Hitchcock vivió en un periodo paralelo al de Jacques Lacan. Esto es que, nació en el último año del siglo XIX (1899) y murió en el siglo XX (1980).
Hitchcock nació, además, cuando Freud terminó de escribir La interpretación de los sueños, la que decide editar en 1900. Formalmente, se ha dicho, el psicoanálisis nace a la vida pública en 1900, porque La interpretación de los sueños presenta o reúne teóricamente no sólo la primer explicación del aparato psíquico, sino las pruebas y argumentaciones del descubrimiento freudiano, es decir, del inconsciente psicoanalítico.
El cine, la literatura, la pintura, la cultura, la concepción del hombre, no pueden dejar de estar o de ser afectados hondamente por el psicoanálisis, en el siglo XX. Así, no podemos explicarnos la obra de Hitchcok sin la influencia del psicoanálisis en su estética singular.
Pero el discurso, el lenguaje cinematográfico de Hitchcok, ¿de qué habla? Tres películas, tres obras, me permitirán dar una respuesta. Se trata, como ustedes saben, de Psicosis, Los pájaros y La ventana indiscreta; situadas en su producción, alrededor de los años 50.
Si partimos de la pregunta: ¿de qué habla Hitchcok?, tendremos que descomponerla en algunas más.Estarán de acuerdo en que el lenguaje habla a partir de enunciados y que un enunciado está hecho de un sujeto que habla, de un objeto del cual habla y de aquel otro sujeto al que se dirige. Entonces, desde estas tres instancias trataré de decir a ustedes lo que yo encuentro. Veamos pues.
En Psicosis, propongo que el sujeto que habla en ella, es la infelicidad; el objeto del cual habla, es el deseo; y el sujeto al que se dirige, es la muerte. En Los pájaros, el sujeto que habla es el acontecimiento trivial, pequeño movimiento cotidiano en la vida de los hombres; el objeto del que habla, es el absurdo; y aquel a quien le habla, es lo siniestro.En La ventana indiscreta, el sujeto que habla sería el ojo del ocio; el objeto del que se habla es el cine, del cine desde la ventana o las ventanas del cine; y aquel sujeto al que se habla, sería el drama incidental.
Advertencia: nosotros, el público que ve las películas, no somos –en esta lógica de mi análisis- los sujetos a quienes ellas se dirigen, nosotros somos espectadores asombrados, afectados, conmovidos ante un discurso provocador, que intentamos descifrar. Permítanme pues, el despliegue del análisis bajo estas tres categorías.
En Psicosis; decía, el sujeto que habla es la infelicidad. Desde el inicio de la película, nos enfrentamos al blanco y el negro; de las tres, sólo esta película no está hecha de colores, sino que se nos presenta en blanco y negro, como símbolos de una radicalidad del todo o nada, incluso yo diría que hasta podría llamarse: “Psicosis o el motel de la muerte”. Y precisamente comienza en el cuarto de hotel donde Marion y Sam, como amantes, se enfrentan a las dificultades de su relación para hallar en ella la felicidad. Si recorremos de principio a fin la trama, no hay ningún personaje que no tropiece con la imposibilidad de hallar –donde se la busque- esa felicidad. Esa búsqueda fracasa tarde o temprano. Desde la búsqueda en el amor o en el dinero, fracasa. Y en su forma más extrema, en el personaje de Norman, el joven encargado del motel quiere ser feliz conservándose unido a su madre, y que para ello tiene que recurrir a la muerte, al asesinato.
Así pues, yo diría que todos los personajes están colocados en esa vertiente de una búsqueda que pudiera hacerlos felices, pero que irremediablemente los lleva a la infelicidad, pues todos pierden, en el camino, lo buscado. Sam pierde a Marion, Marion pierde la vida, el negocio del jefe de Marion pierde el dinero, la hermana de Marion pierde a su hermana, Norman pierde, él mismo está ya perdido desde el principio.
Hay incluso una frase que se dice: “no se puede sobornar a la infelicidad con pastillas”.
Otras frases, en el diálogo entre Marion y Norman, remiten a lo mismo: Ella dice: Me he desviado.El contesta: Todos los que vienen aquí, se han desviado.
En Psicosis, el objeto del cual se habla, es el deseo. Todos los personajes están movidos por un deseo, el motor de la vida es un deseo de alcanzar lo que no se tiene. Pero en su extremo y en un personaje como Norman Bates, lo terrible es que él no puede desear. Incluso o peor, cualquier asomo de deseo, manifiesto en su gusto por Marion como mujer, lo lleva a darle muerte, no sólo a Marion sino a su propio deseo. Como si desear en él, estuviera prohibido.
