Las Huachas


Por: Federico Zurita Hecht. / Fotos: Carolina Amos.

Bella Ninet (personaje interpretado por Tamara Acosta) es una joven chascona que esconde su rostro detrás de unos lentes con un inmenso marco negro. La muchacha relata, con la naturalidad de quien está acostumbrado a la desgracia, una serie de muertes y viaja de San Rosendo a la ciudad de Valparaíso. Allí está la casa de su madrina Gabriela (Alexandra von Hummel), donde se entera de que ésta es, en realidad, su madre y que su padre es el mismísimo diablo. “Convertío en Tué-Tué se me apareció un brujo. Me enamoró. Monedas de oro me traía y a cambio yo le prestaba el cuerpo. Un día apareció de negro, zapatos bien lustrados y dentadura de oro. No soy brujo, dijo (…) dame un hijo, dame una hija y te hago cosa mía. Me había engañao, le enterré un tenedor, le clavé una estaca, lo maldije y lloré, pero él se reía y volaba. Aparecieron sus duendes, me sacaron la ropa a tirones y me desmayé. Amanecí toa ensangrentá, con moretones y esperma del maligno entre las piernas”, le relata Gabriela a su hija. La vieja quiere echarla, pero Bella Ninet, a diferencia de la primera vez que su madre la echó -cuando era sólo una guagua- se resiste a ir y a seguir siendo una huacha. Este es el comienzo de la obra Las huachas, el nuevo montaje de la compañía Teatro la María, escrita y dirigida, como ha sido usualmente en el trabajo de esta compañía, por Alexis Moreno (Trauma y Abel, como ejemplos de una lista larga).

Pronto aparece la yegua (encarnada por Rodrigo Soto y José Palma, la parte de arriba de la yegua y la de abajo respectivamente), que debe dividirse para poder dialogar e instalar -en la acción dramática- el cuestionamiento a la historia mítica que Gabriela le ha contado a Bella Ninet. “El impacto de la realidad genera verdades folclóricas (…) los huachos son criaturas de origen perverso. Todo tiene dos explicaciones según la creencia popular. Una niña que deja a su hijo botao por despecho, no es interesante, no, pero una niña que deja a su hijo botao y después se arrepiente y se transforma en un ánima que vaga por toda la eternidad es sabroso, como la llorona esa: que dónde está su hijo, que dónde está (…) que los huachos conforman realidad, identidad, patrimonio”, dice la parte de abajo de la yegua. “Existen dos formas de contar una historia, una real y otra mítica (…) la culpa, la resignación, la rebelión, la precariedad es muy grande, la vergüenza es muy grande, la vergüenza es imposible de contener en esta vida que se debe poner otra encima. La vida es rara, puta que es rara la vida”, continúa la parte de arriba, que luego agrega, “que vengan los mitos que los necesitamos, las leyendas que vengan, para seguir adelante, para aceptar, para hacer algo útil con la ignorancia, para que nazca la esperanza de lo espectacular, para que el problema sea sobrenatural, la tragedia, la miseria”. Habría que agregar que de esas dos formas de contar la historia una, en efecto, sería mítica; mientras que la otra, en cambio, sólo generaría la ilusión de realidad pero, finalmente, sería tan ficticia como la historia mítica. Este desacuerdo que planteamos con el parlamento de la parte de arriba de la yegua no es un problema, porque, en efecto, habría intentos míticos de hacer creer que los problemas son sobrenaturales y, por tanto, irremediables; para así eludir la responsabilidad que corresponda (como si las cosas efectivamente tuvieran sentido y hubiera que estarse excusando). Por eso, Bella Ninet, en su orfandad, se convierte de un día para otro en la hija del diablo. El mito que dialoga con al realidad, se vuelve parte constituyente de ésta (para bien o para mal).

La realidad que Gabriela le ofrece a su hija reconforta a ésta y, con un rock gótico de fondo, Bella Ninet puede tener una cena familiar en una mesa que bien podría haber sido sacada de alguna película de Peter Greenaway. Esas tripas que el diablo le pone en el plato a Bella Ninet la manchan, finalmente, con la sangre mítica y real (recordemos nuestra discusión con la parte de arriba de la yegua). Real como la condición huacha de una nación que ostenta un padre de la patria huacho, bajo el cielo de un dios mítico y que, por tanto, deja a toda la humanidad como una gran familia de huachos.

Las huachas
Dirección: Alexis Moreno.
Elenco: Tamara Acosta, Alexandra von Hummel, José Palma y Rodrigo Soto.
Duración: 1 hora 38 minutos.
Compañía Teatro la María.

Teatro de la Universidad Católica. Jorge Washington 26, Plaza Ñuñoa.
Desde el 11 de julio al 13 de septiembre.
Funciones miércoles y jueves 20:30 hrs. viernes y sábado 21:00 hrs.
Precios general $ 6.000, estudiante $ 3.000 y 3ª edad $ 4.000.
Miércoles populares $ 3.000.


Pau. sacado de www.indie.cl

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