del-cine/


Acá en Chile, debería haber llegado este semestre.



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