Norman vive en el vacío que implica no poder desear. Sin embargo, el vacío, no está vacío, no es que haya nada en ese vacío, Lacan ha dicho que el vacío, está infestado de odio. Es el vacío de deseo de lo que habla esta película, colocando en el hueco del torbellino, en su ojo centrífugo, la tragedia de Norman Bates. En Psicosis, el sujeto al que se dirige ésta tensa puesta en escena, es la muerte.
Lacan también, ha dicho, que el único Amo absoluto es la muerte. Y creo que es a él a quien se dirige el otro sujeto, el que habla, al que me he referido como la infelicidad. Norman no puede vivir en su infelicidad, si no es viviendo para la muerte. Norman ha sustituido a su primer Amo, por el de la muerte. Más todavía: la imposibilidad de separarse de su madre, la fusión con ella, llevaba ya el germen de la muerte, de la muerte de su posibilidad de desear. No es para nada vano que, después de que su padre murió y habiendo pasado algunos años teniéndose mutuamente, madre e hijo, ante la aparición de un tercero –el amante de la madre-, Norman, no pudiendo soportarlo, haya dado muerte a ambos (a su madre y al amante de su madre), sólo que con ello, canceló la vida para él. Porque aún muerta su madre, él no pudo librarse ni separarse de ella; se queda con su cadáver, lo diseca y actúa como siendo uno con ella, la sostiene con su vida y le es absolutamente fiel; matando a su vez, todo posible objeto de deseo fuera de ella: ha dado muerte a dos chicas antes de Marion. La explicación psiquiátrica, como dos personalidades, no alcanza como explicación; se trata de una fusión, en todo caso de una sola “personalidad”, no de dos, ése ha sido el verdadero problema. Norman es como un pájaro que tiene por pico, un largo y agudo cuchillo con el que mata el deseo, pues para él, ya no hay posibilidad alguna. Norman ya está muerto como sujeto, quien sobrevive es la madre, tenía que hacerla sobrevivir, ya que era el único espacio donde podía habitar. El discurso de la madre era el suyo, no tenía uno propio. Y, toda fusión termina en muerte. Desde lo imaginario –o imaginariamente-, se completaban. Desde lo simbólico, no había más ley que la de la prohibición de una separación –y la dictaba la madre.
Desde lo real, la convocatoria a la muerte, en el goce mortífero del no ser más que para la madre, desde ahí, es desde donde Norman hace referencia al vacío, a la nada y a una trampa siniestra.El no fue más que el objeto de la madre, aún muerta tenía que seguir siéndolo, era su único modo de existencia. A esto es a lo que precisamente, puede llamarse una Psicosis, o, el motel donde se hospeda la muerte del ser.
En Los pájaros, el sujeto que habla es el acontecimiento trivial, pequeño movimiento en la cotidianidad de la vida, que puede traer consigo lo inesperado; el objeto del que habla, es el absurdo; y aquél a quien se dirige, es lo siniestro. En la tienda de aves, es Melanie quien pone en marcha esta dimensión del acontecimiento o suceso trivial, a partir de su llegada a la tienda y de su juego en la relación con Mitch (el abogado), quien se encuentra con Melanie, casualmente. Melanie es una mujer que se deja llevar por lo que se le ocurre o se le antoja, de modo tenaz, así es como llega al pueblo donde vive la familia de Mitch. El absurdo del que se habla, es precisamente que a partir del desenvolvimiento de los actos casuales, que se van eslabonando de modo totalmente imprevisto, Melanie es colocada en medio de lo inexplicable: lo inexplicable que hace su aparición con la primera gaviota que la hiere en la cabeza.De ahí en adelante, los pájaros se multiplican y amenazantes, comienzan a ganar víctimas, Fawcet el primero. Nadie sabe explicar lo que ocurre con los pájaros. Ni su presencia, ni su violencia. Todos están perplejos y asustados ante este verdadero absurdo, pues nunca antes los pájaros habían sido considerados como temibles. Lo único que se comenta es que el alimento que acostumbraban darles a sus aves domésticas, ahora, por primera vez, no quieren consumirlo. ¿Buscan entonces, hambrientos, comer? Es esta una débil hipótesis, que apenas si se deja esbozar. El movimiento, el ritmo de los acontecimientos en el absurdo, va en aumento hasta la exasperación, llegan al extremo de encerrarse en la casa tapiándola, clavando tablas por todo posible agujero. Parecen prisioneros de los pájaros, sitiados por su acecho. Finalmente, aquello a quien se le habla en esta película, lo he dicho, es a lo siniestro. Los pájaros están por todas partes, invencibles, temibles y terribles, como una masa móvil y fragmentaria, oscura y aguda, que devora y arranca la carne humana en pedazos hasta la muerte. Se comen a picotazos los ojos…Hay un padecer en el espectador de esta película, -no sé si les sucedió-, pero uno ya no puede más y sólo quiere que termine ya. Se está frente a lo siniestro en toda su majestuosidad, inerme y a su merced. Lo siniestro, en el lenguaje común significa algo funesto, que se explica por el hecho de volar las aves por la izquierda, en movimientos circulares o vueltas en espiral. Lo funesto implica lo maligno o malintencionado, causante, o acompañado, de desgracias, particularmente producidas por una fuerza de la naturaleza. Pero en psicoanálisis, aún es más fuerte la significación de lo siniestro. Freud tiene un texto espléndido, que se llama así: Lo ominoso, traducido también como lo siniestro; con ese término, Freud explica el sentimiento de malestar y de extrañeza ante un ser o un objeto sin embargo, antes, vivido como familiar. Se trata, en lo ominoso, del sentimiento provocado por la aparición en lo real, de algo que recuerda en demasía y directamente, lo más íntimo, lo más reprimido, pero que no logramos saber qué es. Así, yo creo, estamos ante la maestría de un Hitchcok, que nos presenta una intensa metáfora de lo ominoso en el hombre.
En La ventana indiscreta, el sujeto que habla sería, el ojo del ocio; el objeto del que se habla, sería el cine desde la ventana, o las ventanas del cine; y aquel sujeto al que se habla, sería: el drama incidental. Sobre el fondo de una comedia: la relación amorosa del periodista con la pierna fracturada, su novia que no logra tenerlo (a él) todo para ella; y las visitas de la enfermera que se incluye en el ocio del ver desde la ventana, a todo el vecindario a través de sus propias ventanas, tenemos a éste periodista-camarógrafo, que en su ocio no deja de ejercer su negocio. Recordemos que ocio quiere decir cesación del trabajo; pero también, diversión u ocupación reposada. El ojo del ocio, es el sujeto que habla aquí sin cesar, ofreciéndonos múltiples escenas de la vida en cada departamento por el que se asoma, con ayuda de sus poderosos lentes. El objeto del cual habla, es el recuerdo de las ventanas, que del mismo modo en que las cámaras se acomodan y a pesar de los límites que el espacio les impone, hacen entrar la vida por ellas; pues eso es el cine, la vida puesta en las pantallas, que desfila ante nuestros ojos conmovidos y abiertos; pero no sólo la vida….Pues el sujeto al que se dirige ésta, aparentemente, sencilla película, es –como dije- el drama incidental. Un drama en el que algo horroroso podemos atestiguar, descubrir o hallar, así, de modo incidental; como el hecho de que un vecino esté dedicado por unos días, a partir en pedazos el cuerpo de su mujer, después de haberle dado muerte, y a hacerlo desaparecer, como si pudiese cometer el crimen perfecto. Lo maravilloso de Hitchcok, entre otras maravillas, es que, a partir de detalles, de indicios que son observados por el “ojo del ocio” desde su ventana, logra concluir, reuniéndolos, que una mujer ha sido asesinada. Aunque no vea a la mujer ni sus pedazos, sólo lo que también ustedes y yo vimos.Así, de este modo, en La ventana indiscreta, Hitchcok nos muestra que, en la vida cotidiana, en nuestra vecindad, cerca de nosotros, entre nuestros conocidos, un drama terrible, como el de ejecutar la muerte, puede ocurrir, puede, sin que lo imaginemos, estar sucediendo. La muerte pues, convive con la vida, y si la vida está en el cine, también está la muerte.
En suma, y para responder a la pregunta: ¿de qué habla Hitchcok? Resumiré. Habla de la infelicidad humana, del deseo humano y de la muerte del deseo. Habla del acontecimiento pequeño en su trivialidad aparente, de la emergencia del absurdo en la concatenación de los sucesos y de la aparición de lo siniestro en lo real de la vida. Por último, del ojo escrutador que está en el cine y de los dramas incidentales de la vida y de la muerte.
Victoria Leal.
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